Se preparo. Cualquiera que entrara en el despacho de Bonvissuto sin permiso podia esperar un caluroso recibimiento.

La bronca que esperaba no llego. El profesor Bonvissuto no estaba alli. Sola en el cuarto, de pie junto al piano y mirandolo con fijeza e incertidumbre, habia una muchacha rubia y delgada.

El le devolvio la mirada. Su peinado era un poco desigual. No era muy alta, uno sesenta y cinco tal vez, y su vestido azul claro no le quedaba del todo bien. Drake, que no era ningun entendido en moda, no se dio cuenta de que habia sido confeccionado para alguien un poco mas alto. Pero lo mas sorprendente de ella, mucho mas significativo que su atuendo, era su edad. Aparentaba unos quince anos. Costaba creer que la madura voz de contralto que habia escuchado hubiera salido de ella.

—?Eres el siguiente? —pregunto ella por fin—. Pensaba que yo era la ultima. Enseguida viene.

Se daba cuenta de que estaba mirandola fijamente, pero ella tambien. Debia de asumir que el estaba alli para una audicion vocal. Le enseno su fajo de papeles.

—No he venido a cantar. Estaba haciendo un examen. Soy alumno del profesor Bonvissuto. ?Esa eras tu?

—?Yo que?

—Cantando. Blow the wind southerly.

—Si. ?Por que?

—Ha estado muy bien. —Queria anadir que habia sido asombroso, impresionante, conmovedor. En vez de eso dijo— ?Donde esta?

—?El profesor? Ha ido a apuntarme. Pensaba que no me iban a aceptar, y es el ultimo dia para inscribirse. Me ha dicho que el podia ejercer un poco de presion.

—Si. Se le da muy bien. —Drake, sin saber que hacer a continuacion pero renuente a marcharse, se sento en el taburete del piano.

—?Tocas? —pregunto ella a su espalda.

—Si. No muy bien. —Estaba convencido de que podia sentir su mirada critica clavada en su nuca. La musica estaba llena de prodigios: bebes que distinguian secuencias de acordes, concertistas que no contaban ni diez anos de edad, compositores que escribian grandes obras en la pubertad. Y aqui estaba el, superados los dieciocho y estudiando todavia. Quiso espetar que habia empezado tarde, que su familia era demasiado modesta como para pensar en clases de musica, que se habia acercado a la musica tan solo al descubrir que, casi en contra de su voluntad, las melodias surgian en su cabeza para acompanar los poemas que estuviera leyendo en ese momento.

No consiguio decir nada de eso. En cambio, para disimular su inseguridad, y con «Adormecimiento» todavia en la cabeza, empezo a tocar los tresillos agitados e inquietos de la introduccion de la cancion.

—Esa la he escuchado un par de veces —dijo la voz a su espalda—. Pero es una cancion para hombres. ?Te sabes Gretchen am Spinnrade?

?Margarita en la rueca? —Drake se sentia mucho mas comodo con la traduccion del aleman. Hizo una pausa antes de empezar a tocar una figura ritmica y acompasada.

—Eso es —dijo de inmediato la muchacha—. ?Sabias que Schubert la escribio cuando solo tenia diecisiete anos?

—Si. —Podia tratarse de una critica, senalando el hecho de que Drake tenia mas de diecisiete anos y no habia hecho nada. Pero antes de que pudiera decir nada mas, ella continuo:

—Para mi es un poco alto. Pero puedo apanarmelas. Empieza desde el principio.

Tras las cuatro figuras breves de la introduccion empezo a cantar:

Mein Ruh ist hin, mein Herz ist schwer. —«Mi paz se ha ido, me pesa el corazon». Drake, que entendia vagamente el aleman pero sentia la fuerte compenetracion musical que existia entre ellos, se concentro en el ejercicio, intuyendo y adaptandose a la linea vocal de la muchacha.

Tocaron la cancion entera. Tras los ultimos acordes pausados del piano se hizo un silencio absoluto. Drake se dio la vuelta y encontro en el rostro de ella una sonrisa que reflejaba su propio entusiasmo. Antes de que pudieran decir nada, se escucho un sonido en el umbral: cuatro aplausos monotonos.

—Sabras, ?no es asi?, que tocar mi Steinway sin permiso es motivo de castigo. —Bonvissuto se acerco a ellos—. ?Que haces aqui, Merlin?

