exactamente a que se referia… a que si su madre venia, su padre vendria con ella. Y despues de la espectacular exhibicion de tambaleante grandeza de sir Lionel en la convocatoria de Hesslewhite de 1807, Harry era reacio a invitar a su padre a otro acto del colegio.
Cuando bebia, sir Lionel tendia a perder las «eses» al hablar, y Harry no estaba seguro de poder sobrevivir a otro discurso sobre su «ezplendido colegio, ezplendido», sobre todo porque lo habia pronunciado encaramado a una silla.
Durante un momento de silencio.
Harry habia intentado hacer bajar a su padre, y lo habria conseguido si su madre, que estaba sentada al otro lado de sir Lionel, hubiese ayudado en el intento. Sin embargo, estaba con la mirada clavada al frente, como hacia siempre en semejantes ocasiones, fingiendo no oir nada. Por lo que Harry tuvo que darle a su padre un tiron, que le hizo perder un poco el equilibrio. Sir Lionel bajo con estrepito y gritando, y se dio un golpe en la mejilla con el respaldo de la silla que estaba enfrente de Harry.
Esto podria haber enfurecido a otro hombre, pero no a sir Lionel. Sonrio estupidamente, llamo a Harry «hijo ezplendido» y luego escupio un diente de la boca.
Harry todavia tenia ese diente. Y nunca dejo que su padre volviera a poner un pie en el recinto escolar. Aunque eso significara que fuese el unico chico que no tenia ni padre ni madre presentes en la ceremonia de graduacion.
Su tia insistio en acompanarlo a casa, lo cual Harry agradecio. No le gustaba tener invitados, pero tia Anna y Sebastian ya sabian todo lo que habia que saber de su padre; bueno, casi todo. Harry no habia compartido con ellos las 126 veces que habia fregado sus vomitos. Ni la reciente perdida del preciado samovar de
Aquella manana tambien se habian echado a perder tres platos de huevos y una loncha de beicon.
La parte positiva fue que los perros sabuesos nunca habian comido tan bien.
Habian elegido Hesslewhite por su proximidad a la casa de los Valentine, por lo que tras estar tan solo hora y media en el carruaje, torcieron por el camino de acceso y empezaron a recorrer el ultimo y breve tramo.
– Desde luego, los arboles estan muy frondosos este ano -comento tia Anna-. Espero que las rosas de tu madre esten bien.
Harry asintio distraidamente, intentando calcular que hora era. ?Aun era media tarde o el dia habia dejado paso a la noche? Si era lo ultimo, tendria que invitarles a que se quedaran a cenar. Tendria que invitarles en cualquier caso; tia Anna querria saludar a su hermana. Pero si era media tarde, unicamente esperarian un te, lo que significaba que podian entrar y salir sin llegar a ver a su padre.
Lo de la cena era otra historia. Sir Lionel siempre insistia en cambiarse para la cena. Le gustaba decir que era el distintivo de un caballero. Y por poca gente que hubiese en la cena (el 99 por ciento de las veces unicamente sir Lionel, lady Valentine y cualesquiera de los hijos de ambos que estuvieran en casa) le gustaba el papel de anfitrion; lo cual generalmente implicaba el relato de un monton de historias y bon mots, solo que sir Lionel solia olvidar la parte central de las historias, y sus agudezas no eran tremendamente «bon».
Lo que a su vez significaba que habia bastantes silencios incomodos por parte de la familia, que se pasaba la mayor parte de la cena fingiendo no enterarse de que la salsera habia sido volcada, o de que le habian rellenado la copa de vino a sir Lionel.
Una.
Y otra.
Y luego, naturalmente, otra vez.
Nunca le dijo nadie que parara. ?Para que? Sir Lionel sabia que bebia demasiado. Harry
Pero nunca cambiaba nada. Lo que sea que empujaba a sir Lionel a beber era mucho mas fuerte que toda la culpa o el arrepentimiento de los que podia hacer acopio para dejar la bebida. Sir Lionel no negaba el alcance de su enfermedad. Sin embargo, no podia hacer absolutamente nada al respecto.
