taberna cercana. Monk avanzo mas deprisa. Nada de aquello haria que Phillips aflojara el paso. Cuanto tenia que temer se encontraba a sus espaldas.

El callejon se bifurcaba, a la izquierda de regreso hacia el muelle, a la derecha adentrandose en un tortuoso laberinto. A mano derecha habia un albergue para vagabundos; un hombre tuerto y barrigudo estaba repantigado en el umbral, con un viejo sombrero de copa en precario equilibrio sobre la cabeza.

?Habria entrado alli Phillips? De subito Monk cayo en la cuenta de los muchos amigos que Phillips podia tener en aquellos lugares: especuladores que dependieran de su negocio, proveedores y parasitos.

– No -dijo Orme enseguida, apoyando la mano en el brazo de Monk, reteniendolo con inusitada fuerza-. Si entramos ahi, no volveremos a salir.

Monk se enfado. Tuvo ganas de discutir.

Pese al juego de las sombras en el semblante de Orme, su determinacion era incontestable.

– El puerto no es el unico lugar donde hay sitios en los que la policia no puede entrar -dijo a media voz-. No me venga con que la policia de tierra se mete en Bluegate Fields o en Devil's Acre, pues todos sabemos que no es asi. Se trata de nosotros contra ellos, y nosotros no siempre ganamos.

Monk libero su brazo, pero no se echo para atras.

– No pienso dejar que ese cabron se escape -dijo despacio y con toda claridad-. Asesinar a Fig solo fue una punta de lo que hace, como el mastil de un buque naufragado que emerge de las aguas.

– Habra una salida trasera -agrego Orme-. Seguramente mas de una.

Monk estuvo a punto de espetarle que ya lo sabia, pero se mordio la lengua. Orme merecia capturar a Phillips tanto como Monk, quizas incluso mas. Habia trabajado con Durban en el caso desde el principio. La unica diferencia era que la muerte de Durban no tenia nada que ver con el y mucho, en cambio, con Monk.

Continuaron por el callejon principal, alejandose del muelle con mas rapidez. Habia portales a ambos lados y a veces pasajes de menos de un metro de anchura, por lo general sin salida, de tres o cuatro metros de largo.

– Avanzara un poco mas -dijo Orme con gravedad-. Por instinto. Aunque sea un cabron muy espabilado.

– Tendra amigos por aqui -concordo Monk.

– Y enemigos -apostillo Orme ironicamente-. Es un canalla. Venderia a cualquiera por cuatro peniques, asi que dudo que espere favores. Probemos por ahi -sugirio, senalando a mano izquierda hacia un pasaje tortuoso que conducia de vuelta al muelle. Mientras hablaba fue avivando el paso, cual perro que volvia a olfatear su presa.

Monk no discutio, limitandose a seguirlo. No habia espacio suficiente para caminar de lado. En algun lugar a su izquierda un hombre maldijo y una mujer lo insulto. Un perro se puso a ladrar, y delante de ellos oyeron pasos. Orme echo a correr, con Monk pisandole los talones. Habia un arco bajo a la derecha, y alguien lo cruzo. El suelo estaba sembrado de piedras. Orme paro tan bruscamente que Monk choco con el y se dio contra la pared, que rezumaba humedad procedente de un desague roto entre las sombras de arriba.

Orme avanzo de nuevo, ahora con mucho cuidado. Siempre eran ellos quienes debian estar en guardia. Phillips podia aguardar detras de cualquier pared, cualquier soportal o entrada, navaja en mano. No dudaria en destripar a cualquiera que supusiese una amenaza para el. Un policia solo podia matar para salvar su propia vida o la de alguien que se hallara en peligro de muerte. Y aun asi tendria que demostrar que no habia tenido otra opcion.

Phillips podia estar huyendo en cualquier direccion a lo largo de los muelles, trepando a un barco por sus amarras o bajando una escalinata hasta una barcaza que lo llevara a la otra orilla del rio. No podian quedarse escondidos alli para siempre.

– ?Salgamos juntos! -dijo Monk con dureza-. No podra con los dos a la vez. ?Ahora!

Orme obedecio y se abalanzaron por la abertura, saliendo de golpe al repentino resplandor del sol. Phillips no estaba en ninguna parte. Monk fue presa de una sensacion de fracaso tan amarga que le costo respirar, y noto un dolor en la boca del estomago. Habia una veintena de lugares en los que Phillips podia haber desaparecido. Habia sido una estupidez dar algo por sentado antes de tenerlo en una celda con la puerta cerrada y el cerrojo echado. Se habia aferrado a la victoria demasiado pronto. Su arrogancia le hizo montar en colera.

