de Tordesillas, Benavente en Zamora, etc.- una regresion de la perdiz roja en aquellos puntos en que el secano va siendo sustituido por el regadio. ?Es que son incompatibles la perdiz roja y el agua? Lo ignoro. Simple mente constato el fenomeno. Pero si se me ocurre pensar si este decrecimiento no estara relacionado con los distintos tratamientos de la tierra. Veamos. Las siembras de secano en Castilla no son fumigadas con pesticidas o lo son en muy es casa medida, en tanto la huerta -las patatas, por ejemplo- lo es hasta seis y siete veces por temporada, dosis que van en aumento ante la progresiva resistencia del escarabajo a todo tipo de farmacos. Llegados a este punto, la apelacion a las teorias de la naturalista americana Rachel Carson se impone. Esta senora relaciona la casi total desaparicion del petirrojo y el pigargo de cabeza blanca o aguila calva, en los Estados Unidos, con el abuso de pesticidas. En el mismo sentido discurren los informes de Jose Antonio Valverde, quien meses antes de la catastrofe ornitologica de Donana, en setiembre del 73, observo que los nidos de aguiluchos laguneros y zampullines albergaban huevos sin cascaron, apenas protegidos por una debil membrana. Estas sospechas nos llevan, aun sin quererlo, a las experiencias de los doctores De Witt, Rudd y Wallace, cuyos resultados coinciden. De Witt ha criado codornices, incluyendo dosis crecientes de DDT en su dieta; los pajaros asi alimentados no murieron y su puesta fue normal, pero contados de esos huevos dieron pollo y, de los nacidos, menos de la mitad sobrevivieron al quinto dia de la eclosion. El doctor Rudd efectuo la misma experiencia con faisanes y, aqui, la puesta disminuyo a la mitad y, de los faisancitos nacidos, solo una minima parte lo hicieron en condiciones de viabilidad. Por su parte, los doctores Wallace y Bernard, que han experimentado con petirrojos, han llegado a conclusiones cientificas dolorosas: elevadas concentraciones de pesticidas se almacenan en los testiculos de los machos y los ovarios de las hembras, con lo que el veneno acumulado en la parte del huevo que alimenta el embrion es causa inmediata de su frustracion y su muerte.

Entiendo que aplicar a nuestros campos los resultados de estas experiencias no constituye ningun disparate. Los plaguicidas podran no afectar directamente a la integridad de las aves adultas - aunque esto dependera, imagino, del grado de concentracion- pero si afecta, por lo que parece, a su reproduccion. Y esto, que explica la desaparicion del aguila calva en los Estados Unidos, puede tambien explicar la casi total ausencia de perdices jovenes en los regadios castellanos, siquiera esta casualidad este todavia, en cierto modo, por demostrar. Mas la sola sospecha ya es turbadora, con mayor motivo cuando sabemos que el futuro nos reclamara dosis de pesticidas cada vez mas elevadas, ya que aunque los paises desarrollados consigan farmacos menos persistentes pero mas toxicos que los actuales, los paises pobres seguiran con los no degradables, cuya fabricacion es mas barata. De este modo se calcula que si Asia, Africa y Sudamerica aspiran a doblar su produccion agricola, las 120.000 toneladas metricas de pesticidas que hoy utilizan se convertiran, dada la mayor resistencia progresiva de los insectos a estas fumigaciones, en 720.000. Venimos a caer asi en otra de las trampas biologicas de que habla Burnet al enfrentarnos con una disyuntiva extrema: no comer o envenenarnos.