Igual que Harry. A menos que atase a su padre a la cama, cosa que no estaba dispuesto a hacer. Asi que en lugar de eso nunca invitaba a amigos a casa, evitaba estar en casa a la hora de cenar y, ahora que el colegio habia terminado, contaba los dias que le quedaban para irse a la universidad.
Pero primero tenia que sobrevivir al verano. Bajo del carruaje de un salto cuando se detuvieron en el camino principal y a continuacion le ofrecio la mano a su tia. Sebastian los siguio y los tres juntos se dirigieron al salon, donde Katarina bordaba con la aguja.
– ?Anna! -exclamo, con aspecto de ir a ponerse de pie (pero sin llegar a hacerlo)-. ?Que sorpresa tan fabulosa!
Anna se agacho para abrazarla, luego se sento frente a ella.
– Se me ha ocurrido traer a Harry a casa del colegio.
– ?Vaya, entonces se ha acabado el trimestre! -murmuro Katarina.
Harry sonrio con tension. Supuso que el tenia la culpa de la ignorancia de su madre, ya que habia omitido decirle que el colegio habia finalizado, pero ?no deberia una madre mantenerse al tanto de semejantes detalles?
– Sebastian -dijo Katarina, dirigiendose a su sobrino-. Has crecido.
– Cosas que pasan -bromeo este, dedicandole su habitual sonrisa torcida.
– ?Valgame Dios! -exclamo ella sonriendo-. Dentro de poco seras un peligro para las damas.
Harry por poco puso los ojos en blanco. Sebastian ya habia conquistado practicamente a todas las chicas de la aldea proxima a Hesslewhite. Debia desprender cierta clase de fragancia, porque verdaderamente todas las mujeres caian rendidas a sus pies.
Habria sido agobiante, solo que Sebastian no podia bailar con todas las chicas; y Harry no tenia ningun inconveniente en quedarse con las sobras.
– No habra tiempo para eso -dijo Anna energicamente-. Le he comprado un cargo de oficial del ejercito. Sale dentro de un mes.
– ?Vas a entrar en el ejercito? -repuso Anna, dirigiendose sorprendida a su sobrino-. ?Que maravilla!
Sebastian se encogio de hombros.
– ?No lo sabias, mama? -dijo Harry. El futuro de Sebastian se habia decidido varios meses atras. A tia Anna le preocupaba su falta de presencia masculina desde que su padre falleciera. Y como era poco probable que Sebastian heredara un titulo o una fortuna, se daba por hecho que tendria que labrarse su propio futuro.
Nadie, ni siquiera la madre de Sebastian, quien creia que el sol salia y se ponia por su hijo, le habia sugerido que contemplara el clero como posibilidad.
A Sebastian no acababa de entusiasmarle la idea de pasarse la decada siguiente luchando contra Napoleon, pero tal como le habia dicho a Harry ?que otra cosa podia hacer? Su tio, el conde de Newbury, lo detestaba y le habia dejado claro que no contara con sacar ningun provecho monetario, ni de cualquier otra indole, de esa relacion.
– Tal vez muera -habia insinuado Harry, con la sensibilidad y el tacto propios de un chico de diecinueve anos.
Claro que era dificil ofender a Sebastian, especialmente en lo que concernia a su tio. O al unico hijo de este, el heredero de Newbury.
– Mi primo es peor incluso -contesto Sebastian-. Intento negarme el saludo en Londres.
Harry noto que se le arqueaban las cejas por la sorpresa. Una cosa era aborrecer a un miembro de la familia; otra muy distinta intentarlo humillar publicamente.
– ?Que hiciste?
Los labios de Sebastian se curvaron en una tenue sonrisa.
– Seducir a la chica con la que queria casarse.
Harry le lanzo una mirada de absoluta incredulidad.
– Vale, no es verdad -transigio Sebastian-. Pero en el pub si que seduje a la chica a la que le habia echado el ojo.
– ?Y la chica con la que queria casarse?