en la cama y leeria un poco antes de apagar la lampara y dormirse. Lo cual significaba que el tendria que esperar veinte minutos aproximadamente antes de poder salir de casa y dirigirse andando al hotel. La recepcion estaba cerrada por la noche, de manera que no habia temor de que lo reconocieran.

Deseaba aquel encuentro mas que nada en el mundo.

Capitulo 6

Aquella noche su esposa tardo en el aseo mas de lo previsto, asi que Egon Wallin estaba muy irritado cuando por fin pudo salir de casa. Como si hubiera intuido que su marido tenia otros planes, Monika se quedo leyendo mas tiempo del habitual. Sin duda, varios capitulos.

Se habia acercado repetidas veces a la puerta del dormitorio con todo el sigilo posible, solo para comprobar que la lampara seguia encendida, mientras el deseo le picaba por todo el cuerpo como un eccema. Por fin apago la lampara. Para asegurarse de que se habia dormido, aguardo un cuarto de hora mas. Antes de salir, entreabrio con cuidado la puerta y escucho su respiracion para cerciorarse de que estaba profundamente dormida.

Cuando salio a la calle, suspiro aliviado. Las expectativas le ardian en los labios y en la lengua. Echo a andar con paso rapido. La mayor parte de las ventanas estaban oscuras, pese a ser sabado y que no eran todavia las doce de la noche. No queria por nada del mundo encontrarse con algun vecino; alli se conocian todos. Adquirieron el chale adosado nuevo cuando sus hijos eran pequenos. Su matrimonio funciono razonablemente bien, y pasaron los anos. Egon no le habia sido nunca infiel a su esposa, a pesar de que viajaba mucho y conocia a muchas personas de todo tipo.

El ano anterior habia ido a Estocolmo en uno de sus habituales viajes de negocios. Un flechazo apasionado se adueno de su ser y todo cambio de la noche a la manana. Aquello le pillo totalmente desprevenido. De repente, la vida adquirio una nueva dimension, un nuevo sentido.

Sus relaciones intimas con Monika se habian vuelto casi insufribles. De todos modos, ella apenas reacciono ante sus escasas iniciativas durante los ultimos anos. Luego, la actividad ceso por completo, lo cual supuso un gran alivio. Nunca hablaban del tema.

Pero ahora ardia de deseo. Tomo el camino mas rapido, el que discurria por delante del hospital y por las colinas de Strandgardet. Llegaria enseguida. Saco el movil para avisar de que iba de camino.

Cuando estaba a punto de marcar el numero, tropezo y cayo al suelo. En la oscuridad, no habia advertido la presencia de una raiz enorme que sobresalia ante el en el sendero. Se golpeo la cabeza contra una piedra y perdio el conocimiento por unos segundos. Cuando volvio en si, noto que tenia sangre en la frente y que le bajaba por la mejilla. Consiguio sentarse con esfuerzo. La cabeza le daba vueltas. Permanecio un rato quieto en el suelo frio. Por suerte, llevaba panuelos de papel en el bolsillo y pudo limpiarse la sangre. La frente y la mejilla derecha le dolian muchisimo.

– Maldita sea -mascullo-. Precisamente ahora…

Se palpo con cuidado la herida con la punta de los dedos. Por fortuna, la herida no parecia grave, pero tenia un buen chichon encima de la ceja derecha.

Comenzo a caminar algo aturdido. La caida lo habia sorprendido y desconcertado.

Al principio, el mareo lo obligo a andar despacio, pero no tardo en llegar a la muralla. Desde alli no quedaba mucho hasta el hotel.

Acababa de cruzar la pequena abertura de la muralla conocida con el nombre de Karleksporten, la Puerta del Amor, cuando de pronto, sintio la presencia de alguien muy cerca de el. Luego, algo le paso rozando la oreja antes de que lo empujaran hacia atras.

Egon Wallin no llegaria nunca a la cita concertada.

Capitulo 7

Siv Eriksson se desperto, como de costumbre, unos minutos antes de que sonara el despertador. Era como si presintiera que ya era la hora de levantarse y le daba tiempo a apagar el despertador antes de que el ruido despertase a Lennart, su marido. Abandono la cama con sigilo, procurando hacer el menor ruido posible. Al fin y al cabo, era domingo.

