— Muy contadas veces… — repuso en voz baja, como si sus pensamientos estuvieran en otra parte. Dejo caer lentamente las manos, que tocaron el azul metalico de su vestido —. Te dare…

angheno, ?quieres? ?Oh, claro, no sabes que es!

— No, no lo se — respondi con inesperada terquedad. Ella fue hacia el bar y volvio con una botella pequena y panzuda. Me sirvio un poco. Tenia algo de alcohol, no mucho, pero si algo, y el sabor era singular, muy seco —. No te enfades — dije, apurando el vaso y sirviendome otra vez.

— No me enfado. Aun no me has respondido. ?Acaso no quieres?

— ?Por que no? Voy a hacerlo. En total eramos veintitres, en dos naves. La segunda nave se llamaba Ulises. Cada una tenia cinco pilotos y el resto eran cientificos. No habia ninguna mujer.

— ?Por que?

— A causa de los ninos — explique —. No es posible criar ninos en semejantes naves. Y aunque lo fuera, a nadie le gustaria. No se puede volar hasta que se han cumplido treinta anos. Hay que tener dos carreras y cuatro anos de entrenamiento, doce en total. En resumen, las mujeres ya suelen tener hijos a los treinta anos. Y ademas habia… otras consideraciones.

— ?Y tu? — interrogo.

— Yo estaba solo. Elegian hombres solteros. Bueno…, voluntarios.

— ?Y tu querias ir?

— Si, claro.

— Y sin…

Enmudecio. Sabia que queria decir, pero calle.

— Debe de ser terrible… volver asi… — dijo casi en un murmullo. Se estremecio. Entonces me miro de repente, con las mejillas cubiertas de rubor —. Escucha, lo que he dicho antes era una broma, de verdad…

— ?A proposito de los cien anos?

— Si. Solo lo he dicho por decir algo, no tenia ninguna…

— Callate — murmure —. Mas disculpas como esta y sentire de verdad el peso de todo este tiempo.

Guardo silencio. Procure no mirarla. En el interior de la segunda e inexistente habitacion cantaba sin ruido una gigantesca cabeza de hombre; solo veia una garganta rojiza, temblorosa por el esfuerzo, y unas mejillas relucientes. Todo el rostro se movia a un ritmo inaudible.

— ?Que haras? — inquirio ella en voz baja.

— No lo se, todavia no lo se.

— ?De modo que no tienes planes?

— No. Dispongo de… una especie de prima, ?sabes? Por todo este tiempo. La depositaron a mi nombre en el banco cuando despegamos… ni siquiera se a cuanto asciende. No se absolutamente nada. Escucha…, ?que significa Kawut?

— ?Kawuta? — corrigio ella —. Es… como un estudio, plastificar, nada especial en si, pero muchas veces ayuda a entrar en el real…

— Ya, espera…, ?que haces en realidad?

— Plastificar…, vaya, ?no sabes de que se trata?

— No.

— Como decirtelo…, es muy sencillo, se hacen vestidos, abrigos, en fin, todo…

— ? Modisteria?

— ?Que es eso?

— ?Coses algo?

— No te comprendo.

— ?Por todos los cielos negros y azules! ?Creas modelos de vestidos?

— Pues… si, en cierto sentido. Pero no los creo, los hago…

Abandone el tema.

— ?Y que es un real?

Esto la impresiono de verdad. Por primera vez me miro como si fuera un ser de otro mundo.

— El real es…, el real — repitio, desconcertada —. Se trata de las… historias que se contemplan…

— ?Eso? — pregunte, senalando la pared de cristal.

— ?Oh, no! Esto es vision…

— Pues ?que es? ?Un cine? ?Un teatro?

— No. Se lo que era el teatro y que existio una vez. Lo se: en el teatro salian personas reales.

El real es artificial, pero de modo que no puede distinguirse. A no ser que se entrara dentro de ellas…

— ?Entrar dentro?

La cabeza del gigante se movia ahora al ritmo de sus ojos; vacilo y me miro, como si la observacion de esta escena le divirtiera muchisimo.

— Escucha, Nais — dije de improviso —, o me voy, porque ya debe de ser muy tarde, o…

— Lo segundo me gustaria mas.

— Aun no sabes lo que voy a decir.

— Entonces, dilo.

— Esta bien. Querria preguntarte sobre algunas otras cosas. Ya conozco un poco las grandes, las importantes: pase cuatro dias en el ADAPT de la Luna. Se trataba de cosas muy extraordinarias. Pero ?que haceis vosotros… cuando no trabajais?

— Hay muchas posibilidades — repuso —. Se puede viajar, de verdad o con el mut. O divertirse, ir al real, bailar, jugar a toreo, nadar, volar… todo lo que se te antoje.

— ?Que es el mut?

— Algo parecido al real, pero que puede abarcarlo todo. Se pueden escalar montanas, ir a todas partes; lo veras por ti mismo, es imposible explicarlo. Pero creo que ibas a hacerme otra pregunta, ?verdad?

— Si. ?Que pasa… entre las mujeres y los hombres?

Sus parpados palpitaron.

— Lo mismo de siempre. ?Que podia cambiar en esto?

— Todo. Cuando me marche…, te lo ruego, no lo tomes a mal…, una muchacha como tu no habria podido llevarme a su casa a estas horas.

— ?De verdad? ?Por que?

— Porque habria tenido un sentido determinado.

Guardo silencio unos momentos.

— ?Y como sabes que ahora ya no tiene este sentido?

Mi mueca la divirtio. La mire y dejo de reir.

— Nais…, ?que significa esto…? — tartamudee —. Invitas a un tipo completamente desconocido y…

Callo.

— ?Por que no contestas?

— Porque no comprendes nada. No se como explicartelo. No quiere decir nada, ?entiendes…?

— Ya. No quiere decir nada — repeti, levantandome. No podia seguir sentado alli, y casi salte… sin darme cuenta. Etta se estremecio —. Perdona — murmure, y empece a pasear por el cuarto. Tras la pantalla de cristal se veia un parque bajo el SD! matutino; por una avenida, entre arboles de hojas de un tono rosa palido, paseaban tres muchachos en mangas de camisa, y las camisas brillaban como armaduras —. ?Hay matrimonios?

— Naturalmente.

— ?Entonces no entiendo nada! Explicame esto. Dime: ves a un hombre que te gasta, y, sin conocerle, inmediatamente…

— ?Que hay que explicar aqui? — interrumpio ella, enojada —. ?De verdad en tu tiempo…, entonces…, una chica no podia llevar a un hombre a su habitacion?

— Si, claro que podia, y tambien con la idea de…, pero no a los cinco minutos de haberle visto…

— Entonces, ?despues de cuantos minutos?

La mire. La pregunta era completamente en serio. Claro, no podia saberlo; me limite a encogerme de hombros.

— No solo se trataba de tiempo, sino que…, sino que primero tenia que ver algo en el, conocerle, amarle, y entonces iban a…

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