anuncio para subarrendar su casa a principios de septiembre. ?Dejo alguna direccion?, pregunte. A ella no, dijo la mujer, ella pagaba el alquiler directamente al casero. Bueno, dije, luchando por vencer mi decepcion, si alguna vez tiene noticias suyas, le agradeceria me lo comunicara. Antes de colgar le di mi numero de telefono de Nueva York. Llameme a cobro revertido, dije, a cualquier hora del dia o de la noche.

Comprendi entonces que Lillian me habia enganado por completo. Sabia que se habria ido antes de que yo llegara alli, lo cual significaba que nunca habia tenido intencion de venir a nuestra cita. Me maldije por mi credulidad, por el tiempo y la esperanza que habia despilfarrado. Solo para asegurarme, pregunte en el servicio de informacion de Chicago, pero no habia ningun telefono a nombre de Lillian Stern. Cuando llame a Maria Turner a Nueva York y le pedi la direccion de la madre de Lillian, ella me dijo que habia perdido el contacto con Mrs. Stern hacia muchos anos y no tenia ni idea de donde vivia. La pista habia desaparecido de repente. Lillian estaba ahora tan perdida para mi como Sachs, y ni siquiera se me ocurria como podia empezar a buscarla. Si habia algun consuelo en su desaparicion venia de la palabra Chicago. Tenia que haber una razon para que ella no quisiera hablar conmigo, y rece para que fuese que trataba de proteger a Sachs. De ser asi, tal vez su relacion era mejor de lo que me habian hecho creer. O tal vez su relacion habia mejorado despues de la visita de Sachs a Vermont. ?Y si habia ido a California y la habia convencido de que se fugase con el? El me habia dicho que tenia un apartamento en Chicago y Lillian le habia dicho a su inquilina que se trasladaba a Chicago. ?Era una coincidencia? ?Habia mentido uno de ellos o los dos? Ni siquiera podia adivinarlo, pero, por Sachs, esperaba que estuvieran juntos, viviendo una loca existencia de fugitivos mientras iban y venian por el pais, planeando furtivamente su siguiente operacion. El Fantasma de la Libertad y su amante. Aunque no fuera mas que eso, no estaria solo, y yo preferia imaginarmelo con ella que solo, preferia imaginar cualquier vida antes que la que el me habia descrito. Si Lillian era tan intrepida como el me habia dicho, quiza estuviera con el, quiza fuera lo bastante alocada para haberlo hecho.

No supe nada mas a partir de entonces. Pasaron ocho meses, y cuando Iris y yo volvimos a Vermont a finales de junio, yo practicamente habia renunciado a la idea de encontrarle. De los cientos de posibilidades que imaginaba, la que parecia mas probable era que nunca volviese a dar senales de vida. Yo no tenia ni idea de cuanto tiempo continuarian las explosiones, de cuando llegaria el final. Y aunque hubiese un final, parecia dudoso que yo me enterase de ello; lo cual significa que la historia seguiria eternamente, segregando su veneno dentro de mi para siempre. La dificultad estaba en aceptar eso, en coexistir con las fuerzas de mi propia incertidumbre. A pesar de que deseaba desesperadamente una resolucion, tenia que comprender que tal vez no se produciria nunca. Despues de todo, uno solo puede contener el aliento durante un tiempo limitado. Tarde o temprano, llega un momento en que tiene que respirar de nuevo, aunque el aire este contaminado, aunque sepa que acabara matandole.

El articulo en el Times me cogio con la guardia baja. Me habia acostumbrado tanto a mi ignorancia que ya no esperaba que nada cambiase. Alguien habia muerto en esa carretera de Wisconsin, pero aunque sabia que podia haber sido Sachs, no estaba dispuesto a creerlo. Fue necesaria la llegada de los hombres del FBI para convencerme, e incluso entonces me aferre a mis dudas hasta el ultimo momento, cuando mencionaron el numero de telefono que habian encontrado en el bolsillo del muerto. Despues de eso, una sola imagen ardio en mi cerebro y ha permanecido conmigo desde entonces: mi pobre amigo volando en pedazos cuando la bomba estallo, el cuerpo de mi pobre amigo esparcido al viento.

Eso ocurrio hace dos meses. A la manana siguiente me sente y empece el libro. Y desde entonces he trabajado en un estado de panico constante, luchando por acabarlo antes de que se me agotara el tiempo, sin saber nunca si podria llegar hasta el final. Como habia previsto, los hombres del FBI han estado muy atareados a causa mia. Han hablado con mi madre en Florida, con mi hermana en Connecticut, con mis amigos en Nueva York, y durante todo el verano la gente ha estado llamandome para contarme esas visitas, preocupados de que estuviese metido en un lio. No estoy en un lio todavia, pero estoy seguro de que lo estare en un futuro proximo. Cuando mis amigos Worthy y Harris descubran cuantas cosas les he ocultado, sera inevitable que se irriten. Ya no hay nada que pueda hacer al respecto. Me doy cuenta de que hay castigos por ocultarle informacion al FBI, pero, dadas las circunstancias, no veo como hubiese podido actuar de otra manera. Le debia a Sachs el mantener la boca cerrada y le debia escribir este libro. El tuvo el valor de confiarme su historia, y no creo que pudiese vivir conmigo mismo si le hubiese fallado.

