Yo movi la cabeza de un lado a otro, lentamente.

El se rio asintiendo con la cabeza, dejo caer, o medio lanzo la antorcha al sotano, y corrio hacia mi.

Estuve a punto de soltar la bola cuando lo vi venir hacia mi a traves del tirachinas, pero justo en el ultimo segundo antes de que mis dedos se abrieran vi como dejaba caer el hacha, que retumbo en los escalones del sotano al tiempo que Eric pasaba como una exhalacion junto a mi y yo me tiraba a un lado agachado. Di una vuelta en el suelo y vi a Eric corriendo como una liebre por el jardin, en direccion al sur de la isla. Arroje el tirachinas, baje corriendo las escaleras del sotano y recogi la antorcha. Estaba metida un metro dentro del sotano, bastante lejos de los fardos. La lance afuera rapidamente en el mismo momento en que las bombas que guardaba en el cobertizo empezaron a explotar.

El ruido era ensordecedor, la metralla silbaba por encima de mi cabeza, las ventanas de la casa estallaron hacia adentro y el cobertizo se habia desplomado; un par de bombas salieron despedidas del cobertizo y explotaron en otras partes del jardin, pero afortunadamente no cayeron cerca. Cuando me parecio seguro asomar la cabeza el cobertizo ya no existia, todas las ovejas estaban muertas o habian huido, y Eric habia desaparecido.

Mi padre estaba en la cocina, con un cubo de agua en una mano y un cuchillo de carne en la otra. Entre y el puso el cuchillo sobre la mesa. Parecia que tuviera cien anos. Sobre la mesa estaba el frasco de muestras. Me sente a la cabecera de la mesa y me desplome en la silla. Lo mire.

—Papa, Eric estaba en la puerta —le dije, y me rei. Los oidos me seguian resonando por las explosiones del cobertizo.

Mi padre se quedo alli en pie, viejo y estupido, con los ojos turbios y humedos, y las manos temblorosas. Senti como me iba calmando gradualmente.

—?Que…? —comenzo a balbucear para aclararse a continuacion la garganta—. ?Que… que ha pasado? — Parecia como si estuviera sobrio de nuevo.

—Estaba intentando entrar en el sotano. Creo que queria volarnos por los aires. Ahora ha salido corriendo. He atrancado la puerta lo mejor que he podido. Casi todos los fuegos estan apagados; no necesitaras eso —le dije senalando el cubo de agua que sostenia en la mano—. En lugar de eso me gustaria que te sentaras un momento y me contaras un par de cosas que me gustaria saber—. Me recoste en la silla.

Se quedo mirandome un segundo y, a continuacion recogio el frasco de muestras, pero se le escurrio de los dedos, cayo al suelo y se rompio. Solto una risa nerviosa, se agacho y volvio a incorporarse sosteniendo en la mano lo que habia estado dentro del frasco. Me lo acerco para que lo viera pero yo le estaba mirando a la cara. Cerro la mano y volvio a abrirla, como un mago. En su palma habia una bola de color rosa. No un testiculo; una bola rosa, como un pedazo de plastilina, o de cera. Volvi a mirarle fijamente a los ojos.

—Cuentamelo todo —le dije.

Y entonces me lo conto.

12. LO QUE ME PASO A MI

Una vez, muy al sur, mas alla incluso de la casa nueva, sali un dia a construir unas presas entre la arena y los charcos de agua que se forman en las rocas que hay en esa parte de la costa. Era un dia perfecto, calmado y luminoso. No habia una linea que separara el mar y el cielo, y cualquier humareda ascendia en linea recta. El mar estaba en calma.

En los terrenos que se veian a lo lejos aparecian unos prados en la suave pendiente de una ladera. En uno de los prados habia unas cuantas vacas y dos caballos marrones. Mientras estaba dedicado a la construccion aparecio cruzando el prado una camioneta tirando de un remolque para transportar animales. Se paro en el porton de entrada del cercado, dio la vuelta y se quedo de espaldas a mi. Yo observaba con los prismaticos todo aquello que ocurria como a una milla y media. Dos hombres salieron. Abrieron la puerta trasera del remolque y sacaron una plataforma que servia de rampa hacia el interior. A los lados de la rampa colocaron unas vallas protectoras de tablas de madera. Los dos caballos se acercaron a husmear.

