de la Academia. ?Ya habian pasado diez anos? Por Dios, como la anoraba.

– Mierda -farfullo Nick al frenar bruscamente. Quinn se sacudio en el asiento del pasajero y abrio los ojos.

Habia al menos treinta jeeps, camiones y coches aparcados a lo largo de la Ruta 84. Quinn echo un vistazo a las inmediaciones.

– Por fin Miranda ha entrado en razon. Su jeep no esta aqui.

Nick miro a Quinn mientras giraba suavemente hacia el viejo sendero del aserradero.

– ?No habra entrado directamente?

– Tu dijiste que el personal no autorizado no podia usar el camino viejo -dijo Quinn-. Yo…

– Quinn, ella esta autorizada. Es la coordinadora de la Unidad de Busqueda y Rescate, de la oficina del Sheriff. -Nick hizo una pausa-. Miranda no quiere que la protejan, asi que sera mejor que renuncies.

– No tiene nada que ver con la proteccion y todo que ver con poner en jaque la investigacion.

– Miranda conoce estos bosques mejor que nadie, incluyendome a mi. Me sorprenderia que no tuviera memorizado cada monte y cada zanja. Si hasta tiene un jodido mapa en la pared de su habitacion. Se duerme y se despierta con esas chinchetas rojas mirandola, recordandole que ha sobrevivido. -Nick respiro hondo-. Ahora son siete. Siete chinchetas.

Quinn se habia enterado de la relacion entre Miranda y Nick por una companera, Colleen Thorne, al volver de la investigacion del asesinato de las hermanas Croft. Anos despues de que Miranda dejara de hablarle y se negara a verlo, todavia le dolia imaginarsela con otro hombre. Aunque se tratara de un hombre que el apreciaba y respetaba.

Maldita sea, ?como la habia amado! Pocas mujeres se podian comparar con Miranda. Su intensidad, su risa, su fuerza, su acusado sentido del bien y del mal. Todo en Miranda era apasionado, desde como vivia su vida hasta su incansable lucha por la justicia.

Lo irritaba y le dolia que Miranda hubiera acudido a Nick cuando estuvo preparada para otra relacion. Ella lo habia obligado a darle espacio y, contra su propio juicio, el le hizo caso. Pero nunca mas volveria a Quantico, nunca le devolvio las llamadas ni acepto que el hubiera tomado la unica decision posible. Y entonces empezo a verse con Nick.

Quinn Peterson no queria saber nada de esa relacion, pero no pudo dejar de preguntar.

– ?Que sucedio?

– ?Que?

– ?Por que rompisteis?

Nick se encogio de hombros.

– Muchas cosas. Sobre todo porque yo no soportaba la idea de no poder protegerla.

– Hmm. -Miranda no necesitaba proteccion, excepto de si misma. Lo que necesitaba era superar la culpa. Pero nunca reconocio su obsesion, y mucho menos hizo algo por ponerle fin.

– Creo que la gota que colmo el vaso fue que yo queria llevarmela de Montana -dijo Nick-. Yo podia ser poli en cualquier lugar. Siempre he pensado que Texas seria un lugar agradable para vivir. Hace bastante mas calor ahi que en el valle Gallatin.

– Ya te imagino con un sombrero blanco de esos de un metro de alto -dijo Quinn, con una media sonrisa.

– Miranda no queria irse. Esta decidida a hacer lo que pueda para proteger a las mujeres de Bozeman. Da clases de defensa personal todas las semanas en la universidad. Coordina la Unidad de Busqueda y Rescate, y eso no se limita a las universitarias desaparecidas sino que incluye a excursionistas perdidos, esquiadores atrapados por un alud, cualquier cosa. El ano pasado, dos ninas pequenas se alejaron un poco de su campamento justo de este lado de la frontera con Wyoming, en Yellowstone. Miranda las busco, las encontro y las devolvio sanas y salvas.

Quinn no dijo palabra. ?Que podia decir? No podia reclamar nada de Miranda, ni tenia derecho a enterarse de su vida en la actualidad. Pero, joder, ganas no le faltaban. Queria saber todo lo que habia vivido durante los diez anos transcurridos desde la ultima vez.

