despues de que la nave se llevara a las hijas de las tormentas, seamos capaces de encontrar un medio de comunicarnos con ellos… ?Pero y si ha estado ahi siempre, sin que nos dieramos cuenta, y es justo ahora que sabemos que existen, cuando lo que antes carecia de sentido lo tiene de pronto?

– Te estas aferrando a una esperanza.

– ?Y me aferrare a todas las que sea, David! -alzo la voz.

Una pareja de japoneses, discretos como todos los japoneses, la cubrio con una mirada de disgusto.

– ?No digo que no te aferres, pero no olvides lo mas importante!

– ?Y que es lo mas importante?

– ?Vivir!

La palabra la atraveso. Habia tenido un tipo de vida antes, en la infancia, hasta la desaparicion de su madre. Y otra desde ese momento hasta el de la revelacion de quien era ella y cual su naturaleza. Finalmente, su vida actual arrancaba en ese punto y todavia se hallaba inmersa en ella, buscando su lugar sin encontrarlo.

Su mitad humana le hablaba de serenidad y su mitad extraterrestre la hacia rebelarse.

– No puedo olvidar, David.

– Dime una cosa: ?de que serviria abrir esa puerta, o encontrar esa llave, comunicarte con ellos?

– Necesito saber.

– ?Ya sabes lo suficiente! -su disputa telefonica no era la primera, y tal vez no fuese la ultima-. Ellos dejaron a cincuenta y dos mujeres como testigos, para saber que haciamos y como evolucionabamos. Tres tuvieron hijas y esas fueron abducidas antes. Las demas se marcharon entre el 21 y el 23 de diciembre del ano pasado, exactamente 15.000 dias despues de su llegada. ?Puede que ya nunca mas sepamos de ellos, o que pasen mil anos antes de su regreso!

– ?Y mi padre?

– ?Se reunio con tu madre! ?Era lo que queria! ?Lo hizo por amor!

– ?Por que no me llevaron a mi? ?Por que no pude entrar en la nave?

– No te lo permitieron, nada mas.

– ?Por que, David?

– No seria el momento. Quiza tengas una mision aqui. Tu y las otras dos chicas que nacieron de las hijas de las tormentas.

– ?Y me dejaron sola?

– No eres una nina, eres una persona adulta, y me tienes a mi.

– David, por favor…

– Joa, Joa, se que quieres respuestas, y ver a tus padres, saber de ellos, conocer las claves de lo que sucedio o lo que quiza un dia suceda, pero no puedes negarte a tener una existencia en paz.

– Mis padres dijeron que volverian.

– ?Entonces esperalos!

– El tiempo quiza no transcurra de la misma forma aqui o alli.

Era una conversacion inutil, y lo sabian. La desesperacion contra la determinacion. La desesperacion de David frente a la determinacion de Joa. Quedaba, una vez mas, la suplica.

– Dejame que me reuna contigo.

– No.

– ?Necesito verte!

– Y yo a ti, carino, pero no ahora. Contigo a mi lado tal vez descubriera lo feliz que soy y me olvidara de todo lo demas. Es un lujo que no puedo permitirme. Te he llamado porque queria…, necesitaba escuchar tu voz. Los correos electronicos no siempre reflejan el tono en el que estan escritos.

– Barcelona esta preciosa en este comienzo de primavera.

– Lo imagino -se le encogio el corazon. -?Sigues sin necesitar nada?

– Sabes que podria vivir dos vidas con lo que me dejaron en el banco. Esa es mi suerte para poder viajar y hacer lo que quiera.

– ?Y tus poderes?

Siempre le preguntaba por ellos, como si de repente pudiera desatarlos todos de una vez o se le manifestaran de nuevo igual que una lluvia de verano.

– No me hables de eso, por favor -emitio en tono quejumbroso.

– ?Por que? -se alarmo el.

– Porque siguen incontrolados -fue sincera-. Aparecen destellos cuando menos me lo espero.

– ?Ya puedes volar?

La primera broma en el transcurso de aquellos minutos.

– No seas tonto.

– ?Y lo de las Torres Petronas en Kuala Lumpur?

Provoco un cortocircuito que las dejo absolutamente paralizadas durante dos horas. Los periodicos, al dia siguiente, no encontraban razon alguna para ello. Se decia que una comision de expertos iba a revisarlas. Se trataba de las joyas de Malasia, el espejo de todo un pais, tan famosas ya en el mundo entero como el Empire neoyorquino o el edificio Sears de Chicago.

– Soy peligrosa, vale -se encogio de hombros.

Peligrosa y mestiza.

Un resultado inquietante.

Los dos se quedaron momentaneamente en silencio. Un extrano silencio porque solo los tenian cuando estaban juntos y se miraban a los ojos.

El amor todavia la sorprendia.

Ella, la rara, la que nunca parecia adaptarse a nada, la que en dieciocho anos no habia tenido novio, la chica geneticamente perfecta, capaz de memorizar lo que fuera o aprender cualquier cosa en unos segundos…

Capaz de haberse enamorado. No quiso abrirse al dolor.

– David -busco fuerzas donde solo habia languidez-, ?se ha vuelto a saber algo de los jueces?

– Nada. Como si se los hubiera tragado la tierra despues de su fracaso.

– ?No es raro?

– No. Se formaron para ese momento, esperaban destruir la amenaza extraterrestre y no pudieron. Ademas, vieron que no paso nada de lo que profetizaban, ni llegaron con maquinas aniquiladoras tipo La guerra de los mundos ni bajaron monstruitos verdes con antenas para colonizarnos. Se volvieron obsoletos y lo han entendido.

– ?Y los americanos? -Joa se estremecio, como hacia siempre que recordaba su experiencia con el coronel Travis en Guantanamo.

– Vete a saber.

– Quisieron meterse en mi mente, y yo sigo aqui. Aun soy una oportunidad para ellos. A veces miro por detras de mi hombro, por si acaso. Nunca dejo de tener la sensacion de que me siguen.

– Puede que aprendieran la leccion y no vuelvan a arriesgarse. Pero te apuesto lo que quieras a que saben que eres diferente de ellos.

– Y vulnerable, de alguna forma.

– ?Por que has de serlo?

– Porque no hay criatura, humana o no, que no lo sea.

Se detuvo frente a una bateria de televisores conectados. Todos ofrecian la misma imagen. Dos docenas de ojos, o de bocas, mostrando en diferentes tonalidades de color el rostro de una bella locutora en pleno informativo. Hablaba del cambio climatico, porque de vez en cuando, en el recuadro superior derecho que acompanaba su presencia y sus palabras, aparecian escenas de distintas partes del mundo, desde desiertos calidos hasta extensiones heladas del Artico, desde huracanes en Estados Unidos hasta inundaciones en Bangla Desh, y desde tsunamis en el Indico hasta incendios forestales en Europa. La voz de los expertos ya no era tan solo de alarma. Estaba convirtiendose en un grito.

– ?En que piensas? -surgio de nuevo la voz de David para apartarla de su parcial hipnosis.

– En diciembre, cuando llego la nave…, ?no te parece asombroso que nadie la detectara?

– Los americanos argumentaron que hicieron unas maniobras, por si no lo recuerdas. ?Crees que fue una casualidad?

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