Drake cogio sus hojas de examen y se las ofrecio.

—Ya he terminado.

—?Si? —Bonvissuto ojeo los papeles un par de segundos. Solto un bufido—. Le dije a Leila Nielsen que poner «Adormecimiento» era una tonteria, que seguro que la conocias. Da igual. Para la proxima hay un monton de cosas que no sabes. —Sonrio con sadismo—. ?Que tal te llevas con Webern? —Y antes de que Drake pudiera responder—: Venga, vamos. Largo, los dos. —Los espanto con las manos—. Merlin, hablaremos de tu examen manana por la manana. Werlich, te he matriculado. Es oficial. Ven manana a la una y practicaremos tu registro medio. Ahora, largo. ?A que estais esperando? —Y cuando ya estaban casi en la puerta—, ya que los dos vais a actuar juntos en publico, os conviene ensayar. Teneis que mejorar.

Drake sabia como se llamaba, al menos en parte. Werlich. Y ella sabia como se llamaba el. Se quedaron en el pasillo, mirandose.

—?Has oido eso? —dijo ella por fin—. Actuar juntos. ?Crees que hablaba en serio?

—No lo se. —Drake solo habia tocado ante grupos reducidos. La perspectiva de un concierto publico le helaba la sangre en las venas—. Aunque suele hablar en serio cuando se trata de musica.

Ella le tendio la mano.

—Anastasia Werlich. Ana para abreviar.

—Drake Merlin. —Le estrecho la mano y sintio la compulsion de desvelar su secreto—. En realidad me llamo Walter Drake Merlin, pero el Walter no me gusta nada.

—Pues no lo uses. No lo escogiste tu. A mi tampoco me gusta mucho el Werlich. —Fruncio el ceno—. ?Cuanto dinero tienes?

La pregunta lo desconcerto. ?Queria decir en el mundo, o en el bolsillo? En cualquier caso, la respuesta era insatisfactoria.

—Cuatro dolares.

Ella asintio.

—Vale. Yo tengo nueve. Asi que la rica soy yo. Te invito a una Cola.

—No bebo Cola. La cafeina y yo nos llevamos mal. Me pone de los nervios. —Drake se pregunto por que estaba diciendo algo tan rematadamente estupido. Ahi estaba, mas ansioso por continuar una conversacion con Ana de lo que habia estado nunca con nadie, y sonaba como si estuviera dandole largas.

Pero ella se limito a contestar:

—Pues entonces Sprite, o 7Up —y se dirigio a la cafeteria que habia en la otra parte del edificio.

Se pasaron el resto de la tarde charlando, tan absorto cada uno en el otro que la presencia de los demas clientes de la cafeteria era totalmente irrelevante.

Al principio a Drake le habia agradado descubrir que ella andaba tan escasa de dinero como el. Su dominio del aleman y su conocimiento del mundo no provenian de su costosa educacion en algun colegio privado de Europa, sino del hecho de que Ana era la hija de un militar y habia pasado su infancia yendo de una escuela a otra por toda Europa y casi todo el resto del mundo. Al igual que el, Ana era pobre, demasiado pobre para ir a la universidad sin una beca.

Y luego, despues de solo unas cuantas horas juntos, tener o dejar de tener dinero se hizo irrelevante.

Lo importante era que les gustaba tanto conversar y escuchar al otro que Ana estuvo a punto de perder el ultimo autobus de vuelta a casa. Lo importante era que cuando estaban en la parada de autobuses ella le dijo, con la franqueza que jamas perderia:

—Queria conocerte desde que tenia cinco anos.

Lo importante era que su rostro, con los ojos grises cerrados, se elevo hacia el para darle un breve beso de buenas noches. Cuando el autobus se alejaba Drake sintio la perdida mas profunda de sus dieciocho anos. Ya entonces sabia que habia encontrado a la chica que amaria eternamente.

Aquel primer dia sento las bases de todo el tiempo que iban a compartir. Estaban juntos siempre que podian. Cuando Ana tenia que actuar fuera de la ciudad siempre volvia a casa en el primer vuelo posible. Cuando las comisiones o las inauguraciones reclamaban a Drake en Nueva York, Miami o Los Angeles, era incapaz de

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