par de segundos le guino un ojo, lo que resulto una autentica sorpresa para el.

– Eh, senor Prentiss. ?Donde esta?

– Aqui mismo, en mi asiento -respondio Cal.

– Nada de eso.

– Que si.

– No.

– Vale. No estoy aqui. -Puede que fuera cierto. Algunas veces le daba la impresion de que era asi. En cualquier caso, al Yok le gustaban las respuestas comicas, de modo que dejo que rumiara la suya un rato. Lo unico que Cal queria era levantarse y salir de alli cuanto antes. Aquel dia la paranoia llegaba temprano. Su elevada presion sanguinea -a sus veintiun anos, 160 sobre 90- palpitaba en sus munecas con la fuerza de un martillo neumatico, mientras los demas pensamientos aullaban como gatos enfurecidos por debajo. Le daba la impresion de que tenia las plantas de los pies resbaladizas, como si acabaran de encerar las baldosas del suelo y corriera el riesgo de irse de cabeza al suelo en caso de levantarse demasiado deprisa y tratar de echar a correr.

A Yokver le gustaba jugar con los nervios de la gente. Cal dijo:

– No estoy en ninguna parte -y trato de dejar la cosa asi, sabiendo, e incluso esperandolo en parte, que no iba a ser tan facil.

– Hmm, Hhh-mmh-hhhhmmm hmmm hhmmm ammm -continuaron Willy y Rose, entre carcajadas y miraditas amorosas, a pesar de que ninguno de ellos sabia lo que estaba haciendo realmente.

– ?Eh? -dijo Candida, con aquellos incisivos tan blancos y encantadores.

Yok se quedo con la boca abierta, los ojos llenos de orgullo y una especie de pesar, pero tambien agradecimiento y aprecio infinitos por la atencion que estaba recibiendo. Cal sabia que le gustaba meterse con el porque en eso se garantizaba el apoyo de toda la clase. Puede que hubieran descubierto lo que era el bien y el mal, alli mismo y en ese mismo momento.

Cal trago, buscando saliva, pero solo encontro polvo y moho del fondo de su boca.

– Lo siento -dijo, tratando de parecer sincero. ?Basta ria con eso? ?Podria arrancar el anzuelo? Le supuso un gran esfuerzo, pero posiblemente no bastara para cortarlo.

Yokver no lo solto.

Como una marioneta de madera, el profesor rodeo su silla con los brazos en jarras. La verdad es que tenia autentico ritmo y una gracia atletica.

– Creo que no he oido eso, senor Prentiss. ?Ha dicho que lo sentia? -Habia abandonado el acento y no resultaba ni la mitad de agradable sin el deje dixie-. ?Y que es lo que siente?

Montones de cosas, penso Cal mientras se concentraba en los topos del centro de la corbata del Yok. Habia una mancha. Arrugo la nariz. Ajo. ?Salsa de cangrejos? Levanto la mirada y vio que Yokver estaba esperando una respuesta. ?Que sentido tenia aquella especie de tortura? ?Para que seguir empujando aun despues de tener a alguien pegado a la pared? ?Para lucirse? ?Para impresionar al boy scout o presumir con Candida? Puede que si, pero lo mas probable es que no. Esas razones eran demasiado identificables, demasiado humanas.

Cal ya sabia que la otra clase que tenia aquel dia, El arte de la poesia romantica en la Edad Contemporanea, se habia cancelado. Solo queria tomar unos huevos escalfados con extra de bacon en la cafeteria, volver a su cuarto, dormir unas horas mas, y puede que beberse unas latas de cerveza a ultima hora de la tarde. Podia haraganear el resto del dia, hacer la colada, echar un vistazo por eBay y terminarse una novela que Willy le habia prestado.

Esperaria a que llegara la noche para colarse en el sotano de la biblioteca y empezar a trabajar de verdad.

Se aclaro la garganta e hizo un esfuerzo por sonreir, pero no logro que sus labios se doblaran como debian.

