Esa perspectiva no entusiasmaba a Morosini, pero si ese era el precio de la paz con el receloso comisario, lo mas prudente seria aceptarla con buen humor. Como el tren salia a las nueve, quedaron a las ocho para desayunar.
El viaje fue menos pesado de lo que Aldo habia imaginado: el policia durmio casi todo el rato. Con todo, supuso un alivio estrecharle la mano en la estacion del Norte y decirle un adios que esperaba fuese definitivo. Para consolar un poco al pobre Gutierrez, que parecia muy desanimado, dijo:
—No es facil vender un retrato de esa importancia, pero si me entero de que lo han visto en alguna subasta o incluso en una coleccion privada, le informare.
Era el colmo de la hipocresia, pero despues de todo aquel hombre se limitaba a hacer su trabajo, e intentaba hacerlo bien.
En el hotel, a Aldo lo esperaba una carta de Guy Buteau. En ella, el fiel apoderado lo mantenia al corriente de la evolucion de sus negocios, como tenia por costumbre cuando su jefe se ausentaba. En esta ocasion, sin embargo, habia anadido unas lineas relativas a la esposa de Aldo:
Dona Anielka se marcho hace dos dias tras recibir una carta de Inglaterra. Ignoro si tiene intencion de ir alli, pues no nos informo de nada. Envio a Wanda a reservar un
Esto ultimo, Aldo no lo ponia en duda: Celina hacia esfuerzos sobrehumanos para soportar a «la extranjera». Debia de estar encantada de haberse librado de ella. En cuanto a la misiva inglesa, imaginaba su contenido: la instruccion de la causa contra Roman Solmanski debia de haber acabado y quiza se dispusiera a anunciar a la joven la fecha establecida para la comparecencia de su padre en Oid Bailey. Claro que, si realmente pensaba viajar a Inglaterra, iba a cometer una imprudencia, puesto que alli tenia mas enemigos que amigos. Pero ?podia reprocharse a una hija querer estar al lado de su padre en una situacion critica? Eso la honraba. Fuera como fuese, en Paris, donde tenia previsto detenerse para poner a Adalbert al corriente de sus hallazgos, quizas Aldo se enterara de algo mas.
Al dia siguiente por la noche embarcaba en el
El mago de Praga
En medio de la muchedumbre que, pese a lo temprano de la hora, se agolpaba en el anden numero 4 de la estacion de Austerlitz, en Paris, Morosini, ocupado en pasar su equipaje por la ventana a un maletero, vio de pronto, moviendose por encima de las cabezas, una mata de pelo rubio y rizado que le recordaba a alguien. La duda no tardo en despejarse: bajo la cabellera un poco revuelta estaban los ojos azules, la nariz respingona y el semblante falsamente angelical de su amigo y complice Adalbert Vidal-Pellicorne.
Como no habia avisado de su llegada, penso que el arqueologo-hombre de letras, ademas de agente secreto en sus horas libres, habia ido a buscar a otro viajero del
—?Que haces aqui?
—He venido a buscarte. Me alegro de verte, amigo. ?Tienes un aspecto estupendo! —exclamo Adalbert dandole una palmada en la espalda que podria haber hecho hincar las rodillas en el suelo a un buey.
—Tu tambien. Sin duda eres el egiptologo mejor vestido de toda la profesion —dijo Morosini, admirando sinceramente el impecable traje de pano ingles de color gris que llevaba su amigo, realzado por una corbata amarillo claro—. Pero ?como te has enterado de que venia?
—La senora de Sommieres me dio la noticia por telefono anoche.
—Me alegro. Entonces, esta en Paris. Como conozco sus habitos migratorios en primavera, mande un telegrama a su casa pensando que al menos estaria Cyprien para recibirme y darme noticias suyas. Si no, siempre esta el Ritz…, pero confieso que su mansion de la calle Alfred-de-Vigny tambien me gusta mucho…
—Lo comprendo, sin embargo, no vas a instalarte alli sino en mi casa, y esa es la razon de que me encuentres aqui.
—?En tu casa? ?Por que? ?Es que estan reparando la casa de tia Amelie? ?O la tiene invadida por visitantes? ?O…?
—Nada de todo eso. La querida marquesa estaria encantada de albergarte, lo sabes de sobra, pero cree que quiza no te haria mucha gracia tener de vecina a tu mujer.
—?Anielka esta en su casa?
—?No, hombre! Se instalo hace mas o menos una semana en la casa de al lado.
—?La de su anterior marido? Yo creia que la mansion de Eric Ferrais habia sido vendida.
—Fue en gran parte vaciada, pero sigue perteneciendo a los sucesores. Y la sucesora es la viuda.