mente ni un momento mas.

– Hable, la superiora no tiene por que enterarse.

– Ayer, cuando usted se marcho… bueno, decidi hacer algo extremo y llame a las hermanas una por una para presionarlas y que me dijeran si sabian algo sobre el caso que yo ignorara. Me entreviste con cinco de ellas sin resultados, pero a la que hacia seis… la hermana Barbara, que cuida de la enfermeria… la hermana Barbara se echo a llorar y entre llantos y lamentos me conto algo terrible -se quedo callada, bebio agua. Parecia incapaz de seguir.

– ?Digame lo que sea, hermana, por Dios!

– La hermana Barbara ayudo a la hermana Pilar a abortar. Dicho de otra manera, le provoco un aborto voluntario. Un pecado innombrable contra la ley de Dios.

El estupor me impedia preguntar. Me rehice, pero la cabeza me daba vueltas.

– ?Quiere repetirlo, por favor?

– No, no me haga decirlo otra vez. Me ha entendido a la perfeccion. La hermana estaba aplastada por el peso de la culpa y, cuando la presione, exploto. Acuso a la hermana Domitila de estar involucrada en el mismo abominable asunto.

– Siga, se lo ruego.

– Llame a la hermana Domitila, la interrogue, pero no admitio nada de cuanto era acusada. Entonces las puse juntas a las dos y… bien, fui incapaz de continuar. La hermana Barbara la senalaba como instigadora principal, Domitila la llamaba loca. Crei que lo indicado era mandarles a ambas que se recluyeran en sus celdas y llamarla a usted.

– ?Sabe si…? -mi telefono nos interrumpio. Era el subinspector, recien llegado a comisaria.

– Inspectora, tiene que personarse inmediatamente en el numero 24 de la calle Sant Eloi, en la Zona Franca, es un almacen. Yo voy para alla con un operativo de cinco hombres. Miguel Lledo ha confesado. Al parecer su hermano esta alli con la monja.

– ?Bien! -exclame entrecortadamente-. ?Como lo ha conseguido, Fermin?

– No he sido yo, inspectora, fue Sonia. Cuando llegue estaba hablando con el sospechoso y enseguida me comunico que habia cantado. Es como lo oye.

El papa asomandose a su balconcillo disfrazado de travesti, el presidente de Estados Unidos disolviendo la CIA, un orangutan descubriendo una vacuna anticancer. Nada, nada hubiera podido sorprenderme mas que las dos noticias que acababa de recibir: la hermana Pilar abortando y Sonia convertida en una policia sagaz. Me volvi hacia la madre Guillermina y aun tuve cordura para ordenarle:

– Madre, cierre usted este convento a cal y canto, ?me oye? Que nadie entre ni salga de aqui. Han localizado al sospechoso y a la hermana Pilar.

– ?Ella esta bien?

– Aun no lo sabemos. No se preocupe, la llamare. De momento voy a poner dos policias en la puerta del convento; de paisano, para que no haya escandalo.

– El escandalo ya me da igual.

– En cuanto pueda regresare.

Vole hacia la direccion de la Zona Franca sin la seguridad de que alli fuera a encontrar nada. Era como si no acabara de creer que todo aquello fuera cierto, como si me sorprendiera llegar a una solucion despues de haberla esperado tanto. Desde el principio me habia parecido obvio que Miguel Lledo conocia el paradero de su hermano, y era casi seguro que, sometido a presion, tarde o temprano acabaria por revelarlo. Sin embargo, ?Sonia habia conseguido socavar su resistencia? ?No le habria dicho el sospechoso cualquier cosa con tal de quitarsela de encima? Al mismo tiempo que mi mente iba elaborando una muralla de escepticismo, se ocupaba de clasificar el nuevo dato recibido, que era crucial. Pero ?donde encajarlo para que todo el conjunto cobrara logica y continuidad? La hermana Pilar habia abortado ayudada por una especie de monja enfermera, y ahora se encontraba junto a Juanito Lledo. Tuve que apartar todos los pensamientos que asaltaban mi cabeza, porque temi pasar algun semaforo en rojo causando un atropello.

En el lugar indicado me encontre con el subinspector y dos policias que habia llevado con el. Iban todos armados.