IX EL MAR SE MUERE

Este azote de la contaminacion, que estoy tratando de concretar en unos ejemplos ilustrativos, asume tonalidades aun mas sombrias en el mar, donde, por diversas vias -rios, lluvias, barcos- confluyen todos los elementos contaminantes que el hombre ha puesto en circulacion: residuos radiactivos, detergentes, petroleo, fosfatos, mercurio, plaguicidas, etc. Ciertamente las posibilidades de recuperacion del mar son muy crecidas, pero a estas alturas del siglo XX, el hombre puede tambien vanagloriarse de haberlas rebasado. Se abre asi una eventualidad patetica: la de la posible muerte del mar, posibilidad no muy remota, puesto que algunos mares interiores bien puede afirmarse que han entrado en agonia. El Baltico, por ejemplo, donde desembocan doscientos rios procedentes, casi todos, de paises fuertemente industrializados, es un gigantesco pozo de infeccion. A estas alturas, infinidad de peces padecen tumores -el «tumor rojo» lo contraen un 75% de anguilas-, otros sufren repugnantes enfermedades de la piel y no pocos mueren tras una prolongada fase de ceguera, a causa de los residuos radiactivos de la central nuclear de Hmno. Y todos los pescados de estas aguas, sin excepcion, almacenan tales dosis de mercurio, DDT y PCB, que su in gestion resulta gravemente peligrosa para el hombre (no olvidemos que basta una dosis de 1.200 microgramos de mercurio para matar a un ser humano y la mitad para trastornarle gravemente su sistema nervioso). Resultan, pues, muy discretas y justificadas las advertencias del profe sor sueco Gunnel Westo de que no se coma pescado costero mas alla de una vez por semana, ni azul de altura en raciones superiores a 150 gramos, y la circular del Ministerio Maritimo Polaco, en el sentido de que hay extensos sectores del mar Baltico donde la vida ha desaparecido, puesto que ni las bacterias, ni los microbios han podido soportar el grado de contaminacion de aquellas aguas. Algo semejante podriamos decir de nuestro Mediterraneo, aunque los estudios verificados hasta el dia no sean tan minuciosos.

Seria un error, sin embargo, imaginar que «la muerte del mar» es problema restringido a aguas interiores o a areas alta mente industrializadas. Con una mayor o menor incidencia de contaminantes, el riesgo es general. El oceanografo Vital Aisar, que realizo hace pocos anos un periplo alrededor del mundo, manifesto que durante mas de un tercio de su viaje, no navego sobre agua sino sobre petroleo. El petroleo -cuya extincion en la Tierra pronto deploraremos- se pierde en el mar en proporciones tan notables que ocasiona su asfixia, ya que la pelicula de aceite que se extiende sobre su superficie impide la oxigenacion del agua y la fotosintesis, provocando la muerte de fauna y flora. Empero, este hecho unicamente se hace noticia de periodico cuando la derrama se produce de una vez y por accidente, como acontecio en 1967 con el petrolero Torrey Canyon originando la famosa «marea negra» que costo la vida a cien mil aves acuaticas. Pero si tenemos en cuenta que el Torrey Canyon desplazaba 118.000 toneladas y que hoy se construyen petroleros de 500.000 y se proyectan de 1.000.000 concluiremos que la vida en el mar pende de un hilo, supuesto que estas derramas accidentales seran cada vez mayores y a ellas habra que anadir los vertimientos intencionados, procedentes de baldeos y limpieza de tanques, y otros ocasionales que, aunque sin tanta espectacularidad, vienen a representar anualmente lo que cuarenta o cincuenta Torrey Canyon. Y ante este problema, la esperanza de que quien descubrio el mal descubrira el remedio es muy vaga y remota. Por de pronto, el uso de disolventes que se aplico ya a la «marea negra» en Inglaterra, fue peor que la enfermedad. El profesor Eric Smith describe asi el espectaculo de la costa despues del tratamiento: «En la superficie del mar, grandes cantidades de diminutos flagelados habian muerto o estaban muriendo. Los huevos de las sardinas se desintegraban o se desarrollaban anormalmente. En las rocas nada quedaba, salvo espesas matas de algas, muertas o moribundas. La superficie de los escollos estaba totalmente vacia de animales, mientras en la base se apinaba un verdadero cementerio de conchas». Todo esto confirma que hemos creado una tecnica avanzadisima con objeto de perfeccionar el mundo y lo que estamos consiguiendo es destruirlo. El navegante Cousteau, despues de un largo viaje por los oceanos Atlantico, Pacifico e Indico, realizando frecuentes inmersiones, declaraba en el Congreso de Londres que la vida submarina habia disminuido en un treinta por ciento en los ultimos quince anos.

