– ?Que es lo que desea saber?

Brunetti trataba de descubrir la emocion que dimanaba de ella, consciente de que su instinto buscaba nerviosismo. Pero no encontraba nada mas que irritacion.

– Deseo que me diga cuanto tiempo hacia que conocia a Roberto Lorenzoni.

Ella se aparto un mechon de pelo con el dorso de la mano, probablemente, sin darse cuenta de la impaciencia que denotaba el movimiento.

– Todo eso ya se lo dije al otro policia.

– Ya lo se, signora. He leido el informe, pero deseo oirlo con sus propias palabras.

– Espero que lo que esta en el informe sean mis propias palabras -dijo ella secamente.

– Seguro que lo son. Pero prefiero oir por mi mismo lo que tenga usted que decir de el. Eso podria darme una imagen mas clara de la clase de hombre que era.

– ?Han encontrado a los que se lo llevaron? -pregunto ella, con la primera senal de curiosidad que habia mostrado desde su llegada.

– No.

Parecio defraudada al oirlo, pero no hizo ningun comentario.

– ?Podria decirme cuanto tiempo hacia que se conocian?

– Habia salido con el cosa de un ano. Es decir, hasta que ocurrio eso.

– ?Que clase de persona era el?

– ?Que quiere decir, que clase de persona? Era una persona con la que habia ido al colegio. Nos gustaban las mismas cosas. Me hacia reir.

– ?Por eso penso que el secuestro podia ser una broma?

– ?Que pense que? -pregunto ella con verdadera extraneza.

– Dice el informe que en un principio usted penso que podia tratarse de una broma -explico Brunetti-. En el momento de ocurrir los hechos.

Ella desvio la mirada, como si escuchara una musica que estuviera tocandose en otra habitacion tan suavemente que solo ella pudiera oirla.

– ?Eso dije?

Brunetti asintio.

Despues de una pausa larga, ella dijo:

– Es posible. Roberto tenia amigos muy raros.

– ?Que clase de amigos?

– Pues… ya sabe, estudiantes de la universidad.

– No comprendo por que tendrian que ser raros -dijo Brunetti.

– Bien, ninguno trabajaba pero todos tenian mucho dinero. -Como si se diera cuenta de lo vaga que era la explicacion, agrego-: No; no es eso. Decian cosas extranas, como que podian hacer lo que quisieran en la vida, o con su vida. Cosas asi. Las cosas que dicen los estudiantes. -Al observar el gesto de cortes expectacion de la cara de Brunetti, prosiguio-: Y les interesaba mucho el miedo.

– ?El miedo?

– Si; leian novelas de horror y siempre iban a ver peliculas de violencia.

Brunetti asintio e hizo con la garganta un sonido ambiguo.

– En realidad, esta era una de las razones por las que estaba casi decidida a romper con Roberto. Pero entonces ocurrio aquello, y ya no tuve que decirselo. -?Era alivio lo que notaba el en su voz?

Se abrio la puerta y entro una mujer de mediana edad con un nino en brazos que tenia la boca abierta para empezar a berrear. La mujer se detuvo cuando vio a Brunetti, y el nino, al notar la parada, cerro la boca y se volvio buscando la causa de la sorpresa de la mujer.

Brunetti se levanto.

– Es el policia, mamma -dijo la joven sin mirar siquiera al nino, y luego pregunto-: ?Querias algo?

– No, Francesca, nada. Pero es su hora de comer.

– Pues tendra que esperar, ?no? -dijo la muchacha, como si la idea le causara satisfaccion. Miro a Brunetti y a la mujer a la que habia llamado mamma-. A no ser que quieras que le de de mamar delante del policia.

La mujer hizo un sonido inarticulado y abrazo al nino con mas fuerza. La criatura -Brunetti nunca distinguia si un bebe era nino o nina- siguio mirandolo, luego se volvio hacia su abuela y solto una risita clara.

– Imagino que podemos esperar diez minutos -dijo la mujer y, dando media vuelta, salio de la habitacion, dejando tras de si la estela de la risa del nino.

– ?Su madre? -pregunto Brunetti, aunque lo dudaba.

– La de mi marido-respondio ella secamente-. ?Que mas quiere saber de Roberto?

– En aquel momento, ?penso que esto podian haberlo montado amigos de el?

Antes de contestar, ella volvio a apartarse el pelo de un manotazo.

– ?Me dira por que quiere saberlo? -pregunto, suavizando el tono, y Brunetti recordo que aquella muchacha no podia haber cumplido los veinte anos.

– ?Eso la ayudaria a responder?

– No lo se. Pero se muchas cosas de esa gente y no quiero decir algo que pudiera… -Dejo la frase sin terminar, y Brunetti se pregunto cual podria ser la respuesta.

– Hemos encontrado el que podria ser su cadaver -dijo sin dar mas explicaciones.

– Entonces no fue una broma -dijo ella rapidamente.

Brunetti sonrio y asintio mostrandose de acuerdo y omitiendo decirle cuantas veces habia visto las tragicas consecuencias de algo que habia empezado siendo una broma.

Ella se miro la cuticula del indice derecho y empezo a frotarla con los dedos de la mano izquierda.

– Roberto decia que su padre queria mas a su primo Maurizio que a el. Por eso hacia cosas que obligaran a su padre a prestarle atencion.

– ?Por ejemplo?

– Meterse en lios en el colegio, ser grosero con los profesores, cosas pequenas. Pero una vez hizo que sus amigos le robaran el coche haciendole un puente, mientras lo tenia aparcado delante de una de las empresas de su padre en Mestre y el estaba dentro, hablando con el conde. Asi el padre no podria pensar que se habia dejado las llaves puestas o que lo habia prestado a alguien.

– ?Que paso?

– Llevaron el coche a Verona, lo dejaron en un parking y volvieron en tren. Se tardo varios meses en encontrarlo, y entonces hubo que devolver el dinero a la compania de seguros y pagar el aparcamiento.

– ?Como sabe usted esto, signora?

Ella abrio la boca para contestar, se contuvo un momento y luego dijo:

– Roberto me lo conto.

Brunetti domino el impulso de preguntar cuando se lo habia contado. La pregunta siguiente era mas importante.

– ?Eran los amigos que podian haber gastado una broma como esta?

– ?Como cual?

– Un falso secuestro.

Ella volvio a mirarse el dedo.

– Yo no he dicho eso. Y, si han encontrado el cadaver, es senal de que no pudo ser. Quiero decir, una broma, ?no?

Brunetti no se pronuncio, y pregunto:

– ?Puede darme los nombres?

– ?Por que?

– Me gustaria hablar con ellos.

Durante un momento, el creyo que se negaria, pero entonces ella cedio y dijo:

– Carlo Pianon y Marco Salvo.

Brunetti recordaba haber leido los nombres en el informe. Como eran los mejores amigos de Roberto, la

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