Nunca podre agradecer lo suficiente a Susan Lee, una brillante y joven periodista que ha trabajado en este proyecto como reportera e investigadora, comprobando datos durante meses. Ella encarna las mejores cualidades de la profesion: pasion, inteligencia y tenacidad.

Muchos amigos acudieron tambien en mi ayuda ofreciendome sus conocimientos sobre el mundo de la edicion al tiempo que me animaban a seguir adelante. Quiero transmitir mi agradecimiento en especial a Burkhard Bilger, Jonathan Chait, Warren Cohen, Jonathan Cohn, Amy Davidson, Jeffrey Frank, Lawrence Friedman, Tad Friend, David Greenberg, Raffi Khatchadourian, Larissa MacFarquhar, Katherine Marsh, Stephen Metcalf, Ian Parker, Nick Paumgarten, Alex Ross, Margaret Talbot y Jason Zengerle.

He tenido la gran suerte tambien de estar rodeado de editores de inmenso talento en el The New Yorker. Daniel Zalewski, uno de los editores mas astutos y diestros del gremio, edito a conciencia todos los articulos aparecidos en la revista y contribuyo de forma inestimable al contenido de este libro. Dorothy Wickenden, que trabajo en el manuscrito incluso durante sus vacaciones, mejoro el texto de forma extraordinaria con sus impecables correcciones. Elizabeth Pearson-Griffiths es una de esas editoras que, haciendo gala de una gran discrecion, fomenta las capacidades de cada uno de sus escritores, y todo el contenido del libro se beneficia de su ojo infalible y de su dominio del lenguaje. Tampoco podre expresar suficiente gratitud a David Remnick, que accedio a enviarme a la selva en busca de Z y que, cuando el proyecto empezo a tomar forma y se convirtio en un reto para mi, hizo cuanto pudo para asegurarse de que lo llevara a cabo. Este libro no existiria sin el.

Kathy Robbins y David Halpern, de Robbins Office y Matthew Snyder, de CAA, son mucho mas que grandes agentes: son consejeros sabios, fieles aliados y, ante todo, amigos. Quiero dar las gracias tambien al resto del personal de Robbins Office, en especial a Kate Rizzo.

Una de las mayores gratificaciones que me ha aportado este libro ha sido la oportunidad de trabajar con el extraordinario equipo de Doubleday. William Thomas ha sido lo que todos los escritores suenan con encontrar: un editor incisivo y meticuloso ademas de un luchador infatigable, que lo ha dado todo por este proyecto. Stephen Rubin superviso esta obra desde su concepcion hasta su publicacion con un espiritu indomable y una gran sabiduria. En realidad, todo el equipo de Doubleday -entre otros, Bette Alexander, Maria Carella, Melissa Danaczko, Todd Doughty, Patricia Flynn, John Fontana, Catherine Pollock, Ingrid Sterner y Kathy Trager- ha sido maravilloso.

John y Nina Darnton no solo son unos suegros fantasticos, sino tambien excelentes editores. Mi hermana, Alison, y su familia, y mi hermano, Edward, han sido una fuente constante de animo. Tambien lo ha sido mi madre, Phyllis, que durante toda mi vida ha sido para mi una asombrosa tutora en expresion escrita. Mi padre, Victor, no solo me ha apoyado en todos los sentidos, sino que ademas sigue ensenandome las maravillas que aporta una vida intrepida.

Confio en que un dia mi hijo, Zachary, y mi hija, Ella, que nacio despues de mi viaje, lean este libro y piensen que quiza su padre no era al fin y al cabo tan viejo y aburrido. Por ultimo, quiero dar las gracias a mi esposa, Kyra, que ha aportado a esta obra mas de lo que las palabras pueden expresar, y es, y siempre lo sera, todo para mi. Juntos, Kyra, Zachary y Ella me han proporcionado el viaje mas gratificante e inesperado de todos.

David Grann

***

[1] Esta y todas las palabras en espanol y cursiva del libro aparecen tambien en espanol en el original. (N. de la T.)

[2] Sopa deshidratada en polvo. (TV. de U T.)

[3] Bombardeo de Londres por parte de los alemanes en 1940-1941. (N. de la T.)

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