– Siento haberme distraido en mitad de su explicacion. No estaba en ningun sitio especial en este instante concreto, profesor Yokver. Senor. -Eso deberia de haber sido mas que suficiente, en serio, joder. Pero una pegajosa necesidad que habia en su interior empezo a despertar, el deseo de recobrar parte del terreno perdido. No hubiera podido decir si seguia respirando y solo esperaba no haber empezado a jadear-. Puede que estuviera recordando los placeres y la seguridad del vientre materno.

El Yok levanto las palidas manos, con aquellos dedos que parecian interminables, por encima de su cabeza, y dijo:

– Puf, joven. No lo sienta.

Cal asintio.

– En realidad no lo sentia.

– ?No?

– No.

Oyo que Jodi jadeaba en el pupitre de atras, uno de aquellos suspiros enfurecidos que vienen a decir «oh, por favor no nos metas en mas lios». Ella sabia mejor que nadie lo mucho que temia aquel curso, pero a pesar de todo esperaba muchas cosas de el, y Cal no terminaba de entender el porque. Jo era la razon por la que habia escogido la clase de Filosofia del Yok. Normalmente una clase a las 8:00 de la manana habria sido mas que suficiente para espantarlo, pero ultimamente pasaban tan poco tiempos juntos que se habia decidido a apuntarse. Ademas, como la clase era tan temprano, se suponia que debian de dormir juntos en el cuarto de ella, aunque tampoco esto estaba saliendo como esperaba.

La luz que habia brillando en los ojos de Yokver la semana pasada, cuando le habia dejado el formulario de baja en la mesa, le habia confirmado el gran error que habia cometido al dejar que supiera que odiaba estar alli. El aire se habia enfriado tanto que Cal hubiera jurado que su aliento se veia. Tras estrujar la nota en silencio, el profesor Yokver la habia arrojado a la papelera y habia seguido comentando parrafos de la obra de Nietzsche, Crepusculo de los idolos.

Diez dias antes Yokver habia dicho en una de sus clases que no existe eso que se llama movimiento. Utilizando una flecha como ejemplo, les habia explicado que en cada intervalo de tiempo concreto la flecha permanecia estacionaria, congelada en el espacio que ocupaba en aquel preciso instante. Era la clase de razonamiento que puede abrir la mente a los jovenes siempre que no hayan estudiado fisica. Subrayo su argumento haciendo acrobaticos giros por toda la clase, mientras gritaba, «?no estoy moviendome!». Cuando uno lo contaba parecia gracioso, pero estar alli dotaba al episodio de un sesgo diferente, desagradable.

Mas tarde, Cal le habia contado al decano, que estaba doctorado en fisica y quimica ademas de en teologia, la situacion entera. Le habia suplicado que se olvidara de los formularios y le permitiera dejar la clase, pero el decano se habia limitado a fulminarlo con una prolongada mirada que le habia hecho comprender que le convenia no involucrarlo en un asunto como aquel.

Su mirada se poso en el lado bueno del Yokver, que en aquel momento estaba sonriendo y levantando las cejas, interpretando toda una pieza de vodevil.

– No lo sientes, ?eh? No, claro que no. Entonces, ?por que…

Eh, todo el mundo tiene su limite. Asi que deja de tocarme las…

– … lo has…

pelotas,

– … dicho…

joder.

– … Calvin?

Bien, ahi estaba. La gota que colmo el vaso fue el tono rastrero y despectivo que Yokver puso en el Calvin. El mismo tono que utilizan todos los matones para corear tu nombre mientras te sujetan e impiden que alcances tu tartera. Dandote con un dedo en el pecho, justo por debajo del corazon, hasta que te duele el pecho. Se llamaba Caleb, no Calvin, asi que el tiro fallo de todos modos. Pero la cuestion no era esa. ?De verdad habian llegado las cosas a ese punto? ?De verdad queria el Yok pelear con el o era solo que su colesterol habia vuelto a jugarle una mala pasada?

Cal respondio con la respiracion entrecortada.

– Pense que seria una manera educada de quitarmelo de encima. -Cerro su cuaderno vacio. Casi deseaba recibir un suspenso fulminante. Cualquier cosa con tal de salir de alli.

Tras quitarse las gafas con un gesto teatral, como Clark Kent en un momento desesperado -el rio

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