El teniente Smolyani asomo la cabeza en la esquina.
—Hemos abarloado junto a la
—Muy bien, teniente.
Miles siguio a Roic, que tuvo que agachar la cabeza para pasar por el ovalo de la puerta, hasta la abarrotada bahia de atraque del correo. Smolyani se coloco junto a la compuerta. La placa de control chispeo y trino; la puerta se abrio a la camara estanca y el flexotubo situado mas alla. Miles le hizo un gesto a Roic, quien tomo aire y avanzo. Smolyani se preparo para saludar; Miles le contesto con un ademan:
—Gracias, teniente. —Y siguio a Roic.
Un metro de mareante cero-ge en el flexotubo termino en una compuerta similar. Miles se agarro a los asideros y entro rapida y firmemente de pie por la compuerta abierta. Desemboco en una zona de atraque mucho mas espaciosa. A su izquierda, Roic le esperaba, en posicion de firmes. La puerta de la nave insignia se cerro deslizandose tras ellos.
Los esperaban tres hombres uniformados de verde y un civil incomodamente envarados. Ninguno cambio de expresion al ver el poco barrayares fisico de Miles. Presumiblemente Vorpatril, a quien Miles recordaba de pasada de algun que otro encuentro en Vorbarr Sultana, lo recordaba a el mas vivamente y habia avisado prudentemente a su personal de la apariencia mutoide de la Voz mas bajita, por no mencionar mas joven y nueva, del Emperador.
El almirante Eugin Vorpatril era de mediana estatura, fornido, de pelo blanco, y sombrio. Avanzo un paso y dirigio a Miles un saludo cortante y adecuado.
—Milord Auditor. Bienvenido a bordo de la
—Gracias, almirante.
No anadio «me alegro de estar aqui»; ninguno de aquel grupo parecia contento de verlo, dadas las circunstancias.
—Le presento al comandante de Seguridad de la Flota, el capitan Brun —continuo Vorpatril.
El hombre, esbelto y tenso, posiblemente aun mas sombrio que su almirante, asintio cortante. Brun estaba a cargo de la aciaga patrulla cuya facilidad para el gatillo habia hecho pasar la situacion de altercado legal menor a incidente diplomatico de importancia. No, no estaba nada contento.
—El jefe consignatario Molino, del consorcio de la flota komarresa.
Molino era tambien de mediana edad, y con el mismo aspecto dispeptico de los barrayareses, aunque vestido con una elegante tunica y pantalones oscuros al estilo de Komarr. Un jefe consignatario era el oficial ejecutivo y financiero de la entidad corporativa por tiempo limitado que era un convoy comercial y, como tal, tenia la mayoria de las responsabilidades de un almirante de la flota con una fraccion de los poderes de este. Tambien tenia la poco envidiable mision de ser la conexion entre un punado de intereses comerciales potencialmente muy dispersos y sus protectores militares barrayareses, lo cual era mas que suficiente para provocar dispepsia incluso sin una crisis. Murmuro un educado:
—Milord Vorkosigan.
El tono de Vorpatril parecio ligeramente irritado.
—El oficial juridico de mi flota, el alferez Deslaurier.
El alto Deslaurier, palido y descolorido bajo un leve rastro de acne adolescente, consiguio asentir.
Miles parpadeo sorprendido. Cuando, bajo su antigua identidad dedicada a operaciones encubiertas, comandaba una flota mercenaria supuestamente independiente para las operaciones galacticas de SegImp, llevaba los asuntos juridicos todo un departamento: negociar el transito pacifico de naves armadas era un trabajo a tiempo completo de complejidad diabolica.
—Alferez —Miles devolvio el ademan y eligio sus palabras con cuidado—. Usted, ah… parece que tiene una responsabilidad considerable, dados su rango y edad.
Deslaurier se aclaro la garganta y, con voz casi inaudible, dijo:
—Nuestro jefe de departamento fue enviado a casa, milord Auditor. Permiso por luto. Su madre murio.
«Creo que empiezo a comprender que pasa aqui.»
—?Es este su primer viaje galactico, por casualidad?
—Si, milord.
Vorpatril intervino, posiblemente con intencion compasiva.
—Mi personal y yo estamos enteramente a su disposicion, milord Auditor, y tenemos nuestros informes preparados. ?Quiere seguirme a nuestra sala de reuniones?
—Si, gracias, almirante.
Despues de dar vueltas y agacharse por los pasillos, el grupo llego a la tipica sala de reuniones militar: sillas y equipo de holovid atornillados al suelo, alfombra de friccion ocultando el leve olor mustio de una habitacion sellada y poco iluminada que nunca disfrutaba de la luz del sol ni del aire fresco. El lugar olia a militar. Miles reprimio el deseo de inhalar nostalgicamente, recordando los viejos tiempos. A un gesto suyo, Roic monto guardia junto a la puerta, impasible. Los demas esperaron a que Miles se sentara y luego se repartieron por la mesa, Vorpatril a su izquierda, Deslaurier lo mas lejos posible.
Vorpatril, con un claro dominio de la etiqueta que requeria la situacion, o al menos con un poco de sentido de la autoconservacion, empezo a hablar.
—Bien. ?En que podemos servirle, milord Auditor?
Miles apoyo las manos sobre la mesa.
—Soy Auditor: mi primera tarea es escuchar. Por favor, almirante Vorpatril, describame el curso de los acontecimientos desde su punto de vista. ?Como llegaron a esta situacion?
—?Desde mi punto de vista? —Vorpatril hizo una mueca—. Empezo como una simple y comun metedura de pata tras otra. Se suponia que debiamos atracar en la Estacion Graf durante cinco dias, esperando el traslado del cargamento contratado y los pasajeros. Como entonces no habia motivos para pensar que los cuadris fueran hostiles, di todos los permisos posibles, ya que es el procedimiento estandar.
Miles asintio. Los propositos de las escoltas militares barrayaresas a las naves de Komarr oscilaban desde lo explicito pasando por lo sutil hasta lo nunca dicho. Declaradamente, las escoltas disuadian a los piratas de las naves de carga y suministraban a la parte militar de la flota una experiencia que era apenas mas valiosa que los juegos de guerra. Mas sutilmente, proporcionaban oportunidades para todo tipo de recopilacion de inteligencia: economica, politica y social, ademas de militar. Y proporcionaban a montones de jovenes barrayareses, futuros oficiales y futuros civiles, los contactos necesarios con la amplia cultura galactica. En la parte que nunca se mencionaba estaban las constantes tensiones entre barrayareses y komarreses, legado de, segun el punto de vista de Miles, la conquista plenamente justificada de los segundos por parte de los primeros hacia una generacion. Era politica expresa del Emperador pasar de una situacion de ocupacion a otra de plena asimilacion politica y social entre los dos planetas. Ese proceso era lento y pedregoso.
—La nave
—?Entiendo correctamente que el teniente era el oficial de relaciones de seguridad barrayares a bordo de la
El capitan Brun hablo por primera vez.
—Si, milord.
Miles se volvio hacia el.
—Uno de los suyos, ?no? ?Como describiria al teniente Solian?
—Acababan de asignarlo —respondio Brun, luego vacilo—. No tenia una relacion personal estrecha con el,