El semblante de Trenton se ensombrecio.

– No, ni mucho menos. Estaba obsesionado, y la cosa empeoro antes de que muriera. Lo cual fue una lastima -agrego de inmediato.

– Gracias -dijo Rathbone, dando por concluido su turno.

Tremayne se mostro indeciso desde el mismo instante en que se levanto. Su rostro y su voz reflejaban exactamente los mismos temores que estaban comenzando a anidar en el fuero interno de Hester. ?Era posible que se hubiesen equivocado a proposito de Durban? ?Habia sido un hombre que realizo un acto de nobleza en un esfuerzo por redimir una vida por lo demas imperfecta? ?Habian aparecido ellos al final y creido que todo lo anterior era igual cuando en realidad no lo era en absoluto?

Tremayne estaba perdiendo pie y era muy consciente de ello. Hacia mas de una decada que no lo desconcertaban con tanta sutileza. En el testimonio de Trenton no habia nada que refutar, nada a lo que aferrarse para tergiversarlo y darle otro sentido.

Hester se pregunto si tambien el estaria empezando a albergar dudas. ?Acaso se preguntaba si Monk habia sido un ingenuo al dejarse llevar por la lealtad hacia un hombre a quien conocia desde hacia tan poco, cosa de semanas, y cuyo verdadero caracter solo habia creido adivinar?

Durante un instante Hester considero por primera vez la idea de que Rathbone llevara razon. Si, Phillips era un mal hombre que se aprovechaba de las debilidades y apetitos de los demas, pero quiza no fuese culpable de tortura ni asesinato, tal como Durban habia creido y luego Monk aceptado sin cuestionarlo. Al fin y al cabo, Rathbone habia presenciado el final del caso Louvain; habia sido testigo del sacrificio de Durban y de como le habia salvado la vida a Monk, aun cuando este se mostrara dispuesto a actuar con el mismo desinteres y valentia que el… ?Seria que Rathbone habia sabido desprenderse de los sentimientos y visto la realidad mas claramente?

Aparto tal idea, negandose a contemplarla. Era desagradable y, por anadidura, desleal.

Rathbone retomo la presentacion de la defensa. Llamo a un gabarrero que habia conocido bien a Durban y lo admiraba. Le hizo las preguntas con gentileza, sacandole informaciones como si fuese consciente de que el proceso tarde o temprano resultaria doloroso. Tenia razon. Al principio fue facil: una mera sucesion de fechas, preguntas y respuestas. Durban habia preguntado al gabarrero sobre las idas y venidas en el rio, en especial las de Jericho Phillips y su barco, de vez en cuando sobre las de otros hombres que frecuentaban su garito. Manifestaron que les ofrecian cerveza y entretenimiento, algo tan simple como una velada en el rio con un refrigerio y un poco de musica, interpretada segun el gusto del publico que asistia a cada velada.

Lord Justice Sullivan se inclino hacia delante, escuchando atentamente con el semblante muy serio.

?Hurst, el gabarrero, sabia con certeza que clase de entretenimiento les ofrecian a bordo?, prosiguio Rathbone. No, no sabia nada de primera mano. Durban se lo habia preguntado muchas veces. La respuesta siempre fue la misma. El no lo sabia ni queria saberlo. Que el supiera, los ninos podian estar a bordo para servir cerveza, atender a las mesas, limpiar, cualquier cosa.

El interrogatorio parecio rutinario, incluso tedioso, hasta que Hester percibio un leve cambio en la postura de Rathbone, como si le embargara una nueva y reprimida energia.

– ?El interes de Durban por Phillips fue constante desde que comenzo? -pregunto Rathbone.

Hurst se mostro perplejo, como si recordara algo extrano. No, no lo fue. Durante varios meses Durban no habia manifestado el menor interes, como si se hubiese olvidado de el. Y de pronto, tambien sin explicacion, lo habia retomado, incluso con mas empeno que antes. Su persecucion se habia vuelto casi feroz, excediendose en el cumplimiento del deber. Se le habia visto en el rio hiciera el tiempo que hiciera, e incluso de madrugada, cuando la gente juiciosa esta durmiendo en su cama.

?Tenia Hurst alguna explicacion para semejante conducta? De hecho, ?le habia contado Durban el motivo de tan extraordinaria obsesion y del erratico modo de ocuparse del caso?

No. Hurst estaba avergonzado y desilusionado. No tenia ni idea.

Tremayne sin duda comprendio que interrogandolo mas no solo no ganaria nada sino que se arriesgaba a perder mas. Rehuso su turno.

