sistemas de interceptacion, que han neutralizado con exito los misiles indios antes de que alcanzaran su objetivo.

»Antes de este lanzamiento, China habia intentado permanecer neutral durante el largo conflicto entre sus vecinos. Neutralidad que, no obstante, ha sido puesta en entredicho con frecuencia, por haber sido comerciantes de armas chinos los principales suministradores de armamento de Pakistan.»

Mientras Christopher, Decker y Milner miraban la television, no dejaban de llegar nuevas informaciones. La guerra estaba desarrollandose a un ritmo frenetico. En respuesta a la intervencion de China, la India habia lanzado un ataque convencional contra sus estaciones de interceptacion y enviado al mismo tiempo cinco misiles mas contra Paquistan. Tres consiguieron ser neutralizados; dos alcanzaron sus objetivos.

Pakistan respondio entonces al ataque indio con el lanzamiento de sus propios misiles nucleares, y escasos minutos despues, la Guardia Islamica Paquistani detonaba el resto de las bombas colocadas en ciudades indias.

Durante una tregua momentanea en los ataques, la cadena dio paso a las imagenes que le llegaban via satelite de una camara instalada en un vehiculo de exploracion por control remoto y que mostraban las primeras escalofriantes escenas de los suburbios de Nueva Delhi. Todo se encontraba envuelto en llamas. Las calles estaban sembradas de escombros. En el cielo, una espesa humareda negra procedente de los incendios y la lluvia radioactiva ocultaba el Sol poniente como un pano negro. Por todas partes yacian cientos de personas, muertas o agonizantes. Justo delante del vehiculo, aparecio de repente, despatarrado en medio de la calle, el cuerpo casi desnudo de una joven india. La ropa, salvo unos pocos jirones, se habia quemado por completo. En las partes menos abrasadas de su cuerpo, donde todavia quedaba algo de piel, el estampado de flores del sari que vestia se habia grabado en su carne como un tatuaje.

Sentada junto al cuerpo de la joven, aturdida, una nina de tres o cuatro anos alzo la vista hacia el vehiculo y empezo a gritar. Las bombas no habian sido tan compasivas con ella como con su madre; en los dos o tres dias siguientes se iria apagando poco a poco hasta que la vida, finalmente, la dejara ir. La camara se poso sobre ella durante unos instantes. Tenia la piel cubierta de ampollas abiertas.

Christopher aparto la mirada de la pantalla.

– Yo podia haberlo evitado -dijo.

Sus palabras tardaron un poco en traspasar el espanto y registrarse en la mente de Decker.

– Christopher, no habia nada que pudieras hacer -contesto Decker-. Es inutil que te eches la culpa.

– Pero algo si que podia haber hecho. Antes de salir de Nueva York te dije que Faure iba a hacer algo que desencadenaria una catastrofe, y que nada de lo que yo hiciese podria evitarlo. Pero no era verdad. Habia una cosa que si podia haber hecho. Y ahora, por culpa de mi indecision, han muerto millones de personas y van a morir muchas mas. Incluso despues de la guerra seguiran muriendo a causa de la lluvia y el envenenamiento radioactivos. Y si la ONU no acude de inmediato en su ayuda, moriran muchos millones mas de hambre y enfermedades.

– Pero es absurdo que te culpes por esto. Si todo es el resultado de alguna decision de Faure, entonces la responsabilidad es suya y solamente suya.

– Oh, claro que la responsabilidad es enteramente de Faure. Fue el quien restituyo al general Brooks y lo puso de nuevo al mando, y fue el quien indico a Brooks que lanzara los dos ultimatos. Con el primero, Faure pretendia rematar la guerra a favor de la India. A cambio esperaba obtener el apoyo de Nikhil Gandhi a su candidatura a futuro secretario general. Con el segundo ultimatum, Faure creyo que podria doblegar a la Guardia Islamica. El general Brooks le aseguro que la Guardia no tenia colocadas bombas atomicas en la India, ?pero Faure sabia el riesgo que estaba corriendo! Si no habia bombas, el ultimatum destaparia el farol de la Guardia India. Por otra parte, si la amenaza era real, Faure sabia que la guerra desestabilizaria la India hasta tal punto que Gandhi tendria que regresar casi con toda seguridad para la reconstruccion y entonces, Rajiv Advani le sustituiria como miembro permanente en el Consejo de Seguridad. Fuere cual fuere el resultado, Faure sabia que saldria beneficiado.

