reina. La sola idea de perderlo la volvia loca. Y si los rebeldes ganaban, Miguel, el oficial en cuestion, seria uno de los primeros en caer. Asi que…

—No me diga que denuncio a su propio padre…

—Si, y a todos los demas. Los encerraron en la fortaleza de Triana, donde fueron interrogados antes de hacerlos comparecer ante un consejo de legistas. Los menos culpables fueron condenados a penas de prision; los jefes, a la hoguera. El 6 de febrero de 1481 se encendieron, no solo en Sevilla sino en toda Espana, las primeras hogueras de la Inquisicion. En atencion al «servicio» prestado por su hija, Diego de Susan no fue conducido a una de ellas, pero, cuando lo llevaron a la catedral para que se retractara publicamente, rechazo de dientes afuera el cristianismo que lo habia protegido durante mucho tiempo y se declaro judio practicante. Unos dias mas tarde, era arrojado al fuego junto con dos de sus complices. La ejecucion tuvo lugar fuera de las murallas, en el Campo de Tablada, ante un publico muy escaso: la peste aun merodeaba y un profundo malestar pesaba sobre Sevilla. Pero Catalina estaba alli, oculta bajo pobres vestiduras, y las llamas que devoraban a su padre se reflejaban en sus grandes ojos oscuros.

El mendigo tenia la mirada perdida. Parecia haber olvidado por completo el jardin salvaje y estar reviviendo la escena de horror que describia.

—Se diria… que usted tambien estaba presente —murmuro Morosini.

El comentario fue suficiente para devolverlo a la tierra. Miro unos instantes a su companero sin decir nada.

—Puede que estuviera… Puede que lo haya sonado. En esta ciudad, el pasado nunca esta muy lejos.

—?Que fue de ella?

—Se quedo sola. Su crimen fue de los que inspiran repugnancia. Con todo, ella pensaba que con el tiempo las cosas se arreglarian. Los bienes de su padre habian sido incautados, pero ella habia conseguido conservar oro, sus alhajas y, sobre todo, un rubi que le habian prohibido llevar porque era una piedra sagrada y el mas preciado tesoro secreto de Diego de Susan.

Al principe anticuario se le seco la garganta de golpe: ?habria descubierto una pista?

—?Una piedra sagrada? —susurro—. ?Como es eso?

—Antiguamente…, mucho tiempo atras, decoraba junto con once piedras mas el pectoral del Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalen. Todas juntas representaban las doce tribus de Israel. Pero no me pregunte como habia llegado el rubi, simbolo de Juda, a las manos de Diego. Parece ser que habia estado en poder de su familia desde hacia varias generaciones, pero para el era el signo tangible de su pertenencia profunda a la fe de Moises.

El porron estaba vacio. Morosini saco otro de la bolsa, para alegria de su companero, aunque esta vez el fue el primero en beber. La suerte acababa de hacerle descubrir un hilo conductor hacia la ultima piedra, la que Simon Aronov no sabia donde estaba. Aquello merecia ser celebrado, aunque fuera con un simple trago de manzanilla. Aun cuando entre saber donde se encontraba el rubi en el siglo XV y echarle el guante habia una gran diferencia.

Agradecido, se seco los labios con el panuelo y tendio el porron a su companero al tiempo que le preguntaba:

—Y Catalina queria lucir esa joya, ?no?

—Por supuesto. Poco interesada por la religion, la Susona, como la llamaban, creia que el rubi haria eterna su belleza. Sin embargo, no fue capaz de conservarla.

—?Se la robaron?

—No. La entrego voluntariamente. Hay que tener en cuenta que su, situacion era peligrosa. La comunidad judia la habia maldecido. Estaba sola y su amante, horrorizado por su crimen, le daba la espalda. Solo podia escoger entre una existencia de apestada y el exilio, pero no se decidia a alejarse del hombre al que amaba. Fue entonces cuando encontro ayuda en un antiguo amigo de su padre, el obispo de Tiberias, un hombre codicioso y ambicioso. Este consiguio convencerla de que le diera la joya para ofrecersela a la reina Isabel, que tenia debilidad por los rubies. A cambio, la Susona recibiria la proteccion real. Para la reproba, vivir bajo la egida de la soberana era acercarse a Miguel; antes o despues, el joven acabaria por sucumbir de nuevo a sus encantos. De modo que le dio la piedra al obispo…

—… Y este se la quedo.

