Bretana que por la Republica alemana, totalitaria y revolucionaria. Aquellos tres jovenes, que no estaban fichados por la policia secreta del regimen, fueron captados por miembros de nuestra embajada y pronto se vio que podian sernos extremadamente utiles.

Pese a que no le conocian de nada, los tres jovenes carlistas se pusieron inmediatamente a las ordenes de Tomas Zubia, siguiendo instrucciones de los agentes de nuestra embajada. Cuando les explico lo que tenian que hacer, no pusieron objecion alguna a su plan. Los tres eran catolicos convencidos y llevaban prendido del pecho un escapulario con el Sagrado Corazon de Jesus y la inscripcion «Detente, bala». Estaban convencidos de que nada les podia ocurrir, algo asi como los fundamentalistas islamicos de hoy en dia.

El plan era arriesgado, pero tenia que llevarse a cabo si no queriamos perder la que quiza fuera la unica oportunidad para neutralizar al cientifico belga. Tomas Zubia y sus tres acompanantes acudieron al hotel donde aquel se alojaba vestidos con uniforme de la policia espanola y, una vez alli, ordeno a los agentes de las SS apostados en la puerta del flamenco que fueran con ellos para participar en una importante mision. Como estaba previsto, los alemanes se negaron ya que tenian un estricto mandato de no separarse del lugar en que hacian guardia. Zubia juro en varios idiomas, incluido el escaso aleman que conocia, y procuro mostrarse energico, mientras los supuestos policias espanoles asistian impasibles a su actuacion. Los alemanes, aunque no admitian sus ordenes, le trataban con deferencia, ya que habian sido testigos de como le agasajaba Vonderschmidt y como se le habia permitido acompanar hasta alli al belga y su familia. Por eso mismo permitieron que sus acompanantes se acercaran mas de la cuenta, y cuando mas confiados estaban, de las manos de los falsos policias surgieron cuatro cuchillos que, silenciosamente, se clavaron en la garganta de los confiados guardias nazis. Excuso contarte los detalles mas escabrosos, pero esa accion, que era totalmente necesaria y, por otra parte, la mas arriesgada de todo el plan, se saldo con gran exito.

El siguiente punto era, en principio, mas facil. Tenian que introducirse en la habitacion y secuestrar a De Schoenmaker y familia. Aunque seguramente el profesor le hubiera abierto voluntariamente la puerta a Zubia, decidieron entrar a la fuerza, imbuidos por la excitacion del momento. La entrada, derribando la puerta y con las armas en la mano, debio de ser espectacular y, sobre todo, paralizante. Sus ocupantes, que estaban durmiendo se despertaron instantaneamente aunque sin capacidad de reaccion.

– ?Que es lo que pretende, herr De lthurbide? -le pregunto el belga con gran serenidad de animo. No dijo eso tan socorrido de ?que es esto?, ya que saltaba a la vista, sino que queria saber exactamente cuales eran sus pretensiones. Era un hombre valiente ese nazi.

Antes de contestar, Tomas Zubia ordeno a sus acompanantes que encerraran en una de las habitaciones de la suite a la hija y la nieta del belga, asi como a la criada que los acompanaba. Cuando estuvieron los dos solos contesto a su pregunta.

– Se a que se dedica usted, profesor, y pretendo destruir su obra. Pero para eso necesitare su ayuda.

– No se de que me esta usted hablando. Creo que se ha vuelto loco.

– Para su desgracia, profesor, no me he vuelto loco, sino que estoy terriblemente lucido. y muy bien informado ademas. Que es usted simpatizante de Hitler no me lo puede discutir.

– Lo mismo que usted -le interrumpio indignado.

– Si, bueno, lo admitire por el momento, ya que no tengo ninguna intencion de explicarle mis ideas politicas. Mire, profesor, para que vea que se de que estoy hablando, no solo es usted un fiel admirador del Fuhrer, sino que esta trabajando en un proyecto ultrasecreto para conseguir desarrollar una bomba basada en la fusion o fision, lamento mi ignorancia tecnica, del uranio. Esa fabrica se encuentra ubicada aqui, en Espana, presumiblemente no muy lejos de Madrid, incluso me atreveria a decir que en la provincia de Guadalajara, aunque de eso no estoy muy seguro, ya ve que soy sincero. Y para seguir siendo sincero, voy a contestar a su pregunta de nuevo. Pretendo destruir la fabrica en la que se esta construyendo la bomba.

– Quiza este usted bien informado, es posible, pero lo que si esta con toda seguridad es rematadamente loco. En el hipotetico caso de que esa fabrica existiera, ?cree usted que seria tan sencillo destruirla?

– Por supuesto que no; estoy algo loco para hacer lo que hago, pero no tanto como usted supone. Sin embargo, ese es un asunto que no me preocupa porque no voy a ser yo quien destruya la fabrica, sino usted mismo en persona.