– ?Estas seguro de lo que dices? -pregunto Decker, incapaz de creer que Faure sacrificase tantas vidas para convertirse en secretario general.

– Lo estoy -repuso Christopher-. No digo que Faure pretendiera desencadenar una guerra nuclear. Pero con su inagotable ansia de poder, su desidia al frente de la OMP y la designacion de hombres corruptos, Faure creo el ambiente propicio para una guerra. Luego, en su desesperada carrera por convertirse en secretario general, lanzo a los combatientes uno contra otro.

– Christopher tiene razon -afirmo Milner.

– Faure tambien es el responsable del asesinato de la embajadora Lee -anadio Christopher-. Y ahora planea el de Yuri Kruszkegin. No hay nada que no sea capaz de hacer con tal de alcanzar sus objetivos. He de detenerle ahora, antes de que haga mas dano.

– ?Y por que no se limito a asesinar a Gandhi, en lugar de comprometer tantas vidas? -pregunto Decker, que todavia intentaba asimilar la magnitud de la maldad de Faure.

– La muerte de la embajadora Lee se atribuyo a un accidente -contesto Milner-. Y muchos considerarian la de Kruszkegin una mera coincidencia. Pero nadie atribuiria al azar la muerte de tres miembros permanentes, sobre todo si al poco tiempo Faure consigue la Secretaria General precisamente gracias a la sustitucion de esos representantes. Ademas, el asesinato de Gandhi no iba a librarle de tener que lidiar desde la Secretaria General con los problemas de la India y Pakistan. Era mucho mejor intentar solucionar la guerra lo antes posible a favor de la India y congraciarse con Gandhi que dejar que recayeran sobre el las sospechas de tres muertes prematuras.

– ?Que vas a hacer? -pregunto Decker a Christopher.

– En el tercer capitulo del Eclesiastes -repuso Christopher-, el rey Salomon escribio que todo tiene su tiempo: su hora de nacer y su hora de morir, su hora de plantar y su hora de arrancar lo plantado; su hora de curar y su hora de matar.

Decker traslado su mirada de Christopher a Milner varias veces antes de volverse hacia la pantalla del televisor. Mientras la camara ofrecia una vista panoramica de la devastacion, en la distancia, alli donde la humareda y la nube radioactiva no habian envuelto la tierra con su funebre velo, la Luna se elevo sobre el horizonte, un globo rojo como la sangre en el cielo profanado.

* * *

El avion tardo dos horas mas en aterrizar en Nueva York. Fueron directamente a la sede de Naciones Unidas, donde el Consejo de Seguridad celebraba una reunion a puerta cerrada. En oriente caia la noche y la guerra avanzaba imparable. Las cabezas nucleares se precipitaban sobre la Tierra como frutos maduros e iluminaban el cielo como estrellas fugaces. La destruccion se extendio casi mil kilometros por el interior de China, mientras que al sur llegaba hasta la ciudad india de Hyderabad. Al oeste y al norte de Pakistan, las gentes de Afganistan, el sudeste de Iran y el sur de Tajikistan reunian a sus familias y tras juntar todo lo que podian cargar a la espalda se batian en rapida retirada, huyendo de la guerra. En pocos dias, la climatologia local inundaria sus campos, rios y arroyos con lluvia toxica.

Pakistan era ya poco mas que una tumba abierta. La India habia agotado por completo su arsenal. Lo que le quedaba de ejercito sobrevivia en pequenos racimos completamente aislados del mando central. La mayoria de los soldados moriria pronto a causa de la radiacion. China era la unica potencia combatiente que todavia conservaba el control sobre su ejercito y no tenia ningun interes en continuar con la guerra.

Las pocas horas transcurridas desde su partida de Israel y la llegada a la ONU habian sido suficientes para que comenzara y finalizara la guerra. La estimacion final de bajas iba a superar los cuatrocientos veinte millones. No habia ganadores.

* * *

Christopher abrio la puerta de la sala del Consejo de Seguridad y entro como una exhalacion, seguido de cerca por Decker y Milner. Todos los presentes conocian a Decker, pero hacia un ano y medio que no veian a Milner y el cambio experimentado por Christopher no se reducia al pelo y la barba; su semblante era otro muy distinto. Al reconocer a Christopher, Gerard Poupardin, que estaba sentado a cierta distancia de Faure, miro a otro

Вы читаете El nacimiento de una era
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×