Se deslizo en silencio hasta la cocina, calzada con las zapatillas rosa de lana que le habia regalado su esposo en Navidad, preparo la cafetera, se dio una ducha con agua muy caliente y se lavo la cabeza. Luego desayuno tranquilamente mientras escuchaba la radio y dejaba que se le secara el cabello.

Siv Eriksson estaba animada aquel dia. Los domingos, su jornada de trabajo era mas corta, solo de siete a doce. Lennart pasaria a recogerla con el coche a la salida y se irian juntos a celebrar el aniversario de su unico nieto, que cumplia cinco anos. Su hija vivia con su familia en Slite, al norte de Gotland, asi que el trayecto era largo. Siv habia preparado los regalos, que envolvio con sumo cuidado y ahora estaban sobre la mesita de la entrada. Lennart tenia que llevarselos al salir; le habia escrito una nota para que no se le olvidara.

Cuando termino el cafe, se cepillo los dientes y se vistio. Le puso comida y agua fresca al gato, pero el felino no mostro el menor interes en salir fuera; se limito a mirarla perezoso y se ovillo en el cesto. Echo un vistazo al termometro que tenian en la ventana y comprobo que la temperatura habia vuelto a bajar: diez grados bajo cero. Lo mejor seria ponerse la bufanda y el gorro. El abrigo de pano era viejo y le quedaba un poco estrecho.

El piso en que vivian estaba en la ultima planta de un edificio de la calle Polhemsgatan y tenia vistas sobre la parte noreste de la muralla.

Cuando Siv salio a la calle, la manana todavia estaba muy oscura. Para llegar a su trabajo en el hotel Wisby tenia que andar dos kilometros, pero no le importaba. Le gustaba caminar, y, ademas, ese era el unico ejercicio que hacia para mantenerse en forma. Le gustaba su trabajo de encargada del servicio de desayunos, labor que realizaba con otra companera. En esta epoca del ano, el hotel tenia muy pocos clientes, lo cual era magnifico para ella, que no soportaba el estres.

Cruzo la calle y emboco el sendero que discurria al lado del campo de futbol, cuyo cesped aparecia cubierto por una fina capa de nieve. En el aparcamiento de la Oficina Municipal de Cultura y Ocio, estuvo a punto de darse una culada a causa del asfalto resbaladizo.

En el paso de cebra de la calle Kung Magnus, que corria paralela al este de la muralla, se detuvo y miro a ambos lados, aunque, la verdad, no habia necesidad de hacerlo. Los domingos por la manana apenas habia trafico, pero Siv era una persona prudente que no corria riesgos innecesarios. Cruzo por Ostergravar, una pequena zona verde en torno a la muralla. Aquel trecho le parecia inquietantemente solitario antes de que amaneciera del todo, pero pronto llegaria a la muralla medieval que rodeaba el centro de la ciudad. Alli debia cruzar la Puerta de Dalmansporten para entrar en la poblacion. Esta estaba en la torre Dalmanstornet, una de las torres defensivas mas impresionantes de la muralla con sus diecisiete metros de altura.

A unos treinta metros de la puerta, se detuvo en seco. Al principio no dio credito a lo que veia. Habia algo colgado que se balanceaba. Durante unos segundos de desconcierto, creyo que se trataba de un saco. Al acercarse se dio cuenta horrorizada de que era un hombre colgado de una soga atada a la reja que sobresalia por encima de la puerta. Era una de esas rejas que en los tiempos medievales se podian bajar para protegerse de un ataque enemigo.

Tenia la cabeza inclinada hacia delante, y los brazos bamboleaban, sueltos, a lo largo del cuerpo.

La mujer resbalo en el puente y estuvo a punto de caer de bruces, pero en el ultimo momento consiguio asirse a la barandilla. Volvio a mirar al hombre. Llevaba un abrigo largo de piel negra, pantalones del mismo color y calzaba botines. Era moreno, de unos cincuenta anos.

Como no podia verle bien la cara, avanzo con paso inseguro, mientras miraba asustada en derredor.

Cuando se acerco lo suficiente, se quedo paralizada. Reconocio inmediatamente al hombre.

Busco pensativa el movil y marco el numero de la policia.

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