– ?Yo en persona? Nunca jamas; podra matarme si quiere, pero jamas traicionare la confianza que el Fuhrer me ha otorgado.

– No se preocupe por eso, no tengo intencion de matarle, me es usted mas util vivo que muerto, pero, por el contrario, su hija y su nieta no poseen ninguna utilidad para mi. Bueno, ninguna, ninguna, no es del todo cierto, creo que me pueden servir para algo: para ajustarle a usted las clavijas, por ejemplo.

– ?Que esta insinuando con eso? -pregunto con un estremecimiento.

– ?Insinuar, herr profesor? Yo no insinuo nada. Le digo claramente que si no colabora, tanto su hija como su nieta moriran. En sus manos esta, por lo tanto, la vida o la muerte de sus familiares mas directos.

Debo anadir, James, que cuando Zubia me conto esta parte de su conversacion todavia temblaba el hombre. Tener que proferir esas amenazas parecia algo superior a sus fuerzas. Sin embargo, lo hizo y paso la prueba con exito, pero puedo asegurarte que nunca lo olvido. Incluso mucho mas tarde, cuando por desgracia se habia habituado a ciertas actitudes, la rememoracion de aquella conversacion le producia escalofrios.

– Es usted un canalla y un mal nacido -le contesto el profesor despues de escuchar sus amenazas.

– Bueno, no me pienso enfadar por esas palabras, aunque lo que estan haciendo ustedes no es precisamente de bien nacidos, pero sintiendolo mucho no hay tiempo para charlar, asi que decidase pronto: o colabora o mataremos primero a su hija y luego a su nieta, a no ser que usted prefiera invertir el orden.

– No hara lo que me esta diciendo -bramo el cientifico.

– Mire, no tengo mucho tiempo. ?A quien ejecutamos primero?

– A nadie. No se atrevera a cumplir su amenaza -intento rebatirle, con los ojos inyectados de furia.

– No entiendo su actitud -contesto suavemente Zubia, percatandose de que el tono sosegado que estaba utilizando le ponia mucho mas nervioso que si estuviera dando grandes voces-. Tengo que confesarle una cosa: no soy mexicano, soy vasco, y a los vascos siempre nos han gustado las apuestas. No es raro que cuando dos paisanos mios se juntan, apuesten sobre cualquier cosa: quien levanta mas veces una piedra pesada, que buey arrastrara mas lejos la misma piedra, que equipo de futbol ganara el partido del proximo domingo, o si la proxima chica que va a cruzar la calle es rubia o morena. Las posibilidades, como vera, son inmensas, y lo que se pone en juego tambien. Lo mismo puede tratarse de unos pocos centimos que de la propia casa. Con esto que le estoy diciendo no pretendo darle una leccion de etnografia vasca, sino decirle que a mi tambien me gusta apostar y si ahora mismo usted esta pensando que las amenazas que le he hecho no son mas que una apuesta, tiene razon, pero el premio es la vida de sus seres queridos. Usted tambien tiene que apostar. Si se niega a proporcionarme lo que le pido y yo voy de farol, ha ganado usted, pero ?y si voy totalmente en serio? En ese caso la perdida de su apuesta conlleva la simultanea perdida de la vida de sus seres queridos. Usted decide, y rapido, porque no tenemos tiempo.

– Es una apuesta fuerte. La mas fuerte de mi vida.

– Lo es.

– Esta bien, gana usted. ?Como lo hacemos?

Goldsmith abandono en una esquina de la terraza el catalejo con el que habia estado oteando la muchedumbre congregada en el solar del futuro museo y entro en el interior de la vivienda. Al cabo de pocos instantes volvio a salir con un fusil de ultimo modelo que habia recibido tres dias antes a traves de la valija diplomatica. Acerco el ojo derecho a la mira telescopica del arma y comprobo con satisfaccion que podia ver cualquier objeto o persona con la misma nitidez con la que podia ver sus propios zapatos. Acaricio suavemente el gatillo e indolentemente, a modo de entretenimiento, fue apuntando a algunos de los asistentes a la inauguracion. Durante unos segundos tuvo en su punto de mira la cabeza de un hombre con gafas que era el presidente de aquella comunidad, un poco mas tarde estaba en posicion de partir en dos el bigote del alcalde de la ciudad y asi, poco a poco, fue haciendo un repaso de los asistentes.

Las horas que siguieron fueron las mas intensas de su vida, me confeso posteriormente Zubia. Lo primero que hicieron el y sus hombres fue ir a un piso franco que teniamos a las afueras de Madrid. Ahi dejo a uno de los tres carlistas enemigos del nacionalsocialismo custodiando a las belgas. Luego, de otro piso clandestino, recogieron una cantidad de explosivos suficiente como para llevarse por delante medio Madrid. Por ultimo, con los explosivos y el profesor, los tres componentes del grupo que quedaban pusieron rumbo hacia la fabrica, siguiendo las indicaciones

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