disfrutar de las cenas o cocteles de rigor que formaban parte del trato. No queria cenar ni beber gratis, ni tener que escuchar extravagantes halagos sobre su talento. Queria estar con Ana. Incluso al principio, cuando eran tan desesperadamente pobres, el preferia saltarse la cena para coger un taxi en vez del autobus y llegar a casa una hora antes.

Drake recordaba un dia en que Ana se vio implicada en un aparatoso accidente de trafico en la carretera de circunvalacion. Estaba en la cama con una fiebre de treinta y ocho cuando recibio una llamada telefonica de un completo desconocido, informandole del accidente pero asegurandole que Ana estaba perfectamente.

No recordaba haberse levantado ni vestido ni conducido hasta el lugar del accidente. Lo unico que recordaba era la espantosa sensacion de posible perdida, de la desgracia que se cernia sobre el hasta que volvio a tenerla entre sus brazos. Su coche era siniestro total, y el no se fijo ni le importaba. Estaba consumido por el miedo a perderla.

Y ahora…

Drake consulto la cara iluminada del reloj de la mesita. Era medianoche pasada, casi la una. Se levanto, fue al cuarto de bano y tiro al retrete la receta para los tranquilizantes que le habia dado Tom.

Mas adelante tendria tiempo para lamentaciones. Ahora tenia trabajo que hacer, y poco tiempo para hacerlo. Necesitaba todas sus facultades, libres de drogas. Durante doce anos Ana y el lo habian meditado y planificado todo juntos. Esta vez no seria asi. Ella tenia que volcar todas sus energias en la lucha contra la enfermedad. Dependia de el.

No sabia lo que iba a hacer, ni como lo haria. Lo unico que sabia era que iba a hacer algo.

Ana era toda su vida; sin ella no tenia nada.

No podria soportar su perdida.

No estaba dispuesto a perderla.

Nunca.

3

Segunda Oportunidad

Tres semanas y media de esfuerzos sin resultado. Tras la primera media decena de intentos Drake aprendio a desembarazarse sin piedad de las pistas falsas. Lamentablemente, antes de poder rechazarlas tenian que ser exploradas. Y habia tantas: homeopatia, acupuntura, interferon bipolarizado, amigdalina, reequilibrio de iones, meditacion, quelacion, manipulacion del aura de Kirlian, bioretroalimentacion, energia cuantica…

La lista parecia interminable, e inutil. Fueran cuales fueran sus virtudes, no podian curar a Ana.

Llegada la cuarta semana era evidente que Drake tenia que hacer algo. Ana, aunque no se quejaba nunca, empeoraba rapidamente. El estaba al limite de su resistencia. Dormia solo un par de horas por las noches, haciendo sus busquedas en bancos de datos y sus llamadas de telefono a larga distancia cuando Ana dormia sedada. Habia cancelado o aplazado todos sus compromisos, salvo una pequena pieza para la television que no podia esperar. La habia despachado en una unica sesion desesperada de diecisiete horas, escuchando mientras trabajaba con el ordenador la lejana voz del profesor Bonvissuto: «?Crees que escribes rapido y bien, Merlin? Es posible. Mozart escribio la obertura para Don Giovanni, la partitura entera, de una sentada».

Cuando Ana estaba despierta pasaban el tiempo en un mundo onirico y opiaceo, tocandose, sonriendose, saboreandose, divagando. Solo que Drake no habia tomado ninguna droga y no podia permitirse el lujo de divagar. Ni de esperar.

Al final se redujo a una sola opcion desesperada. Le hubiera gustado discutirlo con Ana, pero no podia. Si ella supiera que era lo que tenia en mente, se opondria. Le haria prometer, sobre su cuerpo moribundo, que desecharia la idea.

Por eso no debia enterarse, no debia sospecharlo siquiera.

Cuando hubo hecho todo cuanto podia y estuvo listo para dar el ultimo paso, llamo a Tom Lambert y le pidio que fuera a su casa.

Tom llego despues de cenar. Hacia un tiempo estupendo para estar a comienzos de abril, con los narcisos, los tulipanes y los jacintos en flor tras una primavera fria. La vida y la energia parecian estar en todas partes menos en la casa en penumbra. Ana descansaba en el dormitorio de la parte delantera. Tom la sometio a un breve examen y condujo a Drake a la sala de estar. Meneo la cabeza.

