– Se que ha sido duro, Denise. Si prefiere que lo visite donde el senor Worthy…

– ?Oh, olvidelo! -y ya estaba en la puerta.

La mire llevar a su hijo a lo ancho de la terraza y escaleras abajo. El peso del nino la hacia tambalearse. Su aire de desamparo me hacia sentir ganas de correr a ayudarla. Pero, en lugar de hacerlo, me quede alli de pie y la contemple luchar con el peso. Finalmente llego al coche de alquiler, y se esforzo en abrir la puerta trasera con una mano. Inclinandose mucho consiguio meter el inerte cuerpo de Darren en el asiento del auto. Cerro la puerta de golpe, dio la vuelta para ir al sitio del conductor y abrio la puerta delantera.

Metio la llave en el encendido, bajo la cabeza hasta el volante y la dejo descansar alli. Y se quedo asi sentada durante un rato, antes de conectar el motor.

De regreso a la biblioteca apague la camara de video, saque la casete, la etiquete, y comence mi informe, trabajando con lentitud, con mayor precision de la ya habitual en mi.

Tratando de retrasar lo inevitable.

Varias horas mas tarde la maldita tarea estaba terminada: acabado ya mi papel de auxiliador, de nuevo era alguien que, a su vez, necesitaba auxilio. Y me fui sumergiendo en una estupefaccion, imparable como la marea que sube.

Sopese la idea de llamar a Robin, y me decidi en contra. A nuestra ultima conversacion se le podia llamar cualquier cosa menos triunfal… palabras educadas, mientras te mordias la lengua, que finalmente eran saboteadas por las cargas de profundidad del dolor y la ira.

– … libertad, espacio… pense que eso ya lo habiamos dejado atras.

– Bueno, yo nunca he dejado atras la libertad, Alex.

– Ya sabes lo que quiero decir…

– No, realmente no lo se.

– Simplemente, estoy tratando de descubrir que es lo que quieres, Robin.

– Te lo he explicado una y otra vez. ?Que mas te puedo decir?

– Si lo que deseas es espacio, ahora has puesto mas de trescientos kilometros entre ambos. ?Te sientes mas realizada?

– No se trata de realizarme.

– Entonces ?de que se trata?

– Vale ya, Alex. Para, por favor.

– ?Parar? ?De que…, de tratar de solucionar esto?

– Para de tratar de comerme el coco. Suenas demasiado hostil.

– ?Y como se supone que debo sonar, cuando una semana se ha alargado a un mes? ?Donde esta el punto final?

– Me… me gustaria poderte contestar a eso, Alex.

– Maravilloso…, un cuelgue eterno. ?Y cual fue mi gran pecado? ?El profundizar demasiado en nuestra relacion? De acuerdo, puedo cambiar eso. Creeme…, puedo ser tan frio como el hielo. Mientras estudiaba mi carrera aprendi a distanciarme de los sujetos. Pero, si me echo atras, diez a uno que me acusas de indiferencia masculina.

– ?Basta ya, Alex! Me he pasado toda la noche despierta con Aaron. Justo en este momento no puedo copar con esto.

– ?Copar con que?

– Con todas tus palabras. Vienen contra mi como si fueran balas.

– ?Y como se supone que vamos a poder arreglar algo sin usar palabras?

– No vamos a arreglar nada justo ahora, asi que dejemoslo por el momento. Adios.

– Robin…

– Dime adios, Alex. Por favor, no quiero tener que colgarte el telefono.

– Entonces, no lo hagas.

Silencio.

– Adios, Robin.

– Adios, Alex. Aun te amo.

Los hijos del zapatero van descalzos.

El comecocos se ahoga con sus propias palabras.

El desanimo se fue acumulando y me dio en la cara con toda su fuerza.

Me hubiera ayudado el tener alguien con quien hablar. Mi lista de confidentes era jodidamente corta.

Robin ocupaba el primer lugar.

Luego estaba Milo.

Milo se encontraba de vacaciones con Rick, de pesca por las Sierras. Pero, aunque su hombro hubiera estado disponible, no hubiera llorado en el.

A lo largo de los anos, nuestra amistad habia tomado un cierto ritmo: hablabamos de asesinatos y otras locuras, mientras nos tomabamos unas cervezas con algo para picar, y discutiamos sobre la condicion humana, con el aplomo de un par de antropologos observando una colonia de babuinos en libertad.

Cuando el monton de los horrores se hacia ya demasiado alto, Milo se cagaba en todo, y yo le escuchaba. Cuando estaba a punto de salirse de sus casillas, yo le ayudaba a volverle a ellas.

El polizonte triston y el comecocos que le secaba las lagrimas. No estaba preparado para invertir los papeles.

Toda una semana de correo se habia amontonado en la mesa del comedor. Yo habia evitado abrirlo, temiendo las caricias superficiales de los mensajes publicitarios, los cupones de pedido de articulos inutiles y los planes ofreciendo supuestos modos para ser feliz con facilidad. Pero, justo en este momento, lo que necesitaba era el tener mi mente ocupada con menudencias, libre de los peligros de la introspeccion.

Lleve todo el monton a mi dormitorio, coloque una papelera al lado de la cama, me sente, y comence la seleccion. Debajo de todo el monton habia un sobre color ante. En papel grueso de lino, con un remite de Holmby Hills, en letras plateadas en relieve, en la parte de atras del sobre.

Mucho lujo. Alguna promocion de ventas de las caras. Di la vuelta al sobre, esperando ver la habitual etiqueta de destinatario hecha por ordenador, y vi mi nombre y direccion, impreso con una extravagante caligrafia plateada. Alguien se habia tomado el trabajo de hacer las cosas bien.

Comprobe el matasellos… de hacia diez dias. Abri el sobre y saque una tarjeta de invitacion, tambien de color ante, bordeada en plata, con mas caligrafia en ella:

QUERIDO DOCTOR DELAWARE,

QUEDA USTED CORDIALMENTE INVITADO A REUNIRSE

CON DISTINGUIDOS ALUMNOS Y MIEMBROS DE LA

COMUNIDAD UNIVERSITARIA, EN UN COCTEL AL AIRE LIBRE

Y RECEPCION. EN HONOR DEL

DOCTOR PAUL PETER KRUSE,

CATEDRATICO DE PSICOLOGIA Y DESARROLLO HUMANO,

DONACION BLALOCK

CON MOTIVO DE SU NOMBRAMIENTO COMO

PRESIDENTE DEL DEPARTAMENTO DE PSICOLOGIA

EL SABADO, 13 DE JUNIO DE 1987, A LAS CUATRO DE LA TARDE

SKYLARK

LA MAR ROAD

LOS ANGELES, CALIFORNIA 90077

S.R.C., EL DEPARTAMENTO DE PSICOLOGIA

Kruse Presidente. Un cargo con donacion, la mas alta recompensa para una profesionalidad intelectual excepcional.

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