Mas el dano de la contaminacion no es solo directo. Sus efectos son muy complejos. Del Canizo subraya la relacion de la contaminacion del medio y el hacinamiento con el desarrollo de ciertas afecciones psiquicas como la ansiedad, la angustia, la tension, el erotismo y la agresividad. «Estadisticamente, dice, se ha demostrado que en una ciudad de 250.000 habitantes se asesina el doble, se viola el triple y se roba siete veces mas que en un conjunto de pueblos pequenos que sumen los mismos 250.000 habitantes.» Esto ratifica la afirmacion de Erich Fromm de que para conseguir una economia sana hemos producido millones de hombres enfermos. Y posiblemente, la cadena de males no se interrumpa aqui, puesto que del mismo modo que los contaminantes influyen en enfermedades degenerativas como el cancer y la leucemia, segun se ha demostrado, cabe que lo hagan tambien sobre ciertas enfermedades y malformaciones congenitas de las que se observa un incremento en nuestro tiempo. En cualquier caso, es obvio que las conquistas rutilantes de la tecnica no bastan para ocultar sus miserias.

No desconozco, claro esta, los esfuerzos recientes de algunos paises para contrarrestar los efectos perniciosos de una mecanizacion desenfrenada. Los ejemplos de Londres al promulgar la Ley de Aire Puro de 1965 y la reunion de los paises riberenos del Baltico en Gdansk el otono de 1973 para intentar la recuperacion biologica de este mar, son, sin duda, dignos de ser imitados. Pero las iniciativas aisladas significan poca cosa en este terreno. Los hombres debemos convencernos de que navegamos en un mismo barco y todo lo que no sea coordinar esfuerzos sera perder el tiempo. ?De que vale, pongo por caso, que Norteamerica instale depuradoras en sus fabricas de cemento si luego estimula la produccion de las espanolas -que no las tienen- para comprarselo mas barato? ?Que adelantamos regulando la pesca de la ballena en acuerdos internacionales, si Rusia y Japon eluden el compromiso para aprovecharse de la cordura y la inhibicion ajenas? ?Que sentido tienen las precauciones suecas con los vertimientos de sus papeleras, si las rusas llenan el mar Baltico de mercurio? ?Que podemos sacar, en fin, en limpio de la disposicion americana proscribiendo el empleo del DDT, si al mismo tiempo envia sus excedentes a los paises subdesarrollados aprecios de saldo? Mientras el respeto a los delicadisimos mecanismos ecologicos no sea actitud desinteresada y general, apenas adelantaremos un paso. En este juego participamos todos, pero nadie debe reservarse el derecho de hacer trampas. Nuestro planeta se salvara entero o se hundira entero. Unicamente empleando la inteligencia y la razon, podremos escapar de la amarga profecia de Roberto Rossellini cuando dice que «nuestra civilizacion morira por apoplejia porque nuestra opulencia contiene en si las semillas de la muerte».