—Es mas rapido de lo que pensabamos. A este ritmo Anastasia entrara en un coma definitivo dentro de tres o cuatro dias. Tienes que dejarme que la lleve a un hospital. No puedes hacer nada por ella, y tienes que descansar. Por tu aspecto se diria que hace un mes que no duermes.

—Ya habra tiempo para dormir. Quiero que se quede aqui conmigo. De hecho, sera necesario. —Drake instalo a Tom en el asiento junto a la ventana y se acomodo frente a el, rodilla con rodilla. Le explico lo que llevaba haciendo una semana, y lo que queria que hiciera Tom en los proximos dias.

Lambert lo escucho sin decir palabra. Luego se encogio de hombros.

—Si eso es lo que quieres hacer, Drake, es cosa tuya. —Su mirada era triste—. Te ayudare, claro que si. Y estoy de acuerdo en que Anastasia no tiene nada que perder. Pero espero que sepas que nunca se ha practicado una congelacion y descongelacion con exito.

—Con peces, con anfibios…

—No te enganes, Drake. Los peces y los anfibios no son nada. Estamos hablando de seres humanos. Te dire que, en mi opinion, vas a malgastar tu tiempo y tu dinero. Y de paso te vas a poner las cosas aun mas dificiles. ?Que dice Ana al respecto?

—No mucho. —Era una mentira flagrante. Nunca le habia comentado la idea. Pero, ?como podria tomar cualquier decision, esta mas que ninguna, sin decirselo a Ana? Drake se obligo a no pensar en ello y continuo—. Esta dispuesta. Quiza mas por mi que por ella. Cree que no saldra bien, pero esta de acuerdo en que no tiene nada que perder. Mira, preferiria que no le comentaras nada. Es como…, como asumir que ya esta muerta. Ya me ocupo yo de los papeles. Y de conseguir la firma de Ana.

—Sera mejor que no espereis demasiado. —La expresion de Tom era sombria—. Si vais a hacerlo, Ana tendra que ser capaz de sostener un boligrafo.

—Ya lo se. Te digo que conseguire su firma.

Cuando Tom se hubo ido, Drake se dirigio al patio trasero. Todavia hacia calor en la calle, la promesa del verano. Pero la primavera era una burla, una broma cruel y despiadada. Deambulo entre los senderos. Habian creado este jardin con sus propias manos. Cuando se mudaron a la casa, hacia siete anos, el jardin estaba muy descuidado. No contenia mas que hierbajos y tierra desnuda. El se habia ocupado de casi todo el trabajo, pero siempre segun el diseno y la direccion de Ana. Estos senderos y arriates eran de ella, no de el. ?Como podria ser capaz de contemplarlos, cuando ella ya no estuviera?

Volvio adentro cinco minutos despues. Tenia que repasar de nuevo todos los tramites legales.

Tres dias despues, Drake volvio a llamar a Tom Lambert para que acudiera a la casa. El medico fue al dormitorio, tomo el pulso a Ana, le midio la presion arterial y la actividad cerebral.

Salio de la habitacion con gesto petreo.

—Me temo que este es el fin, Drake. Me sorprenderia que recuperara el conocimiento. Si sigues empenado en esto, tendras que hacerlo mientras conserve algunas funciones corporales normales. Tres dias mas…, y sera una perdida de tiempo.

Los dos hombres entraron juntos en el dormitorio. Drake echo un ultimo vistazo al rostro sereno y demacrado de Ana. Se dijo que esto no era un ultimo adios. Por fin hizo un gesto con la cabeza a Tom.

—Adelante. —No lograba apartar los ojos del rostro de Ana—. Cuando quieras.

Tiempo, tiempo. Una perdida de tiempo. Hasta el fin de los tiempos. El tiempo cura todas las heridas. ?Oh! Que vuelva el ayer, ruega al tiempo que regrese.

—?Drake? ?Drake? ?Te encuentras bien?

—Perdona. Estoy bien. —Asintio de nuevo—. Adelante, Tom. No tiene sentido esperar mas.

El medico dio la inyeccion. Juntos, levantaron a Ana de la cama y le quitaron la ropa. Drake trajo el tanque termal preparado. La deposito en su interior con delicadeza. Pesaba tan poco, era como si una parte de ella se

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