– Inspectora, la estabamos esperando. El almacen esta cerrado y externamente no se aprecia vida en el interior. ?Nos preparamos para entrar?

– Adelante -dije como en suenos, e inmediatamente saque mi Glock.

Uno de nuestros hombres descerrajo la puerta metalica con facilidad. Meti la cabeza. Un poco de sol se filtraba por los sucios ventanales y descubria una gran nave aparentemente vacia. El polvo bailaba en el aire. Entramos todos con las armas en la mano y nos pegamos a la pared.

– Vamos avanzando -ordene-. Pero tengan cuidado con lo que hacen. No hay evidencia de que el hombre vaya armado.

Nos desplegamos por toda la superficie con cautela y celeridad. Al fondo habia dos puertas cerradas, que eran nuestro objetivo. Me acerque a la primera y deje oir mi voz.

– ?Hay alguien ahi? ?Abran, les habla la policia!

Las palabras flotaron unos segundos provocando un eco fantasmal. Ninguna respuesta. Lo intente de nuevo.

– ?Abran, policia, sabemos que estan ahi!

Silencio total. Garzon se situo a un lado de la puerta, yo al otro y los dos policias adoptaron la misma posicion en la puerta contigua. Les hice senas para que todos alzaran la voz. Se produjo un coro desmadejado de gritos: ?abran, policia! En medio del guirigay di orden con la cabeza para que el mas fornido de nuestros hombres se pusiera en accion. Con un impetu que no necesito preparaciones, se coloco frente a la primera puerta y descargo un patadon monumental sobre el picaporte. La puerta cedio. Sin esperar ni un segundo hizo identica operacion brutal en la otra puerta, que se abrio tambien. Atenazando la pistola con ambas manos me plante frente a la primera habitacion. Alli, en un rincon, ligados en un abrazo apretado que confundia sus cuerpos, estaban Juanito Lledo y la hermana Pilar.

– ?Vengan, todos aqui! -dije con un alarido.

Los dos hombres y Garzon, todos con la pistola desenfundada, se plantaron a mi lado, luego rodearon a los recien hallados. En ese momento, la hermana Pilar grito tambien:

– ?No le hagan dano, por favor!

Los policias se acercaron y estiraron del cuerpo de la novicia, pero inutilmente, Lledo no la soltaba. Garzon le puso la pistola en la cabeza al sospechoso y grazno:

– ?Sueltala, apartate de ella!

La monja suplicaba, llorando:

– ?Dejenlo, no va armado!

Lledo tenia la cara encarnada, los ojos cerrados y toda su reaccion se centraba en mantener a Pilar pegada a el, mas protegiendola que reteniendola. Entonces me di cuenta de que ella lo abrazaba tambien, llorando, y que empezo a darle pequenos besos, intentando calmarlo.

– Mi amor, mi amor -susurraba con desespero. Me adelante e hice que los hombres se quedaran en segunda linea. Intente que mis palabras sonaran tranquilas.

– Acompanennos a comisaria. No les haremos dano.

La hermana hizo el primer movimiento para desembarazarse de el, pero no parecia facil. Juanito negaba con la cabeza y me percate de que parecia hipnotizado. Poco a poco la monja se fue apartando, se puso en pie. Entonces el chico abrio los ojos y se levanto de improviso, intento saltar sobre ella, pero nuestros policias lo inmovilizaron. Se puso a gritar salvajemente como una fiera caida en una trampa. Todos, incluido el subinspector, eran pocos para sujetarlo. Yo tambien tuve que tomar a la monja por los brazos, llevarselos a la espalda y mantenerla quieta, evitando que llegara hasta el. Fue entonces cuando Pilar bramo entre lagrimas:

– ?Dejenlo! Mataron a nuestro hijo, lo mataron. ?Que mas pueden hacernos? ?Diganme!

Uno de los policias me llamo desde la segunda habitacion que habiamos abierto.

– ?Mire, inspectora!

Garzon y yo corrimos hasta alli. Al llegar descubrimos una especie de palo de madera rodeado de sabanas viejas. Una inspeccion mas atenta nos revelo que se trataba del beato fray Asercio de Montcada.

Indique a los hombres que llevaran a Juanito y Pilar a comisaria en dos coches distintos, con la maxima

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