Durante el primer mes escribi un borrador preliminar corto, ateniendome unicamente a lo mas esencial. Cuando vi que el caso seguia sin resolverse, volvi al principio y empece a llenar las lagunas, a ampliar cada capitulo hasta el doble de la extension original. Mi plan era revisar el manuscrito tantas veces como fuese necesario, anadir nuevo material en cada borrador sucesivo y seguir trabajando en ello hasta que pensase que no quedaba nada por decir. Teoricamente, el proceso podria haber continuado durante meses, tal vez incluso anos…, pero solo si tenia suerte. En realidad, estas ocho semanas son todo lo que tendre. Cuando llevaba hechas tres cuartas partes del segundo borrador (en mitad del cuarto capitulo), me vi obligado a dejar de escribir. Eso ocurrio ayer y todavia estoy tratando de asimilar lo repentino que fue. El libro ha terminado ya porque el caso ha terminado. Si anado esta pagina final es solo para dejar constancia de como encontraron la solucion, para anotar la ultima sorpresa, el ultimo giro que pone fin a la historia.

Fue Harris quien me lo conto. Era el mayor de los dos agentes, el hablador, el que me habia preguntado cosas sobre mis libros. Al parecer, finalmente fue a una libreria y compro alguno, como me habia prometido hacer cuando me visito con su companero en julio. No se si pensaba leerlos o actuo simplemente por una corazonada. Pero resulto que los ejemplares que compro estaban firmados con mi nombre. Debio de acordarse de lo que le conte sobre los curiosos autografos que habian estado apareciendo sobre mis libros, asi que llamo aqui hace diez dias para preguntarme si habia estado alguna vez en esa libreria, situada en un pueblo a las afueras de Albany. Le dije que no, que nunca habia puesto los pies en ese pueblo, y el me dio las gracias por mi ayuda y colgo. Le dije la verdad porque no vi ninguna necesidad de mentir. Su pregunta no tenia nada que ver con Sachs, y si queria buscar a la persona que habia estado falsificando mi firma, ?que dano habia en ello? Pense que me estaba haciendo un favor, pero en realidad acababa de entregarle la clave del caso. Llevo los libros al laboratorio del FBI a la manana siguiente, y despues de una concienzuda busqueda de huellas dactilares encontraron varios juegos de huellas claras. Uno de ellos pertenecia a Sachs. Ya debian de conocer el nombre de Ben, y puesto que Harris era un tipo listo, no se le habria escapado la relacion. Una cosa llevo a otra, y cuando el se presento aqui ayer, ya habia encajado todas las piezas. Sachs era el hombre que se habia volado a si mismo en Wisconsin. Sachs era el hombre que habia matado a Reed Dimaggio. Sachs era el Fantasma de la Libertad.

Vino solo, sin el estorbo del silencioso y adusto Worthy. Iris y los ninos se habian ido a banar en la alberca, y de nuevo estaba yo solo, de pie delante de la casa viendole bajar del coche. Harris estaba de buen humor, mas jovial que la primera vez, y me saludo como si fuesemos viejos amigos, colegas en el afan por resolver los misterios de la vida. Tenia noticias, dijo, y penso que tal vez me interesarian. Habian identificado a la persona que habia estado firmando mis libros y habia resultado ser amigo mio, un hombre que se llamaba Benjamin Sachs. ?Por que querria un amigo hacer una cosa asi?

Mire fijamente al suelo conteniendo las lagrimas mientras Harris esperaba una respuesta.

– Porque me echaba de menos -dije finalmente-. Se marcho a hacer un largo viaje y se le olvido comprar postales. Era su manera de permanecer en contacto conmigo.

– Ah -dijo Harris-. Un verdadero bromista. Tal vez pueda usted decirme algo mas sobre el.

– Si, puedo decirle muchas cosas. Ahora que ha muerto ya no importa, ?verdad?

Entonces senale la cabana del estudio y sin decir una palabra mas cruce el patio delante de Harris bajo el caliente sol de la tarde. Subimos juntos los escalones y una vez dentro le entregue las paginas de este libro.

Paul Auster

Paul Auster nacio en 1947 en Nueva Jersey y estudio en la Universidad de Columbia. Tras un breve periodo como marino en un petrolero de la Esso, vivio tres anos en Francia, donde trabajo como traductor, “negro” literario y cuidador de una finca; desde 1974 reside en Nueva York. Ha publicado la llamada “Trilogia de Nueva York” (que comprende las novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitacion cerrada), El pais de las

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