—No, no. Se la dio a la reina e incluso abogo por la causa de la parricida presentandola como una persona muy unida a la Iglesia que rechazaba con repugnancia la conducta equivoca de su padre. Isabel, entonces, la hizo ingresar en un convento, pero no era eso lo que la Susona queria. Lo que ella queria era recuperar a Miguel. Debido a sus accesos de ira acabaron expulsandola. Despues de eso, la unica salida que le quedaba era la prostitucion, y no la asustaba. Se instalo en esta casa que nadie habia querido y que estaba abandonada. Mientras duro su maravillosa belleza, llevo aqui una vida vergonzosa. Con la edad vino la miseria y finalmente la muerte. Dicen que se habia arrepentido y que exhalo el ultimo suspiro en los peldanos de la capilla, pero, como usted mismo pudo constatar, la muerte no le reporto descanso. Catalina habita esta casa, perseguida por la maldicion del pueblo judio.

—?Se sabe algo de esa maldicion? ?Hay alguna redencion posible para el alma en pena de Catalina?

—Quiza. Si lograse encontrar la piedra sagrada para devolversela a los hijos de Israel, la paz descenderia sobre ella. Por eso todos los anos sale de la casa en busca del rubi y sobre todo del hombre que acepte buscarlo por ella.

—?Y siempre va a la Casa de Pilatos? ?Es que el rubi del retrato es el que ella busca?

—Si. La reina Isabel se lo regalo a su hija, Juana, cuando esta se fue a los Paises Bajos para casarse con el hijo del emperador Maximiliano, Felipe el Hermoso, que la volvio loca. Lo que no puedo decirle, senor, es que paso despues con el. Le he contado todo lo que se.

—Es mucho, y se lo agradezco —dijo Morosini, sacando del bolsillo un sobre que contenia la recompensa prometida—. Pero antes de despedirnos me gustaria entrar en la casa.

Diego Ramirez se metio el sobre bajo el bluson despues de echar un rapido vistazo al interior, pero despues hizo una mueca.

—No hay nada que ver salvo escombros, ratas y telaranas.

—?Y Catalina? ?No ha dicho que la habitaba?

—Por la noche. Solo por la noche —respondio el mendigo, repentinamente nervioso—. Todo el mundo sabe que los fantasmas no se dejan ver durante el dia.

—En tal caso, no hay nada que temer. ?Viene?

—Prefiero esperarlo aqui…, pero no demasiado tiempo. Esa puerta no esta cerrada con llave y se abre facilmente… Puede verla desde aqui, detras de la quinta columna de la galeria de acceso.

Aldo no tuvo ninguna dificultad en penetrar en el universo desolado descrito por su companero. Dos salas abandonadas bajo techos de cedro cuyas elegantes esculturas subsistian, algunas con un resto de color. Al fondo de la segunda, una escalera con las baldosas rotas subia hacia el piso superior, pero la oscuridad era tan densa que apenas si se veia.

Hacia frio en la casa abandonada. El ambiente olia a polvo, a moho y a otra cosa, algo indefinible que producia una sensacion de tristeza al visitante. Era tan extrano que, pese a su valentia, Morosini noto que palidecia y que unas gotas de sudor le banaban la frente. Incluso le dio un vuelco el corazon mientras avanzaba lentamente hacia los viejos peldanos. Al mismo tiempo, sentia, de un modo cada vez mas angustioso, una presencia.

—?Que me ocurre? —mascullo, sin pensar ni por un instante en retroceder—. ?Acaso estare convirtiendome en medium, para que me afecte de esta forma lo invisible?

Y de pronto la vio, o mas bien la percibio, pues no era mas que un rostro de contornos mal definidos en medio de las sombras concentradas junto a la escalera, pero sin duda correspondia a la mujer a la que habia seguido el dia anterior. Semejaba una flor cubierta por un velo de bruma en medio de las tinieblas, una flor sin tallo pero capaz de expresar todo el sufrimiento del mundo. Las personas que padecian suplicios debian de tener esa expresion doliente. Entonces, casi a su pesar, Aldo dijo en un tono lleno de dulzura:

—Catalina, yo tambien busco el rubi, lo busco para devolverselo al pueblo de Israel. Cuando lo haya encontrado, vendre a decirselo… y rezare por usted.

Le parecio oir un suspiro y no vio nada mas. Entonces, tal como acababa de prometer, pronuncio en voz alta las palabras del padrenuestro, se santiguo y salio al jardin. La sensacion de angustia experimentada un

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