Capitulo 8

Llegue al hospital antes de hora, pero Sarah ya estaba esperandome.

– Esta en una habitacion privada -me explico cuando nos disponiamos a entrar en el ascensor para subir a la sexta planta-. Asi que no hace falta que te preocupes por si alguien te contagia. -Y acto seguido anadio-: Me alegro mucho de que hayas venido. Detesto visitarlo sola.

Entramos en la habitacion y me quede mirando al ninito de la cama. Parecia profundamente dormido. De no haber sido por los aparatos que lo rodeaban, habria jurado que podria despertarlo sacudiendolo por los hombros. Tenia un gotero de suero conectado a un brazo. A su derecha habia una maquina con un monitor. Las cifras y las lineas no paraban de cambiar y emitia un pitido intermitente.

– Este es Andy -dijo Sarah. Se volvio para mirarme y pregunto-: ?Que pasa?

– ?No deberiamos hablar en voz baja? Para no molestarlo.

Sarah rio, y me di cuenta de que habia dicho una estupidez.

– Danny, si nos oye y despierta sera bueno, ?recuerdas?

– Claro -repuse-. Lo siento.

– ?No quieres decirle hola?

– ?A Andy?

– Si.

Lo mire y trague saliva, nervioso. Tenia una carita redonda y el mismo color de pelo que su hermana. Y tambien la nariz pecosa. Estaba con la boca medio abierta y llevaba un pijama del oso Rupert, como los que yo usaba de pequeno.

– Hola, Andy -dije, sintiendome torpe y cohibido.

– Andy, este es mi amigo Danny. Ha venido a visitarte.

– ?Crees que puede oirnos? -pregunte, y ella se encogio de hombros.

– Los medicos dicen que si. Y aunque no sea asi, no le hace ningun dano que le hablemos, ?no crees? Es mejor que quedarse aqui sentado sin decir nada.

– Supongo que si. No da la impresion de sentir dolor, ?verdad?

– No -respondio Sarah negando con la cabeza. De pronto parecio muy triste y anadio-: Al menos, eso espero.

– Mi hermano Pete estuvo en el hospital una vez, cuando lo operaron de apendicitis. Se salto las tres ultimas semanas de colegio.

Pete llevaba varios dias quejandose de que le dolia la barriga, pero nadie lo habia creido. Entonces, una noche, le habia reventado el apendice y podria haberse muerto; aunque no murio, si tuvo que ir en ambulancia. No se que habria hecho mi madre si no se hubiese recuperado, porque es su favorito.

Me volvi al advertir que Sarah ya no estaba a mi lado. Se habia sentado en la butaca en una esquina de la habitacion, la cara entre las manos.

– Sarah -la llame en voz baja, acercandome-. ?Estas bien?

– Se suponia que solo era un juego -respondio levantando la vista hacia mi. Estaba palida, pero no lloraba-. No tenia que acabar asi.

– ?Que? ?Que era un juego?

– La tarde que lo atropellaron. Muchas veces jugabamos a eso, a apostar que hariamos una cosa u otra. Andy siempre hacia lo que yo le pedia.

Quise sentarme, pero el unico sitio posible era el borde de la cama, y no me parecio prudente.

– Esa tarde -continuo Sarah-, le propuse jugar al «ring ring, corre corre». ?Has jugado alguna vez?

– Claro, sobre todo antes, hace un tiempo. Es guay ir llamando a timbres y salir corriendo.

– Ya. En una casa enfrente de la nuestra, en el numero cuarenta y dos, tienen dentro un perro grande que se pone a ladrar corno loco si te acercas a la puerta. Aposte con Andy a que no conseguiria recorrer el sendero de entrada sin que el perro lo oyera; luego tenia que llamar al timbre y salir corriendo. Le explique que lo vigilaria desde la ventana de mi habitacion en el piso de arriba. Y el aposto a que si lo haria. Recorrio el sendero y al llegar ante la puerta se dio la vuelta, me miro muy sonriente y levanto el pulgar para indicar que el perro no ladraba. Entonces se volvio para pulsar el timbre. En cuanto lo hizo, supe que el perro habia enloquecido, porque Andy dio un brinco. Se asusto tanto que salio pitando y corrio derecho a la calle sin mirar, y cuando lo hizo… cuando cruzo a la carrera… fue entonces cuando…

Volvio a ocultar la cara entre las manos, y ahora si la oi sollozar.

– Sarah… -Me acerque, sin saber muy bien como consolarla.

– ?Lo ves, Danny? -anadio mirandome-. Fue culpa mia. Si no le hubiese propuesto ese estupido juego, si no hubiera apostado a que no lograria llamar al timbre del numero cuarenta y dos…

– Entonces mi madre nunca lo habria atropellado -repuse, completando su frase. Al pensarlo, empece a sentirme furioso-. Mama cree que fue culpa suya. Pero no es asi, ?verdad?

Quise anadir algo, contarle como andaban las cosas en mi casa por culpa de aquel estupido juego, pero de pronto oi voces al otro lado de la puerta, y los dos la miramos, y a continuacion nos miramos uno al otro, asustados.

– ?Son mis padres! -exclamo en un susurro, palideciendo aun mas-. Tienes que esconderte. Se enfadaran mucho si te encuentran aqui. ?Corre, debajo de la cama!

– ?Que?

– Metete debajo. Las sabanas llegan casi al suelo. No te veran.

Me volvi y mire la cama de Andy. El ultimo sitio en que deseaba estar era ahi abajo.

– No puedo -dije negando con la cabeza-. No puedo hacerlo.

– Danny, por favor -insistio.

La puerta se entreabrio y oimos a una mujer que hablaba con un medico en el pasillo.

– ?Rapido! -exclamo Sarah, y me empujo.

Antes de advertir muy bien que ocurria me encontre deslizandome por el suelo bajo la cama. En cuanto me hube escondido, oi que la puerta se abria del todo y capte ruido de pasos: alguien estaba entrando en la habitacion.

– Sarah, estas aqui -dijo una voz de mujer.

Se acerco mucho a donde estaba yo, y supe que estaba inclinandose para besar a Andy, porque oli su perfume y la oi susurrar:

– Hola, carino.

– ?Has estado llorando? -pregunto el padre.

– Un poquito -contesto Sarah.

– No soporto verte tan alterada -dijo la madre y suspiro hondo-. Cuando pienso en lo que esa mujer ha hecho a nuestra familia…

Esboce una mueca de rabia. Confie en que no empezara a hablar mal de mi madre, porque entonces no sabria como actuar.

– Hemos hablado con el doctor Harris -intervino el padre-. Dice que Andy sigue estable por el momento, lo que es buena senal. Al menos no ha empeorado.

– Mas vale contarselo, Michael.

– ?Contarme que? -quiso saber Sarah.

Hubo una breve pausa.

– Esta tarde estuvimos en la comisaria -prosiguio al fin el padre-. Nos confirmaron que no van a presentar cargos contra Rachel Delaney.

– ?Es increible! -espeto la madre, furiosa-. Esa maniaca pasa a toda velocidad por nuestra calle, casi mata a mi hijito, y ni siquiera van a formular cargos contra ella. Que clase de sistema judicial tenemos cuando alguien que…

– Samantha, ya nos lo han explicado. No fue del todo culpa suya.

– Pero ?que estas diciendo? ?Que fue culpa de Andy? ?Estas culpandolo de lo ocurrido?

– Por supuesto que no. Solo digo que…

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