»El anciano dejo escapar un ruido terrible, y sospecho que yo tambien emiti un sonido. Realmente, yo detestaba a Lestat. En ese momento pense en hacerlo salir de la habitacion.

»—Pues tu lo sabes, ?no es asi? Hasta un tonto como tu lo sabe —dijo Lestat.

»—Jamas me perdonaras, ?verdad? No ahora, ni siquiera despues de muerto —dijo el anciano.

»—?No se de que estas hablando! —protesto Lestat.

»A mi se me estaba terminando la paciencia y el anciano se agitaba cada vez mas. Le rogaba a Lestat que le escuchara. El asunto me hizo temblar. En el interin, Daniel habia venido y en el instante en que lo vi supe que estaba irremisiblemente perdido en Pointe du Lac. De haber prestado mas atencion, hubiera percibido senales de ello mucho antes. Me miro con ojos de vidrio. Yo era un monstruo para el.

»—El padre de monsieur Lestat esta muy enfermo. Moribundo —dije, ignorando su expresion—. No quiero que haya ruidos esta noche; los esclavos deben permanecer en sus cabanas. Esta por llegar un medico.

»Me miro como si yo estuviera mintiendo. Y entonces sus ojos se alejaron de mi, curiosa y friamente, y se dirigieron a la puerta del anciano. Su rostro sufrio tal cambio que me puse de pie de inmediato y yo tambien mire. Era Lestat, al pie de la cama, limpiandose furiosamente las unas y sonriendo de tal manera que sus dos grandes colmillos se le veian perfectamente.

El vampiro se detuvo y se le movian los dos hombros con una risa silenciosa. Miraba al muchacho, y este parecia cohibido ante la mesa. Pero ya habia mirado fijamente la boca del vampiro. Habia visto que sus labios tenian una textura diferente a la de su piel, que eran sedosos y delicadamente delineados, como los de cualquier persona, pero mortiferamente blancos; y habia vislumbrado los blancos dientes. Pero el vampiro tenia un modo de sonreir tan cuidadoso que jamas los exponia completamente; y el chico ni habia pensado en los colmillos hasta ese momento.

—Te puedes imaginar —dijo el vampiro— lo que eso significaba. Tuve que matarlo.

—?Que tuvo que? —dijo el muchacho.

—Tuve que matar al esclavo. Empezo a correr. Hubiera alarmado a todos los demas. Quiza pudiera haber sido arreglado de otro modo, pero yo no tuve tiempo. Entonces, corri tras el y lo alcance. Pero entonces, al encontrarme haciendo lo que no habia hecho durante cuatro anos, me detuve. Ese era un hombre. En la mano tenia su cuchillo de mango de hueso para defenderse. Pero se lo quite facilmente y se lo hundi en el corazon. Cayo al instante de rodillas, desangrandose, con los dedos alrededor de la hoja. Y la vision de la sangre, su olor, me enloquecieron. Creo que gemi en voz alta. Pero no me acerque; no pude hacerlo. Entonces recuerdo haber visto la figura de Lestat a traves del espejo del aparador.

»—?Por que hiciste eso? —me pregunto. Me di vuelta para mirarlo a la cara, decidido a que no me viera en ese estado de debilidad. El anciano deliraba, continuo diciendome; no podia acabar de comprender lo que decia el anciano.

»—Los esclavos… lo saben… Debes ir a las cabanas y vigilarlos —pude decirle—. Yo me ocupare de tu padre.

»—Matalo —dijo Lestat.

»—?Estas loco! —le conteste—. ?Es tu padre!

»—?Ya se que es mi padre! —dijo Lestat—. Por eso no puedo matarlo. ?No puedo matarlo! Si pudiera lo habria hecho hace mucho tiempo, ?maldito sea! —Se retorcio las manos—. Tenemos que irnos de aqui. Y mira lo que has hecho matando a este. No hay tiempo que perder. Su mujer estara aqui aullando dentro de unos momentos… ?o enviara a alguien aun peor!

El vampiro suspiro.

—Eso era verdad. Lestat tenia razon. Yo podia oir a los esclavos reuniendose en la cabana de Daniel, esperandolo. Daniel habia sido lo suficientemente valiente como para entrar en la casa embrujada. Si no regresaba, los esclavos serian presa del panico y se transformarian en una multitud peligrosa. Le dije a Lestat que los calmara, que usara toda su autoridad como amo blanco y que no los alarmase con sustos; entonces, entre en el dormitorio y cerre la puerta. Y sufri otro golpe en esa noche traumatica. Porque yo jamas habia visto al padre de Lestat en ese estado.

