Repetireis vuestra promesa delante del rey: su majestad lo comprendera.

– ?Y Moth? -interrumpio Ranulfo.

– Me acompanara: es mi criado -ni siquiera se molesto en volver la cabeza.

– Bullock esta abajo con Moth -anuncio Ranulfo-. El baile desea tener unas palabras con nosotros, dijo que era un asunto urgente.

Corbett miro a lady Mathilda. Se sintio intranquilo. El silencio y la expresion inexorable del rostro de Ranulfo le hizo poner los pelos de punta.

– Llevaoslo -afirmo lady Mathilda.

– Oh, no os preocupeis -dijo Corbett poniendose en pie-. Ranulfo es muy especial, no se queda vigilando a cualquiera. Nos llevaremos la llave y os encerraremos dentro. -Ranulfo le miro como si estuviera a punto de protestar, pero finalmente se puso en pie, saco la llave de la cerradura y abrio la puerta. Corbett ya tenia medio cuerpo fuera cuando se dio cuenta de su error. Ranulfo le propino un fuerte empujon, arrojandolo con violencia al otro lado de la galeria. La puerta se cerro de golpe y se escucho como la cerraban por dentro con llave y la atrancaban.

– ?Ranulfo! -Corbett se abalanzo sobre la puerta, pero los labrados de hierro no hicieron mas que lastimar su hombro-. ?Ranulfo! -grito-. ?Por el amor de Dios, te ordeno que abras!

Pero para los que estaban dentro de la estancia era como si Corbett se encontrara en la otra punta del mundo. Lady Mathilda se incorporo asustada. Ranulfo la empujo, obligandola a sentarse de nuevo en su silla.

– ?No ireis a matarme, verdad? -balbuceo al ver que Ranulfo se llevaba la mano a la daga-. A una vieja dama, la querida sobrina del rey. ?No me clavareis esa daga?

– No, no os rajare -replico Ranulfo agachandose a su altura, todavia con la copa de vino entre las manos-. Quiero deciros, lady Mathilda, que no sois mujer, que no teneis alma. Estais llena de maldad y odio.

– Y yo brindo por vos, Ranulfo-atte-Newgate.

Le asio la copa, se la llevo a la altura de los labios y tomo un sorbo. Sus ojos se abrieron llenos de panico mientras Ranulfo le agarro con fuerza la mano. Se levanto, le echo hacia atras la cabeza, obligandola a tragar todavia mas vino.

– Y yo, Ranulfo-atte-Newgate, brindo por vos -le siseo-. Pedisteis vino, zorra, ahora bebed un buen trago de veneno.

Ella se resistio pero Ranulfo la sujeto con fuerza.

– Matasteis a mi amigo, malvada bruja asesina. Y cuando haya acabado con vos, le tocara el turno a Moth.

Ranulfo no hizo caso de los golpes y de los gritos de Corbett al otro lado de la puerta. Sostuvo firmemente la copa, sus ojos brillaban de ira.

– Nunca confieis en un Plantagenet -le susurro-. Bebed el veneno. Id al infierno y decidle al mismisimo Diablo que yo, Ranulfo-atte-Newgate, os envio.

Retiro la mano. Lady Mathilda dejo caer la copa en su falda, los restos de vino cayeron formando una mancha siniestra. Se puso en pie y se llevo una mano a la garganta.

– No hay nada que podais hacer -declaro Ranulfo-. No habra ningun monasterio acogedor esperandoos, no teneis salida.

Aunque intento llegar a la puerta, lady Mathilda, con las manos apretandose fuertemente el estomago, se desplomo en el suelo. Ranulfo se acerco y vio como sufria uno o dos espasmos. Finalmente giro la llave.

Corbett, Bullock y los demas estaban en la galeria. Ranulfo se echo a un lado y los dejo entrar. Corbett se arrodillo al lado de lady Mathilda para tomarle el pulso en el cuello. Sacudio la cabeza.

– Era una prisionera del rey -afirmo Bullock por lo bajo.

– ?No deberias haberlo hecho! -le grito Corbett zarandeandole por los hombros.

– Me he limitado a cumplir ordenes del rey -replico Ranulfo. Saco un pergamino del bolsillo de su jubon y se lo entrego a Corbett-. Simon, el escribano, me entrego esto -explico Ranulfo-. No he hecho nada que el rey no me hubiera pedido, aunque, debo confesarlo, si que lo he hecho con gusto.

