policia penso que podian ser las personas con las que los secuestradores habian dicho que se pondrian en contacto para utilizarlas de intermediarios. Pero los dos estaban siguiendo un curso de ingles en Inglaterra cuando Roberto fue secuestrado.

El le dio las gracias por los nombres y agrego:

– Ha dicho que esa era una de las razones por las que habia decidido no seguir saliendo con el. ?Habia otras?

– Oh, un monton -respondio ella vagamente.

Brunetti no hizo comentario alguno, dejando flotar en el aire el eco de su respuesta. Al fin ella agrego:

– La verdad es que ya no era tan divertido. Por lo menos, la ultima semana. Estaba siempre cansado y decia que no se encontraba bien. Al final, no hablaba mas que de lo cansado y lo debil que estaba. No me gustaba tener que estar oyendo siempre sus quejas. Ni que se quedara dormido en el coche y cosas asi.

– ?Fue al medico?

– Si. Fue poco despues de que empezara a decir que no podia oler nada. Siempre protestaba si alguien fumaba, en eso era peor que un americano, pero entonces decia que no podia oler ni el humo. -Fruncio la nariz, para subrayar este absurdo-. Asi que decidio ir a un especialista.

– ?Que dijo el medico?

– Que no tenia nada. -Hizo una pausa y agrego-: Salvo la diarrea, pero el medico le receto algo para eso.

– ?Y que paso?

– Supongo que se le arreglaria -dijo ella con indiferencia.

– Pero, ?seguia quejandose de cansancio?

– Si. Decia que no se encontraba bien y los medicos decian que no tenia nada.

– ?Medicos? ?Consulto a mas de uno?

– Creo que si. Hablo de un especialista de Padua. Fue el que finalmente le dijo que estaba anemico y le dio unas pildoras. Pero poco despues paso aquello, y desaparecio.

– ?Cree usted que estaba enfermo? -pregunto Brunetti.

– Oh, no se -respondio ella. Puso una pierna encima de la otra, ensenando mas muslo todavia-. Le gustaba llamar la atencion.

Brunetti procuro formular la pregunta con delicadeza:

– ?Le dio motivos para creer que estaba realmente enfermo o anemico?

– ?Que quiere decir, motivos para creer?

– ?Tenia menos… hum… menos energia que de costumbre?

Ella lo miraba como si Brunetti acabara de entrar en la habitacion procedente de otro siglo.

– Ah, ?se refiere al sexo?

El asintio.

– Pues si. Habia dejado de interesarle. Era otra de las razones por las que yo queria terminar.

– ?Sabia el que usted queria terminar sus relaciones?

– No tuve ocasion de decirselo.

Brunetti sopeso la respuesta y luego pregunto:

– ?Por que iba usted a la casa aquella noche?

– Habiamos estado en una fiesta en Treviso, y Roberto no queria tener que conducir hasta Venecia. Ibamos a pasar la noche en la villa y regresar por la manana.

– Comprendo -dijo Brunetti, y a continuacion pregunto-: Aparte del cansancio, durante las semanas anteriores a los hechos, ?su conducta habia variado en algo?

– ?A que se refiere?

– ?Parecia nervioso?

– Pues creo que no. Estaba irritable conmigo, pero lo estaba con todo el mundo. Tuvo una disputa con su padre. Y otra con Maurizio.

– ?Por que?

– No lo se. El no me contaba esas cosas. Tampoco me interesaban.

– ?Por que le interesaba el, signora? -pregunto Brunetti y, al captar su mirada, agrego-: Si me permite la pregunta.

– Era divertido. Por lo menos, al principio. Y siempre tenia mucho dinero. -Brunetti penso que, por lo que a ella se referia, el orden de importancia de estas razones debia de ser el inverso, pero se reservo la opinion.

– Comprendo. ?Conoce a su primo?

– ?A Maurizio? -pregunto ella, innecesariamente, segun le parecio a Brunetti.

– Si.

– Lo he visto un par de veces. En casa de Roberto. Y en una fiesta.

– ?Le resulto simpatico?

Ella miro fijamente uno de los grabados y, como si su violencia la inspirara, respondio:

– No.

– ?Por que?

La muchacha se encogio de hombros desechando tan lejano recuerdo.

– No se. Me parecio arrogante. -Al oirse, agrego-: No es que Roberto no lo fuera tambien, a veces, pero Maurizio era tan… en fin, siempre esta diciendo a la gente lo que tiene que hacer. O eso me parecio.

– ?Lo ha visto desde la desaparicion de Roberto?

– Naturalmente -respondio ella, sorprendida por la pregunta-. Despues de que ocurriera aquello, el estaba con los padres de Roberto, todos los dias, mientras llegaban las notas. A la fuerza tuve que verlo.

– Me referia a cuando las notas dejaron de llegar.

– Practicamente, nada. A veces lo veo en la calle, pero no tenemos nada que decirnos.

– ?Y a los padres de Roberto?

– No; a ellos, tampoco.

Brunetti no esperaba que los padres del secuestrado mantuvieran contacto con la antigua novia y, mucho menos, despues de su boda con otro.

Brunetti no tenia nada mas que preguntar, pero queria dejar abierta la posibilidad de volver a hablar con ella, si surgian nuevas preguntas.

– No la entretengo mas, signora, ya que tiene que atender a su hijo -dijo mirando el reloj.

– Oh, no importa -contesto ella, y Brunetti se sorprendio al darse cuenta de que era sincera y que a el el hecho de que lo fuera le parecia detestable. Se levanto rapidamente.

– Muchas gracias, signora. Creo que eso es todo por el momento.

– ?Por el momento?

– Si realmente resulta ser el cadaver de Roberto, habra que volver a abrir la investigacion, y supongo que todas las personas que tuvieron conocimiento del secuestro volveran a ser interrogadas.

Ella fruncio los labios en una mueca de irritacion, por la forma en que este asunto le robaba el tiempo.

Brunetti fue hacia la puerta, para no darle ocasion de lamentarse.

– Otra vez, muchas gracias, signora.

Ella se levanto del sofa y se acerco a el. Su cara habia vuelto a asumir aquella inmovilidad que el habia observado al principio, y perdido la belleza que la animacion le habia dado.

Lo acompano a la puerta. Cuando la abrio, el nino volvio a llorar en el interior de la casa. Sin darse por enterada, ella dijo:

– Si realmente es Roberto, ?me lo dira?

– Por supuesto, signora -respondio Brunetti.

El comisario empezo a bajar la escalera. El llanto del nino quedo cortado al cerrarse la puerta.

8

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