Para terminar la jornada Rathbone llamo a otro miembro de la Policia Fluvial que habia servido en la Comisaria de Wapping durante los ultimos anos de Durban. El hombre hizo bastante patente que estaba alli contra su voluntad. Era leal a la policia en general y a sus colegas en particular. Era abiertamente hostil con Rathbone y con cualquier otro que cuestionara la integridad de Durban e, implicitamente, la de toda la policia.

Sin embargo, se vio obligado a admitir que sin lugar a dudas le constaba que hacia el final de su vida Durban habia dedicado el poco tiempo libre de que disponia, y buena parte de su propio dinero, a su interminable e infructuosa persecucion de Jericho Phillips. Pese a su cuidadosa manera de expresarse, o quiza debido a ella, hizo que Durban pareciera obsesionado hasta rayar en la locura. De repente, aun siendo tan desagradable como era, Phillips dio la impresion de ser la victima.

Hester vio varios rostros confundidos entre la gente que tenia alrededor en la galeria, incluso miradas dirigidas hacia la figura de Phillips mientras se lo llevaban escoltado desde el banquillo a los calabozos donde pasaria la noche. Ahora tenian curiosidad, no estaban tan convencidos de su culpabilidad como lo habian estado unas horas antes.

Hester abandono la sala sintiendose traicionada. Salio por las puertas abiertas al vestibulo, no literalmente zarandeada por el gentio, pero si con la sensacion de ser empujada desde todos los lados. Estaban alli para ver y oir, llenos de convicciones, sin dejarse afectar por lo que creyeran los demas.

Estaba muy inquieta. Le preocupaba saber si Durban era el heroe que Monk habia visto en el, no solo por tratarse de uno de los escasos hombres a quien Monk admiraba, sino tambien porque el propio Monk habia cimentado su carrera en la Policia Fluvial del Tamesis cerrando su ultimo caso. Fue el obsequio de gratitud hecho a un hombre a quien no podia dar las gracias de ningun otro modo.

Ahora se daba cuenta de que ambos habian permitido que cobrara demasiada importancia. Toda la furia que sentian contra quien habia golpeado, abandonado o abusado de un nino la habian volcado sobre Phillips. Tal vez eso fuese injusto, y era esa idea, reflejada en los ojos de cuantos la rodeaban, lo que la tenia humillada y confundida.

Se topo cara a cara con Margaret Rathbone en la escalinata mientras se iba. Se habia vuelto un instante, con aire vacilante, y Margaret estaba solo un par de pasos detras de ella.

Margaret se detuvo pero no bajo la mirada. Se produjo un silencio incomodo. Hester siempre habia sido la jefa. Ella era quien tenia la experiencia medica, los conocimientos. Habia estado en Crimea; Margaret nunca habia salido de Inglaterra, excepto de vacaciones con la familia en Francia, cuidadosamente acompanada. Hester habia visto a Margaret enamorarse de Rathbone y esforzarse por ganarselo. Apenas lo habian hablado; ninguna de las dos era dada a comentar sus temores y suenos mas intimos, pero siempre habia mediado un tacito entendimiento entre ambas. Habian atendido juntas a las enfermas y juntas se habian enfrentado a la realidad de la violencia y el crimen. Ahora, por primera vez, se hallaban en bandos contrarios, y nada podian decir sin empeorar mas las cosas. Rathbone habia atacado a Hester en el estrado abundando en asuntos personales, y la habia despojado de las protectoras convenciones sociales al sacar a relucir cosas que le habia confiado. Por encima de todo, habia expuesto a Monk a la desilusion y a que diera la impresion de haber defraudado a los colegas que lo habian seguido a la batalla.

Margaret le debia lealtad a Rathbone. No le cabia preguntar nada ni ceder un apice en su postura. Las fronteras estaban marcadas.

Margaret titubeo, como si fuera a sonreir, a decir algo, a ofrecer conmiseracion. Entonces comprendio que cualquier cosa podria dar pie a un malentendido y cambio de parecer.

Hester le facilito las cosas volviendose de nuevo para seguir bajando la escalinata.

Margaret cogeria un coche de punto. Hester tomo el omnibus publico hasta el transbordador con el que cruzo el rio, y luego camino hasta la puerta de su casa en Paradise Place. La casa estaba caldeada gracias al sol estival, y tambien silenciosa. Quedaba cerca de Southwark Park, y el distante sonido de risas llegaba a traves de los arboles.

Paso sola aquella triste velada. Habia ocurrido un incidente grave en el rio, en Limehouse Reach, y cuando Monk finalmente llego a casa estaba demasiado cansado para hablar de nada. Hester no tuvo ocasion de comentar con el los acontecimientos del dia.

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