quince anos. En eso he tenido suerte; conozco otras mujeres que beben menos que yo y tienen los musculos del estomago muy dilatados. Precisamente, el detective lo senalaba el otro dia en un informe:

…Desde que ha abandonado el hogar familiar, Elena Rincon ha mejorado mucho, quiza porque esta mas tranquila o porque se cuida mas. Lo cierto es que a veces sorprende pensar que tiene casi cuarenta y cuatro anos y que todavia no ha perdido la cintura…

Con alguna frecuencia incluye frases de este tipo, relacionadas con mi aspecto fisico, en sus informes. De mi rostro decia hace poco que tenia muy bien colocadas las arrugas, como si hubieran sido distribuidas en el por el impulso de una inteligencia artistica. Desde que no fumo hachis, quiza tambien porque estoy menos ensimismada, ha comenzado a apetecerme cuidarme un poco mas. Se trata todavia de un proyecto lejano, de una intuicion, segun la cual estaria en el camino de descubrir un modo distinto de relacion con el propio cuerpo y con sus partes. Mi madre, por lo que he visto en sus diarios, solo era capaz de hablar con las visceras: a mi, sin embargo, me gustan mas la piel y los musculos que se dibujan debajo de ella. Frente al hotel hay un parque, y algunos dias, por la manana, desde mi habitacion, veo correr a una pareja de chicas. Son mucho mas jovenes que yo, claro, pero en ellas adivino una parte de mi que estaba dormida o muerta desde hace mucho tiempo.

Supongamos que mejoro fisicamente, que logro, incluso, expulsar ese cuerpo extrano alojado en mi intestino. Suponer eso me produce algo de vertigo, porque cuando llegara a encontrarme asi de bien ya no tendria ninguna excusa para no enfrentarme a mi misma, a mis deseos. Poner toda la pasion en el cuerpo, en sus dolencias o en sus desarreglos, tiene muchas ventajas, pero produce tambien cantidades considerables de sufrimiento.

Le he pedido a mi hermano que se ocupe de llevar al apartamento el reloj y la butaca de mi madre, ademas de algunas cosas de aseo personal. Prefiero que se ocupe el, pues no me apetece hablar con Enrique ni entrar en la casa por ahora.

Todavia no he llamado a mi hija. Creo que lo estoy retrasando porque no me siento con fuerzas para enfrentarme de nuevo a ella. Tal vez cuando me encuentre en lo que va a ser mi casa…

Hoy he recibido una carta de Enrique. La ha traido un mensajero. Creo que se trata de un texto liberador, pero triste, como si no pudiera darse una cosa sin la otra. Dice asi:

Querida Elena: he preferido ponerte estas lineas a llamarte por telefono para que no interpretaras mi actitud como un deseo de inmiscuirme en tus decisiones, aun cuando estas me atanan directamente. Se que estas en ese hotel por tu hermano y, por el tambien, se que no te encuentras mal.

Supongo que lo que esta ocurriendo no guarda relacion conmigo, con nosotros. Por las razones que sea has decidido reorientar tu vida, o destrozarla, y lo has hecho sin contar con nadie. No te lo reprocho.

En cuanto a mi -en el caso de que te importe- quiero senalarte que, con independencia de la opinion que me merezca tu actitud, estoy abierto a ayudarte en lo que sea posible. Sin embargo, tambien quiero que sepas que no estoy dispuesto a sufrir y que jamas volveria a darte la oportunidad de que me hicieras las escenas que tuve que soportar en nuestro viaje a Bruselas.

Te ruego, pues, ya que has decidido desaparecer de ese modo, que no me llames nunca, a menos que sea para darme una buena noticia. Tambien yo tengo derecho a que se respete el modo de vida que he elegido, y en ese modo de vida no tienen cabida las tragedias, ni las molestias intestinales ni los dolores de cabeza; mucho menos, las grandes preguntas acerca de la existencia o la angustia por ignorar adonde vamos o de donde venimos. No entiendo nada acerca de esas cuestiones que dejaron de interesarme mucho antes de atravesar la barrera de la madurez.

Ello no quiere decir que no te quiera, aunque puedo perfectamente prescindir de ti como he ido prescindiendo de otras cosas que tambien queria con la misma naturalidad con la que se pierde el pelo o se adquieren las primeras arrugas. En cuanto a Mercedes, nuestra hija, le he contado, sin entrar en detalles, nuestra separacion y no ha hecho ningun comentario. Quiza debas hablar con ella. He de confesar que me hace bastante feliz la idea de ser abuelo y de ser un abuelo joven. En algun lugar ha de colocar uno sus afectos y yo he comenzado a poner una buena porcion de ellos en ese nino o esa nina que entrara en nuestras vidas dentro de unos meses.

Mas adelante, cuando estes mejor instalada o mas tranquila, podemos hablar, si quieres, de las cuestiones de orden practico de esta separacion que yo ni he alentado ni he pedido.