– Gracias por venir, Quinn -dijo Nick, al cabo de un rato-. Se que no es facil para ti trabajar con ella.

Cuando Nick detuvo la camioneta detras del jeep de Miranda, Quinn dijo:

– No tengo problemas para trabajar con Miranda, pero si se pasa de la raya tendremos que relevarla.

– De acuerdo.

Bajaron de la camioneta y la primera persona que vio Quinn fue a ella. Estaba de pie en una saliente, con las manos en las caderas.

– ?Donde habeis estado? -Bajo de un salto por la pared y se detuvo ante los dos hombres. Tenia la mandibula tensa-. Dijiste dos horas. ?Han pasado casi tres!

Aunque estaba palida y delgada, con su profunda mirada azul marcada por las ojeras, Miranda era una mujer bella. Un nucleo de pura energia y fuerza apenas contenida que Quinn siempre habia admirado.

– Hemos ido a interrogar a los ninos que encontraron el cadaver -dijo Nick.

Quinn queria preguntarle a Miranda que diablos le importaba a ella, pero se mordio la lengua. Ella formaba parte de la investigacion, al menos por ahora. Nick ya habia definido su papel y Quinn no pensaba entrometerse.

Por el momento, no, al menos.

Asi que el sheriff habia vuelto a traer a los federales.

Era facil identificar al urbanita, todo arreglado con sus vaqueros nuevos, las botas rigidas y la cazadora recien estrenada. Cada vez que venian los senores importantes del gobierno, no encontraban pistas.

Porque el era mas listo que todos ellos. A este lo recordaba de antes, de hacia mucho tiempo. Habia demostrado ser un digno rival en aquel episodio… Habia llegado muy cerca, pero los arboles le impidieron ver el bosque.

Le dieron ganas de reir con su juego de palabras. Eran todos unos necios. Todos.

Excepto ella. La que habia escapado.

Se puso tenso, y el caballo que montaba se agito, nervioso, en el sendero del monte, mucho mas arriba de donde se apinaban los policias. Se obligo a relajarse, le dio unas palmaditas al caballo hasta tranquilizarlo. Acariciando al animal conseguia contener su rabia.

Tenia tantas ganas de matar a Miranda Moore que ya sentia su cuerpo aplastado bajo el suyo. Se imaginaba a solo centimetros de su cara. Cogiendola del pelo y tirando de la cabeza hacia atras. Dejando al desnudo su blanco cuello. Sintiendo como temblaba entera cuando el desenvainaba el cuchillo y se lo acercaba a la garganta.

Un corte rapido y su sangre calida se derramaria sobre el y sobre la tierra.

Pero habia escapado. Y el habia perdido. Su fracaso lo atormentaba, le recordaba que no era perfecto. Nunca deberia haber buscado una victima de la localidad. En cualquier caso, no era ella a quien deseaba. Era la rubia que la acompanaba. No tuvo mas remedio. Si queria a la rubia, tenia que llevarse a su amiga.

Todavia tenia ganas de matarla, pero no podia.

Al final, habia ganado ella.

Doce anos antes, su mayor temor habia sido que lo atraparan gracias a Miranda Moore. ?Habria visto o escuchado algo que pondria a la policia sobre su pista? Habia actuado con tanta cautela que creyo que ella no sobreviviria. Se sintio timado al verla saltar desde lo alto del barranco hasta el rio Gallatin, aunque tambien estaba seguro de que no sobreviviria.

Al ver las noticias al dia siguiente, le sorprendio descubrir que seguia con vida.

Sin embargo, paso el tiempo y se fue relajando. La mujer no sabia nada, o no lo recordaba, o nunca lo habia visto.

No, ahora no podia matarla. Pero si se acercaba demasiado, eso cambiaria.

Miro su reloj y fruncio el ceno. No tenia previsto andar por ahi a esas horas. Espoleo suavemente al caballo y siguio por el estrecho sendero en direccion al sur.

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