advertido que no se molestara en volver a telefonear hasta que tuviera la cabeza mas despejada.

– Entonces ?por que has dicho que no te habian regalado nada? -quiso saber Luke.

– Se referia a que ni su madre ni yo le hemos hecho un regalo -explico papa-. Pero este fin de semana saldremos los tres para comprarle algo especial.

– Pero no es lo mismo -opino Luke-. Tienes que recibirlo el dia de tu cumpleanos, o no cuenta.

– Calla y come, Luke -le espeto su madre.

– Pero si todavia no nos han servido la cena -repuso el sorprendido, y tuve que morderme el labio para no reir.

– Luke tiene razon -dijo papa consultando el reloj-. Ya se retrasa veinticinco minutos.

– Ahora vendra, Russell, ya veras -lo tranquilizo la abuela.

– Me alegra que estes tan segura.

– Uno de nosotros deberia haberla acompanado -anadio la abuela-. Para asegurarse de que estuviera bien.

– Quiza deberia ir a echar un vistazo -sugirio la senora Kennedy-. A lo mejor fue a dar un paseo.

– No es muy recomendable pasear por la zona de noche -comento Benjamin Benson rascandose la barba-. Lo mas probable es que te atraquen, te maten o algo peor.

– Tu padre tiene una forma bastante graciosa de ver las cosas -le dijo el abuelo a Luke.

– No es mi padre -contesto el.

– Podria darme una vuelta rapida por el barrio para ver si…

– ?No! -exclamo papa dando un punetazo en la mesa que nos sobresalto a todos. Por un momento, nadie hablo. Nos limitamos a mirarlo fijamente-. Lleva media hora de retraso y todos tenemos hambre; ademas, es el cumpleanos de Danny. Es hora de cenar. -Miro a la abuela-. Belinda, tal vez podrias ayudarme a servir.

Y a continuacion se fue a la cocina; entonces supe que en mi cena de cumpleanos el octavo asiento seguiria vacio el resto de la velada.

Estabamos tomando el pastel cuando a las nueve menos cuarto se abrio la puerta y mi madre entro en el comedor, silenciosa como un fantasma.

– ?Que pasa aqui? -pregunto-. Oh, vaya, me habia olvidado. Esta noche cocinabas tu, ?no?

– Para cenar a las siete -respondio papa-. Dijiste que estarias de vuelta a esa hora.

– Me he retrasado. Lo siento si he…

– Eso no es suficiente -la interrumpio papa con voz firme-. No es suficiente en absoluto. Es el cumpleanos de Danny y dijiste que…

– Russell, ya he dicho que lo siento -espeto mi madre-. Me he retrasado.

– No tenias intencion de venir.

– ?Oh, calla ya, Russell, por el amor de Dios! -exclamo mama, y todos nos sobresaltamos excepto mi padre, que permanecio inmovil, antes de levantarse y acercarse a ella.

– A mi no me grites -dijo muy despacio, espaciando mucho las palabras.

– Rachel, querida, que tal si te sientas y te caliento un poco de…

– Se queda sin cenar -declaro papa volviendose hacia la abuela, que callo de inmediato y asintio con la cabeza, comprendiendo quien estaba al mando-. Si no es capaz de llegar a casa a tiempo, pues no cena.

Oi jadear a mama, pero no quise mirarla. Entonces solto un bufido que parecio casi una carcajada.

– ?Que si no llego a tiempo no ceno? -pregunto con tono de sorpresa-. ?Cuantos anos tengo, ocho? Si, mama, si pudieses calentarme algo te lo agradeceria.

– Quedate donde estas, Belinda -ordeno papa, y se acerco mas a mi madre sin hablar, solo mirandola como si ya no la reconociera.

Todos observamos la escena conteniendo el aliento. En esa ocasion, cuando mi madre hablo, la voz se le quebro un poco, como si supiera que iba a desencadenarse una pelea largo tiempo postergada y en realidad quisiera aplazarla aun mas. Solo un par de dias. Hasta que se sintiera un poco mas fuerte.

– Lo siento -musito con lagrimas en los ojos.

– Ya no aguanto mas esta situacion, Rachel -dijo papa-. Ninguno de nosotros puede mas.

– ?Que no aguantas mas? -exclamo ella, recuperando de pronto su tono habitual. Comprendi que esa era ahora mi madre: una persona de la que no sabias que esperar-. ?Que no aguantas mas? Tu no tienes este peso terrible en la conciencia, Russell. Tu no estuviste a punto de matar a un nino. Tu no has de cargar con ello, ?verdad?

– Y tu tampoco -respondio el mostrandose firme-. Fue un accidente. El nino aun esta vivo. Pero Danny tambien lo esta, por si no te habias dado cuenta.

Y lo mismo Pete. ?Que me dices de los chicos, Rachel? ?No puedes pensar en ellos por una vez?

Me volvi en la silla para mirarla, sintiendome tambien a punto de llorar. Me observo un instante y nego con la cabeza.

– Solo hay uno que importa -declaro, y supe que no estaba pensando en mi.

Normalmente habria supuesto que se referia a Pete, porque era su favorito, pero en ese instante me di cuenta de el unico nino que importaba era Andy.

Esa misma noche mucho mas tarde, pasadas las once, estaba sacando a la calle los cubos de basura para la recogida de la manana cuando oi una voz que susurraba mi nombre:

– ?Danny! ?Danny! ?Estoy aqui!

Mire alrededor con rapidez, buscando de donde procedia, y en ese momento ella salio de detras de un arbol.

– Sarah -dije, yendo a su encuentro-. Has vuelto.

– Lo siento. No estaba segura de si debia hacerlo.

– Me alegro de que hayas venido.

– No puedo quedarme mucho rato -explico-. Si se percatan de que no estoy en casa voy a meterme en un buen lio.

Asenti en silencio. Quise contarle que era mi cumpleanos, pero no me salian las palabras. Me pregunte que haria Sarah si lo supiera. Si me daria un beso.

– Quiero pedirte una cosa -dijo.

– ?Que?

– ?Que haces el lunes?

– Nada.

– Por la tarde ire al hospital sola. Mis padres no acudiran hasta la noche. ?Querras acompanarme?

Titubee, no muy seguro de si en realidad deseaba ver que le habia hecho mi madre a su hermano. Mire el suelo, consciente de que tal vez no fuera buena idea.

– Por favor, Danny -insistio-. Me gustaria que lo vieras.

– ?Por que dijiste que habia sido culpa tuya?

– ?Que?

– El otro dia, en el parque. Dijiste que fue culpa tuya, no de mi madre. ?A que te referias?

Ahora la que titubeo fue ella. Aparto la vista un instante, luego volvio a mirarme y asintio con la cabeza.

– Porque… -empezo, pero entonces se abrio la puerta lateral y oi salir a papa.

– ?Danny? -llamo-. Danny, ?estas ahi fuera? ?Por que tardas tanto?

– El lunes a las cuatro en punto -susurro Sarah cogiendome del brazo-. En la puerta del hospital. Te lo explicare todo, te lo prometo. -Y salio disparada calle abajo.

– Danny -repitio mi padre, acercandose-. ?Que haces aqui fuera solo? Vamos, vuelve adentro.

Asenti con un gesto.

– Si, ahora iba.

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