»Estaba sentado, inclinado hacia adelante, hablandole a Lestat, rogandole a Lestat que le contestase; diciendole que comprendia mejor su amargura que el mismo Lestat. Y era un cadaver viviente. Nada animaba su cuerpo hundido, salvo una voluntad determinada; por ende, sus ojos, debido a su resplandor, estaban todavia mas hundidos en su craneo, y sus labios, con los temblores, afeaban aun mas su boca amarilla. Me sente al pie de la cama, sufriendo de verlo en ese estado, y le di mi mano. No te puedo contar lo que me conmovio su aspecto. Porque cuando traigo la muerte, es algo rapido e inconsciente y que deja a la victima como en un sueno encantado. Pero esto era el decaimiento lento, el cuerpo negandose a rendirse al vampiro del tiempo que lo habia desangrado durante anos sin fin.

»—Lestat —dijo el—, por una sola vez, no seas malo conmigo. Por una sola vez, se para mi el muchacho que fuiste. Mi hijo —lo dijo una y otra vez—. Mi hijo, mi hijo…

»Y entonces, dijo algo que no pude oir sobre la inocencia y la destruccion de la inocencia. Pero pude ver que no deliraba como Lestat habia dicho, sino que poseia un terrible estado de lucidez. La carga del pasado estaba dentro de si con toda su fuerza; y el presente, que solo era la muerte, contra la que luchaba con toda su voluntad, nada podia hacer para aliviar esa carga. Pero yo sabia que podia enganarlo usando toda mi capacidad. Acercandome a el, le susurre la palabra:

»—Padre.

»No era la voz de Lestat, era la mia, un suave susurro. Pero se calmo de inmediato, y pense que moriria. Pero se aferro a mis manos, como si lo estuvieran chupando las grandes olas negras del oceano y solo yo pudiera salvarlo. Ahora hablo de un maestro rural, cualquier nombre, que habia visto en Lestat a un pupilo brillante y que le habia pedido llevarlo a un monasterio para su educacion. Se maldijo por haber traido de vuelta a Lestat a su casa, por quemar los libros.

»—Debes perdonarme por ello, Lestat —sollozo.

»Le aprete la mano, esperando que eso fuera una respuesta, pero repitio su ruego una y otra vez.

»—Ahora tienes todo para vivir, ?pero eres frio y brutal como yo fui con el trabajo, el frio y el hambre! Lestat, debes recordar. Eres el mas bueno de todos. Dios me perdonara si tu me perdonas.

»Pero, en ese momento, el verdadero Lestat aparecio en la puerta. Le hice un gesto para que guardara silencio, pero no lo vio. Entonces tuve que ponerme de pie rapidamente para que su padre no pudiera oir su voz a esa distancia. Los esclavos se habian escapado de su presencia.

»—Pero estan alli fuera; se han reunido en la oscuridad. Los oigo —dijo Lestat; y luego echo una mirada al anciano—. Matalo, Louis —me dijo, y su voz fue el primer ruego que le habia escuchado; y se puso hecho una furia—. ?Hazlo!

»—Acercate a su almohada —conteste— y dile que le perdonas todo, que le perdonas haberte sacado de la escuela cuando todavia eras un nino. Diselo inmediatamente, ahora mismo.

»—?Por que? —dijo Lestat, haciendo una mueca, y su cara parecio mas cadaverica—. ?Sacarme de la escuela! ?Maldito sea! ?Matalo! —dijo, dejando escapar un rugido de desesperacion.

»—No —dije yo—, tu lo perdonas o lo matas tu mismo. Vamos. Mata a tu propio padre.

»El anciano rogo que le dijeramos lo que estabamos diciendo. Y llamo:

»—Hijo, hijo.

»Y Lestat bailo como el enloquecido Rumpelstiltskin a punto de traspasar el suelo con el pie. Fui hasta el ventanal. Pude ver y oir a los esclavos congregandose alrededor de la casa de Pointe du Lac, formando redes en la oscuridad, aproximandose.

»—Tu eras Jose entre tus hermanos —dijo el anciano—. El mejor de todos, pero ?como lo podia yo saber? Lo supe cuando te fuiste, cuando pasaron todos esos anos y ellos no me ayudaron en nada, no me dieron ninguna paz. Y entonces tu regresaste y me sacaste de la finca, pero no eras el mismo. No eras el mismo muchacho.

»Me volvi a Lestat y practicamente lo arrastre hasta la cama. Nunca lo habia visto tan debil y al mismo tiempo enfurecido.

Se solto de mi y se arrodillo cerca de la almohada, echandome una mirada de odio. Yo me mantuve firme y le susurre:

»—?Perdonalo!

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