X MI OBRA Y EL SENTIDO DEL PROGRESO

A la vista de los papeles garrapateados por mi hasta el dia no necesito decir que el actual sentido del progreso no me va, esto es, me desazona tanto que el desarrollo tecnico se persiga a costa del hombre como que se plantee la ecuacion Tecnica-Naturaleza en regimen de competencia. El desarrollo, tal como se concibe en nuestro tiempo, responde, a todos los niveles, a un planteamiento competitivo. Bien mirado, el hombre del siglo XX no ha aprendido mas que a competir y cada dia parece mas lejana la fecha en que seamos capaces de ir juntos a alguna parte. Se aducira que soy pesimista, que el cuadro que presento es excesivamente tetrico y desolador, y que incluso ofrece unas tonalidades apocalipticas poco gratas. Tal vez sea asi: es decir, puede que las cosas no sean tan hoscas como yo las pinto, pero yo no digo que las cosas sean asi, sino que, desgraciadamente, yo las veo de esa manera. Por si fuera poco, el programa regenerador del Club de Roma con su formula del «crecimiento cero» y el consiguiente retorno al artesanado y «a la mermelada de la abuelita», se me antoja, por el momento, utopico e inviable. Falta una autoridad universal para imponer estas normas. Y aunque la hubiera: ?como aceptar que un gobierno planifique nuestra propia familia? ?Seria justo decretar un alto en el desarrollo mundial cuando unos pueblos -los menos- lo tienen todo y otros pueblos -los mas- viven en la miseria y la abyeccion mas absolutas? Sin duda la puesta en marcha del programa restaurador del Club de Roma exigiria unos procesos de adaptacion eticos, sociales, religiosos y politicos, que no pueden improvisarse. O sea, hoy por hoy, la Humanidad no esta preparada para este salto. Algunas gentes, sin embargo, ante la repentina crisis de energia que padece el mundo, han hablado, con tanta desfachatez como ligereza, del fin de la era del consumismo. Esto, creo, es mucho predecir. El mundo se acopla a la nueva situacion, acepta el parentesis; eso es todo. Mas, mucho me temo que, salvadas las circunstancias que lo motivaron, la fiebre del consumo se despertara aun mas voraz que antes de producirse. Cabe, claro esta, que la crisis se prolongue, se haga endemica, y el hombre del siglo XX se vea forzado a alterar sus supuestos. Mas esta alteracion se soportara como una calamidad, sin el menor espiritu de regeneracion y enmienda. En este caso, la tension llegara a hacerse insoportable. A mi entender, unicamente un hombre nuevo -humano, imaginativo, generoso- sobre un entramado social nuevo, seria capaz de afrontar, con alguna probabilidad de exito, un programa restaurador y de encauzar los conocimientos actuales hacia la consecucion de una sociedad estable. Lo que es evidente, como dice Alain Herve, es que a estas alturas, si queremos conservar la vida, hay que cambiarla.

Pero a lo que iba, mi actitud ante el problema -actitud pesimista, insisto- no es nueva. Desde que tuve la mala ocurrencia de ponerme a escribir, me ha movido una obsesion antiprogreso, no porque la maquina me parezca mala en si, sino por el lugar en que la hemos colocado con respecto al hombre. Entonces, mis palabras de esta noche no son sino la coronacion de un largo proceso que viene clamando contra la deshumanizacion progresiva de la Sociedad y la agresion a la Naturaleza, resultados, ambos, de una misma actitud: la entronizacion de las cosas. Pero el hombre, nos guste o no, tiene sus raices en la Naturaleza y al desarraigarlo con el senuelo de la tecnica, lo hemos despojado de su esencia. Esto es lo que se trasluce, imagino, de mis literaturas y lo que quiza indujo a Torrente Ballester a afirmar que para mi «el pecado estaba en la ciudad y la virtud en el campo». En rigor, antes que menosprecio de corte y alabanza de aldea, en mis libros hay un rechazo de un progreso que envenena la corte e incita a abandonar la aldea. Desde mi atalaya castellana, o sea, desde mi personal experiencia, es esta problematica la que he tratado de reflejar en mis libros. Hemos matado la cultura campesina pero no la hemos sustituido por nada, al menos, por nada noble. Y la destruccion de la Naturaleza no es solamente fisica, sino una destruccion de su significado para el hombre, una verdadera amputacion espiritual y vital de este. Al hombre, ciertamente, se le arrebata la pureza del aire y del agua, pero tambien se le amputa el lenguaje, y el paisaje en que transcurre su vida, lleno de referencias personales y de su comunidad, es convertido en un paisaje impersonalizado e insignificante.

En el primero de estos aspectos, ?cuantos son los vocablos relacionados con la Naturaleza, que, ahora mismo, ya han caido en desuso y que, dentro de muy pocos anos, no significaran nada para nadie y se transformaran en puras palabras enterradas en los diccionarios e ininteligibles para el «homo tecnologicus»? Me temo que muchas de mis propias palabras, de las palabras que yo utilizo en mis novelas de ambiente rural, como por ejemplo aricar, agostero, escardar, celemin, soldada, helada negra, alcor, por no citar mas que unas cuantas, van a necesitar muy pronto de notas aclaratorias como si estuviesen escritas en un idioma arcaico o esoterico, cuando simplemente han tratado de traslucir la vida de la Naturaleza y de los hombres que en ella viven y designar al paisaje, a los animales y a las plantas por sus nombres autenticos. Creo que el mero hecho de que nuestro diccionario omita muchos nombres de pajaros y plantas de uso comun entre el pueblo es suficientemente expresivo en este aspecto.

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