Corbett leyo el documento:

Al baile y soldados de la ciudad de Oxford y a los censores de la universidad, el rey Eduardo os envia sus saludos. Os hago saber que nuestro querido escribano de confianza, Ranulfo-atte-Newgate, tiene potestad dentro y fuera de la ciudad de Oxford para salvaguardar el bienestar de la Corona y el buen gobierno de nuestro reino. Entregado en mano, Teste me ipso,

EL REY EDUARDO.

El escrito llevaba la imprenta del Sello Real Privado. Corbett se lo entrego a Bullock.

– Pues que asi sea -murmuro el baile-. Que lo que el rey desee, asi se haga -le devolvio el pergamino.

Corbett cogio a Ranulfo por el hombro y le condujo fuera de la estancia.

– ?Que debo hacer con ella? -grito Bullock.

– Enterradla -contesto Corbett-. Hacedlo pronto. Que el cura le dedique una misa.

– ?Y con Moth? -Bullock se puso en pie-. Lei vuestro mensaje, mis hombres lo tienen retenido abajo.

– Llevadlo al castillo -replico Corbett-, pero que no sufra maltrato o abuso alguno. Esperareis a que el rey pronuncie su sentencia.

Se llevo a Ranulfo pasillo abajo.

– Ranulfo-atte-Newgate. -Corbett le miro directamente a los ojos-. ?Recuerdas cuando nos conocimos? Estabas sucio, tenias hambre e ibas en un carro camino de la horca.

– No pasa ni un solo dia sin que me acuerde de ello. En mi vida solo he tenido dos amigos: uno lo encontre aquel dia, el otro era el pobre Maltote. Y antes de decirme nada, sir Hugo, pensad en el pobre Maltote. Esa zorra - exclamo- habia planeado pasar el resto de sus dias en uno de esos acogedores monasterios. Se ha hecho justicia, no como a vos os gusta, pero, como muy bien dijo el padre Luke cuando colgo a Boso, es lo que Dios queria. Ya habia matado una vez y volveria a hacerlo. ?Acaso creeis que os habria olvidado, amo? ?Realmente creeis que os habria dejado marchar?

Corbett asintio.

– Vamos, Ranulfo -contesto-. Vayamos a la taberna de Las Chicas Alegres, tomemos una copa de vino y brindemos por Maltote. Manana haremos los ultimos arreglos para que transporten su cuerpo, luego iremos a Woodstock y de ahi a Leighton.

Bajaron las escaleras y salieron a la calle. Estaba desierta pero los guardias de Bullock vigilaban las dos entradas. Ranulfo seguia justificando lo que habia hecho cuando escucharon un grito a sus espaldas. Corbett se volvio. Moth, con el cabello ondulante al viento, se habia escapado de sus capturadores y corria en silencio a su encuentro. Habia cogido una ballesta de algun sitio. Corbett vio horrorizado que se levantaba para disparar: echo a Ranulfo a un lado, pero mientras lo hacia escucho un chasquido, vio el odio en el rostro de Moth y supo que habia calculado mal. Demasiado tarde. El cuadrillo le alcanzo en la parte superior del pecho. El cuerpo de Corbett se retorcio de dolor y se tambaleo hacia atras. Ranulfo corria ahora en busca de Moth con la daga desenvainada. Corbett cayo de rodillas. Vio como Ranulfo se movia con rapidez, ejecutando el baile macabro de un luchador callejero nato. Se encontro frente a Moth. Se cambio rapidamente la daga de mano, se echo a un lado y mientras lo hacia hundio la hoja en el estomago del sordomudo. Ranulfo entonces se dio la vuelta, desenvaino la espada y la blandio limpiamente sobre el cuello de Moth. A Corbett ya todo le daba igual: el dolor era inaguantable. Pudo saborear la sangre al fondo de su garganta. La gente corria hacia el, lentamente, como en un sueno. Maeve estaba alli, con la pequena Eleanor colgando de sus faldas.

– No deberias estar aqui -le susurro-. Pero, como siempre -anadio-, yo tampoco.

Y cerrando los ojos, sir Hugo Corbett, el guardian del Sello Secreto del rey, se desplomo sobre el suelo de guijarros cubiertos de barro de la ciudad de Oxford.

Nota del autor

Es cierto que existio un Sparrow Hall en Oxford, pero desaparecio hace mucho tiempo y tan solo figura como

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