Me quede en aquel charco entre las rocas, con mis botas de goma metidas en el agua, proyectando una sombra acuosa en la superficie. Los hombres se internaron en el prado y sacaron a uno de los caballos con una soga alrededor del cuello. El caballo salio sin protestar, pero cuando los hombres intentaron que subiera la rampa para meterlo en el remolque, entre las dos barandas de tablas de madera, se arrepintio y se nego a entrar, retrocediendo. El otro caballo empujaba la valla cerca de el. En aquel aire en calma sus relinchos me llegaron con unos segundos de retraso. El caballo no queria entrar. Algunas vacas que estaban en el prado levantaron la vista y despues siguieron pastando.

Debiles olas, como transparentes arrugas de luz, inundaban la arena, las rocas y la maleza que me rodeaba, solapandose suavemente. Un pajaro canto en aquella quietud. Los hombres trasladaron la camioneta un poco mas lejos y llevaron alli al caballo, hasta un pequeno sendero que salia del camino. El caballo que seguia en el prado relinchaba y se puso a trotar en un absurdo circulo. Empece a sentir cansancio en los ojos y los brazos y mire a otro sitio, a la linea de colinas y montanas que se iban desvaneciendo bajo la refulgente luz del norte. Cuando volvi la vista al prado ya habian conseguido meter al caballo en el remolque.

La camioneta partio y sus ruedas patinaron brevemente en la arena. El caballo que habia quedado solo, confundido de nuevo, comenzo a galopar de un extremo al otro del cercado, al principio siguiendo la camioneta, despues no. Uno de los hombres se habia quedado con el en el prado y, cuando la camioneta desaparecio tras la ceja del monte, calmo al animal.

Mas tarde, cuando volvia a casa, pase junto al prado donde estaba el caballo, que pastaba tranquilamente en la hierba.

Estoy sentado en la duna que hay detras del Bunker, en el fresco y la brisa de esta manana de domingo, y recuerdo haber sonado anoche con el caballo.

Despues de que mi padre me contara lo que tenia que contarme, de que yo pasara de la incredulidad y la ira a la estupefacta aceptacion de lo que oia, y despues de dar ambos una vuelta por los alrededores del jardin llamando a Eric, arreglando algunos desperfectos lo mejor que pudimos y de apagar los ultimos rescoldos que quedaban, despues de atrancar la puerta del sotano y volver a la casa, y de que el me dijera por que habia hecho lo que habia hecho, nos fuimos a acostar. Yo cerre por dentro la puerta de mi dormitorio y estoy casi seguro de que el hizo lo mismo. Dormi, tuve un sueno en el que revivi aquella tarde de los caballos, me desperte temprano y sali en busca de Eric. Cuando salia vi a Diggs caminando por el sendero hacia la casa. Mi padre tenia mucho que contarle. Les deje con sus cosas.

El tiempo se habia aclarado. No habia tormenta, ni truenos ni rayos, tan solo un viento que venia del este barriendo todas las nubes hacia el mar, y llevandose consigo lo peor del calor. Fue como un milagro, aunque lo mas probable es que se tratara de un simple anticiclon sobre Noruega. Asi que amanecio un dia luminoso, claro y fresco.

Encontre a Eric tendido sobre la duna que hay encima del Bunker, dormido, con la cabeza entre las hierbas ondulantes, encogido como un nino pequeno. Me acerque a el y me sente a su lado un rato; despues pronuncie su nombre y le sacudi levemente el hombro. El se desperto, me miro y sonrio.

—Hola Eric —le dije. Alzo una mano y la cerro. Meneo la cabeza de arriba abajo sin dejar de sonreir. Entonces cambio de posicion y coloco su cabeza rizada sobre mi regazo, cerro los ojos y se durmio.

No soy Francis Leslie Cauldhame. Soy Frances Lesley Cauldlame. En eso se resume todo. Los tampones y las hormonas eran para mi.

Lo de vestir a Eric con ropa de nina por parte de mi padre no fue mas que, como se confirmaria con el tiempo, un ensayo para lo que me esperaba a mi. Cuando el Viejo Saul me ataco, mi padre vio aquello como la oportunidad ideal para realizar un pequeno experimento y como un modo de disminuir —quiza de eliminar por completo— la influencia de la hembra a su alrededor mientras yo crecia. Asi que empezo a darme dosis de hormonas masculinas, y asi ha seguido desde entonces. Por eso el siempre se ha encargado de preparar las comidas y por eso siempre pense que lo que era el munon de un pene era en realidad un clitoris agrandado. De

Вы читаете La fabrica de avispas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×