No incluyo la ultima frase, la de despedida, porque me suena a formula de misiva comercial. La carta de Enrique es muy fria, aunque quiza mi actitud no mereciera otra cosa, y en ningun momento he tenido la tentacion de contestarla, ya que una de las decisiones que he tomado ha sido la de no volver a hablar, nunca, con quien no me entienda. Es tan inutil…

Quiza la relacion que tenia con el hachis era un sustituto de la que tenia con mi madre. Ya senale en otro lugar que ella me habia dado todo lo bueno y todo lo malo, aunque al mismo tiempo y sin desenredar, como si la tarea de separar una cosa de otra y elegir me correspondiera a mi. Con el hachis me paso algo parecido, porque gracias a el tuve acceso a una percepcion diferente de la realidad y me ayudo a escapar de las carceles en las que suelen caer las mujeres, en general, y en la que estaba destinada a mi, en particular. El hachis me ayudo a ver la trampa, como diria Enrique, que se esconde debajo de las cosas, pero me proporciono tambien un sinfin de desarreglos que conducian a un modo de autodestruccion que desde esta nueva perspectiva me resulta incomprensible. Digo esto ultimo con cierto temor, porque no ignoro que mi equilibrio es muy precario y que hay en el cosas que no domino bien: aquellas que todavia me tientan para regresar a la situacion anterior.

Hoy es domingo y las personas y las cosas delatan la condicion festiva del dia. Siempre temi las tardes de los domingos, pues parecian un parentesis de la propia vida, una especie de suspension de las coordenadas en las que solemos actuar. Ahora que no tengo coordenadas, que he perdido todos los puntos de referencia, la tarde del domingo me parece un lugar para el descanso. Comere en el hotel y luego quiza de una vuelta para proporcionar algo de trabajo a mi detective. Fantaseo mucho con el, con su imagen, y confieso que la admiracion que me profesa, y que cada dia deja traslucir con menos pudor en sus informes, me proporciona una suerte de vertigo que a veces me recuerda el vertigo de la juventud. Despues vere la television procurando no beber mas de dos whiskys.

Creo que la semana que viene tendre listo el apartamento. Han terminado de pintar y de hacer los arreglos que pedi en la cocina y en el bano. Manana saldre a escoger unas cortinas.

Ayer, finalmente, sali a hacer las ultimas compras para dejar listo el apartamento. Hacia mucho calor y me puse una camiseta y una falda de vuelo, muy ligera, que he comprado estos dias. El conjunto era algo adolescente y, sin embargo, me encajaba bien, como si me estuviera haciendo mas menuda. Tal vez deba arreglarme el pelo, cambiarlo. Tengo esta melena desde hace veinte o veinticinco anos y seguramente me costaria acostumbrarme a vivir sin ella, pero creo que si me la cortara resultaria mas joven.

Estuve en el centro, viendo tiendas y eligiendo detalles que me hagan sentirme protegida en el apartamento. Comi en una cafeteria en donde, curiosamente, cuando tomaba el cafe, comenzo a sonar una cancion de los Beatles que escuche hace ya varios meses, tambien mientras comia, en otro bar. La situacion, pues, era muy parecida, pero yo era distinta. Ahora era una mujer que habia tomado las riendas de su vida, aun cuando no supiera manejarlas muy bien, mientras que el recuerdo que tengo de entonces es el de una mujer cuyos movimientos dependian de un impulso ajeno a su voluntad, como si fuera una automata, un artefacto viviente manejado por la mano invisible de un mecanico.

Cuando sali de nuevo a la calle, me atracaron. Bajaba hacia Serrano y, de subito, de la oscuridad de un portal salio un muchacho de unos veinte anos que me coloco la navaja a la altura del vientre. Sin embargo, cuando estaba a punto de entregarle el bolso, aparecio, como caido del cielo, un sujeto corpulento, que se interpuso entre el atracador y yo. Recuerdo que sali corriendo, mientras lamentaba no haberme podido fijar en los rasgos de mi salvador, pues no era otro que el detective. Esta manana he mandando al botones del hotel a recoger el informe. Dice asi:

Elena Rincon salio a las doce horas del dia de la fecha del hotel donde se encuentra provisionalmente instalada y camino sin prisas hasta la zona comercial del centro, donde realizo compras en diversos establecimientos. Iba vestida de un modo muy ligero y sencillo, con una camiseta y una falda pensadas sin duda para mujeres mucho mas jovenes que ella. Sin embargo, la falda, sobre todo la falda, le quedaba muy bien.

El tipo de compras que llevo a cabo revelan su intencion de trasladarse cuanto antes al apartamento que ha alquilado en la calle Maria Moliner, en las estribaciones de la Plaza de Cataluna y relativamente cerca de su domicilio conyugal. A veces, abandonar un barrio cuesta mas que dejar a un marido.

Comio despacio, como ensimismada, en una cafeteria de la calle Velazquez, y al salir de alli estuvo a punto de resultar atracada por un muchacho que buscaba dinero urgente para adquirir alguna clase de droga. Me interpuse entre el muchacho y ella, que salio corriendo, y recibi un pequeno corte a la altura del diafragma antes de que me

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