Cruzamos los pasillos casi pegadas a la pared, parecemos las protagonistas de esa serie que me gustaba tanto, «Los angeles de Charlie» o, aun peor, y para no salirnos del tema, las de «Sexo en Nueva York», con alguna que otra diferencia, claro… ?Nosotras somos mas jovenes!
– Aqui. Entrad aqui.
Miro solo un segundo alrededor y, al ver que no hay nadie, las empujo una detras de otra al interior del cuarto de bano.
– Ah, pero ?que pretendes hacer? -Clod parece preocupada-. ?Tienes drogas?
– ?Anda ya! -Alis se encoge de hombros-. Como mucho querra escribir algo en la pared, como hace de vez en cuando la gente… Y quiere que la ayudemos.
– No… Tengo que ensenaros una cosa.
Subo a la taza del vater y asomo la cabeza por detras de la cisterna. Introduzco una mano, la llevo hasta el fondo y busco, hurgo cada vez mas de prisa. Despues bajo de nuevo al suelo.
– ?Nada! ?Que capullos! Alguien me la ha mangado.
– ?El que? ?Que tenias ahi detras?
Se lo cuento todo, la confirmacion de Matt, la fiesta, los Ratas encerrados en la habitacion, el descubrimiento de la revista pornografica, el escondite de esta manana en el bano y, al final, el robo. Me escuchan con curiosidad, pero al final las veo indecisas.
– ?Que pasa? ?No me creeis?
Las miro a las dos.
– Oh, si, si-
Pero ?sabeis cuando la gente te dice las cosas por decir, sin creerselas ni siquiera un poco? Clod, en cambio, ya esta pensando en algo distinto.
– Oye, ?que os parece si salimos? Dentro de un momento se acaba el recreo.
De modo que poco despues bajamos por la escalera que conduce al patio.
– En cualquier caso, os aseguro que estaba ahi…
Al final damos por zanjado el asunto y nos concentramos en el recreo. Clod se pone las botas como suele tener por costumbre, se sumerge en un paquete de patatas Chipster y se olvida de inmediato de la historia del bano, de la revista y de todo lo demas. Despues de haber mordisqueado una pizza pequena y de haberla desechado porque no le gustaba, Alis me da una palmada en el hombro.
– Venga. Caro, no tiene tanta importancia.
Y se aleja dejandome con la duda de si se habra creido de verdad la historia de la revista porno. Solo se una cosa: he evitado en lo posible cruzarme con Biondi y con Matt, que lo han largado todo, y con el resto de los Ratas, que, a buen seguro, estan al corriente. Ademas, otra de las cosas que me impresionan esa manana… Cuando salgo del colegio, Lillo, el portero, me saluda con una sonrisa.
– ?Adios, Carolina!
Jamas lo ha hecho. Y. ademas, es particularmente extrano, da la impresion de que esta cansado aunque a la vez alegre y satisfecho. ?Habra sido el quien me ha robado la revista?
A mis espaldas, mientras sigo hojeando el libro, aparece Sandro, el dependiente de la libreria.
– Bueno, entonces ?que? ?No te lo llevas?
Me lo dice casi con aire de desafio, como si no tuviese valor… Pero ya ves tu lo que me importa a mi. Al final elijo otro y ni siquiera le contesto. Hago como si nada. No lo tengo en cuenta en absoluto. ?Si no soporto responder y tener que dar explicaciones a mis padres, asi que menos aun a ese tipo! Deambulo libremente entre las estanterias. A continuacion decido escuchar un CD de James Blunt,
Me acerco a la caja.
– Buenos dias… Me llevo este.
Se acerca de nuevo Sandro, el dependiente.
– Ah,
– Gracias…
?Se puede saber que quiere ese tipo? No lo entiendo, ?debe echar por tierra mi eleccion como sea? No lo comprendo. Quiza el libro encierre un mensaje oculto, o tal vez Zoe Trope, o quienquiera que escriba en su nombre, le haya birlado la novia ese Sandro. Bah.
Pago. Salgo y echo a andar. Me paro delante de un escaparate. Esos zapatos le encantarian a mi madre. Parecen comodos. Son bajos, elegantes, aunque tambien un poco deportivos, negros y brillantes. Mi madre trabaja todo el dia en una gran tintoreria. Es un trabajo pesado, siempre estas en contacto con la plancha y el vapor. Hace calor. Se suda y se trabaja un monton. Planchas y lavas la ropa. Las mismas cosas que, despues, le toca hacer tambien en casa, solo que ahi no te pagan. Mientras que alli, si las cosas no estan listas cuando toca o salen mal, te las cargas. Hay clientes maleducados. Al menos, eso es lo que me cuenta. Yo solo he estado una vez donde ella trabaja, cuando era pequena, un dia que no supo con quien dejarme. Yo la miraba, no se paraba nunca. ?Dice que asi se mantiene en forma gratis: Los zapatos cuestan ochenta y nueve euros y yo los estoy ahorrando, ya casi he alcanzado esa cifra. Luego, de improviso, oigo una voz alegre.
– Es este, ?verdad?
Veo el CD de James Blunt. Y oigo tambien la musica, justo la cancion que tanto me gusta. Parece cosa de magia. Me asusto, me ruborizo, sonrio a mi vez. Y el esta alli, reflejado en el escaparate, detras de mi, casi abrazandome. La musica sale de su telefono movil. Despues aparece sobre mi hombro sonriendo. Casi me olfatea. Me rodea, me mira y no dice nada, aunque no deja ni por un momento de sonreir.
– Toma, lo he comprado para ti. -Y me lo mete en un bolsillo del bolso, dejandolo caer-. Me ha dado la impresion de que te gustaba.
Sonrie nuevamente y apaga su movil. Yo permanezco en silencio. Me recuerda a una escena de aquella pelicula que vi una vez en casa a escondidas y que habia mangado de la videoteca de R. J. con Clod y Alis. ?Como se titulaba? Ah, si.
– Gracias, pero no puedo aceptarlo.
– Te lo ha dicho tu madre, ?eh? Eso solo vale para los caramelos que te ofrecen los desconocidos. ?Este no tienes que comertelo!
Me lo tiende de nuevo.
– Puedes escucharlo cuando quieras… -me dice risueno.
Es amable. Parece simpatico. Debe de tener unos veinte anos, quiza diecinueve. Y me gusta mas que Mickey Rourke. Y ya no parece tan seguro de si mismo como cuando nuestras miradas se han cruzado en el espejo. Sonrie y me escruta. Parece mas tierno. Me gustaria llamarlo «tiernoso»…, pero no es cuestion de arruinarlo todo