Donna Leon

Nobleza obliga

Titulo original: A Noble Radiance

Traduccion del ingles: Ana Maria de la Fuente

Per Biba e La Bianca

La nobilita ha dipinta negli occhi l'onesta

La nobleza lleva la honradez pintada en los ojos.

Mozart, Don Giovanni

1

No habia mucho que ver en aquel campo: un cuadrado de cien metros de lado cubierto de hierba seca, situado bajo un pueblecito de las estribaciones de los Dolomitas. La ladera que descendia hasta el campo estaba cubierta de arboles de madera noble que podian dar buena lena, lo cual fue uno de los argumentos que sirvieron para aumentar el precio de la finca cuando se vendieron el terreno y la casa construida en el doscientos anos antes. Al Norte, al pie de la escarpada pared de una montana, se encontraba la pequena ciudad de Ponte nelle Alpi; a cien kilometros al Sur, estaba Venecia, muy lejos para influir en la politica o las costumbres de la zona. Los vecinos de estos pueblos eran un poco reacios a hablar italiano y se sentian mas comodos con el dialecto bellunes.

Casi medio siglo hacia que no se cultivaba este campo y que estaba vacia la casa. Las grandes placas de pizarra del tejado se habian movido con el paso del tiempo, los bruscos cambios de temperatura y tambien, quiza, a causa de algun que otro terremoto que habia sacudido la zona durante los siglos en que habian protegido la casa de la lluvia y la nieve, y muchas de ellas se habian caido dejando las habitaciones del piso superior a merced de los elementos. Como la finca formaba parte de una herencia en litigio, ninguno de los ocho posibles herederos se habia preocupado de hacer reparar las goteras, temiendo no recuperar los pocos cientos de miles de liras que costarian las obras, y la lluvia y la nieve habian ido penetrando, primero, gota a gota y despues a chorro, comiendose el yeso de las paredes y las maderas del suelo, mientras el tejado se inclinaba cada ano un poco mas.

Por las mismas razones habia estado abandonado el campo. Ninguno de los herederos queria invertir tiempo ni dinero en trabajar aquella tierra, ni debilitar su posicion ante la ley por hacer uso indebido de la propiedad. La maleza proliferaba con una exuberancia extraordinaria, ya que los ultimos cultivadores de aquel campo lo habian abonado durante decadas con el estiercol de los conejos que criaban.

El olor a dinero extranjero tuvo la virtud de resolver el pleito: dos dias despues de que un medico aleman retirado hiciera una oferta por la finca, los ocho herederos se reunieron en casa del mayor. Al termino de la reunion, habian decidido por unanimidad, primero, vender la propiedad y, segundo, no venderla hasta que el extranjero hubiera doblado la oferta, lo que elevaria el precio a cuatro veces lo que cualquier vecino del pueblo querria -o podria- pagar.

Tres semanas despues de realizada la transaccion, se montaba el andamiaje y se levantaban las seculares placas de pizarra cortadas a mano, que eran arrojadas al corral, donde se hacian pedazos. El arte de colocar placas de pizarra habia muerto con los artesanos que sabian cortarlas, por lo que estas fueron sustituidas por piezas de cemento moldeadas que tenian un ligero parecido con las tejas de ceramica. Como el medico habia contratado al mayor de los herederos para que hiciera las veces de encargado de la obra, los trabajos avanzaban a buen ritmo y, como esta era la provincia de Belluno, se hacian bien y con honradez. A mediados de la primavera, la restauracion de la casa estaba casi terminada y, con la llegada del tiempo calido, el nuevo dueno, que habia pasado su vida profesional encerrado en quirofanos brillantemente iluminados y dirigia los trabajos de restauracion por telefono y fax desde Munich, pudo empezar a pensar en plantar el jardin con el que sonaba desde hacia anos.

La memoria es larga en el campo, y en el pueblo se recordaba que el antiguo jardin se extendia junto a la hilera de nogales que habia detras de la casa, por lo que alli fue donde Egidio Buschetti, el encargado, decidio cavar. Aquella tierra habia estado sin cultivar durante casi tantos anos como tenia el, y Buschetti se dijo que tendria que hacer dos pasadas con el tractor, la primera, para arrancar la maleza de casi un metro de alto y la segunda, para remover la fertil tierra que habia debajo.

Al principio, Buschetti penso que era un caballo -recordaba que los antiguos duenos tenian dos-, por lo que siguio adelante con el tractor hasta el limite que se habia marcado. Haciendo girar el ancho volante, dio media vuelta y volvio atras, contemplando con orgullo la impecable alineacion de los surcos, contento de estar otra vez en el campo, al sol, envuelto en los sonidos y las sensaciones del trabajo de la tierra, seguro ya de que la primavera habia llegado. Entonces vio el hueso que asomaba en diagonal del surco que acababa de abrir. Se destacaba, largo y blanco, en la tierra casi negra. No; no era tan largo como para ser de caballo, pero no recordaba que aqui se hubieran criado corderos. La curiosidad le hizo aminorar la marcha. Tampoco queria aplastar el hueso.

Puso punto muerto y se detuvo. Tiro del freno de mano, salto de su alto asiento metalico y se acerco al hueso que habia quedado al descubierto, apuntando al cielo. Se inclino y extendio la mano para apartarlo del camino del tractor, pero un escrupulo repentino le hizo enderezar el cuerpo y empujarlo con la punta de su gruesa bota, para tratar de moverlo. El hueso no cedia, y Buschetti se volvio hacia el tractor, en busca de la pala que llevaba sujeta a la parte trasera del asiento. Al dar media vuelta, su mirada tropezo con un reluciente ovalo blanco que habia quedado al descubierto en el fondo del surco, un poco mas alla. Ningun caballo ni cordero tenia un craneo tan redondo, ni te miraba con esa espeluznante sonrisa sardonica y esos afilados incisivos, tan semejantes a los tuyos.

2

En los pueblos, no hay noticia que se propague mas pronto que la relacionada con la muerte o con una desgracia. Por eso, aquel dia, en el pueblo de Col di Cugnan, antes de la cena todo el mundo sabia ya que en la vieja casa Orsez habian aparecido restos humanos. Hacia siete anos, desde la muerte del hijo del alcalde en aquel accidente de automovil ocurrido junto a la fabrica de cemento, que no corria tanto una noticia, ya que ni el asunto de Graziella Rovere con el electricista fue de dominio publico antes de dos dias. Pero aquella noche, durante la cena, los setenta y cuatro vecinos del pueblo apagaron el televisor o levantaron el tono de la voz para acallarlo, mientras hacian cabalas sobre el que y el como y, lo mas importante, el quien.

La presentadora del informativo de RAI 3, con su sueter de vison, que cada noche cambiaba de gafas, no recibia ni la menor atencion mientras hablaba de los ultimos horrores de la ex Yugoslavia, como nadie se interesaba tampoco por el arresto del anterior ministro del Interior, acusado de corrupcion. Tanto lo uno como lo otro estaba ahora dentro de lo normal, mientras que un esqueleto enterrado detras de la casa del extranjero era noticia. A la hora de acostarse, habia ya quien aseguraba que el craneo habia sido partido de un hachazo, o que

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