Queria arremeter contra alguien, pero el unico culpable era el. Sabia que debia ser mas fuerte, tener mas control de si mismo. Un buen jefe debia ser capaz de tragarse su propio enojo y pensar en el siguiente paso a dar, ocultar la decepcion o la rabia, reprimir el sufrimiento personal. Durban asi lo haria. Monk necesitaba estar a su altura, ahora mas que nunca, habiendo perdido el rastro de Phillips.

– Vaya hacia el norte -ordeno a Orme-. Yo ire hacia el sur. ?Donde esta Coulter?

Buscaba al hombre que habian dejado en el muelle. Dio media vuelta mientras hablaba, tratando de localizar una figura conocida entre los estibadores. Vio el uniforme oscuro en el mismo instante que Orme, y Coulter comenzo a agitar los brazos en alto.

Ambos echaron a correr hacia el, desviandose para eludir a un caballo con su carro y a un estibador que llevaba una pesada carga sobre los hombros.

– ?Bajen la escalinata! -grito Coulter, gesticulando hacia el agua de detras del barco-. Esta amenazando al gabarrero con una navaja. ?Dense prisa!

– ?Donde esta la patrullera? -pregunto Monk a voz en cuello, saltando por encima de un barril y cayendo sobre el adoquinado-. ?Donde estan?

– Han ido tras el -contesto Coulter, volviendose instintivamente hacia Orme. Normalmente ponia cuidado en ser muy correcto, pero con el acaloramiento de la persecucion reaparecian los viejos habitos-. Estaran acercandose a el. Las gabarras son lentas, pero tengo un transbordador aguardando aqui abajo. ?Dese prisa, senor!

Paso delante de regreso a la escalinata y comenzo a bajar sin volverse a comprobar que Monk y Orme lo siguieran.

Monk fue tras el. Debia elogiar a Coulter, no criticar su descuido en el protocolo. Bajo los peldanos cubiertos de limo tan deprisa como pudo y salto a bordo del transbordador, acallando el chasco de que fueran los hombres de la patrullera quienes capturarian a Phillips. Solo llegaria a tiempo de felicitarlos.

Pero eran un equipo, se dijo a si mismo mientras Orme subia a la embarcacion detras de el, gritando al patron que arrancara. Monk estaba al mando, pero eso era todo. No tenia por que ser el quien efectuara el arresto, mirara a Phillips a la cara y viera su furia. Lo unico que importaba era que la captura se llevara a cabo. No tenia nada que ver con su epoca de detective privado cuando, sin contar con nadie, asumia a solas meritos y fracasos por igual. No era dado a cooperar; eso era lo que Durban siempre habia dicho de el. No tenia ni idea de como ayudar a los demas ni sabia confiar en su ayuda cuando la necesitaba. Era egoista.

Ya estaban surcando el agua. El barquero era muy diestro. No parecia muy fuerte, era mas enjuto y nervudo que robusto, pero su manejo del timon redujo varias brazas la distancia que los separaba de la patrullera. Monk admiro su habilidad.

– ?Alli! -grito Coulter, senalando hacia una barcaza que estaba aminorando un poco para ceder paso a una hilada de gabarras que navegaba rio abajo. Habia una figura agachada en la cubierta. Tal vez fuese Phillips; resultaba imposible decirlo a tanta distancia.

Cooperacion. Por eso al final habian ascendido a Runcorn y no a el. Runcorn sabia reservarse sus propias opiniones, incluso cuando llevaba razon. Sabia como complacer a quienes ostentaban el poder. Monk desdenaba esa actitud, y asi lo habia hecho saber.

Pero Runcorn habia acertado: no era facil trabajar con Monk, pues el mismo no permitia que asi fuera.

Las gabarras ya habian pasado y la barcaza volvia a cobrar velocidad, pero ahora estaban mucho mas cerca. Esta vez Phillips se hallaba en medio del rio y no podria esconderse. El espacio entre ellos menguaba: veinte metros, quince metros, diez. De repente Phillips estaba de pie, sujetando con el brazo izquierdo al patron y con una navaja en la mano derecha apoyada en su garganta. Sonreia.

Ahora mediaban apenas siete metros entre ellos y la barcaza se alejaba, arrancada deprisa mientras ambos hombres permanecian inmoviles. Volvia a haber gabarras en rumbo de colision con ellos, si bien ya estaban virando para evitar el choque.

Con renovada ira, Monk veia venir lo que Phillips iba a hacer, pero no podia hacer nada para impedirlo. Se sintio tan inutil que le entro frio.

Dos brazas y seguian acercandose. Las gabarras venian directamente hacia ellos.

Phillips aparto la navaja del cuello del patron y se la hinco a fondo en un costado del vientre. Mano sangre a

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