Biddie tenia buen ojo para las caras. Quiza se debiera a su oficio. Podria ser la manera de recordar a determinadas personas que fuese aconsejable evitar.

– Alto como usted, algo menos, pero mas robusto. Guapo, sobre todo para ser poli. Bonitos ojos, muy oscuros. El pelo canoso, un poco ondulado. Caminaba con soltura, aunque un poco como si hubiese sido marinero.

Aquel era Durban. Monk trago saliva.

– ?Dijo por que queria encontrar a Mary Webber?

Una pareja paso junto a ellos hablando a voces, empujando a la gente, ignorando las molestias que causaban a los demas clientes.

– No, y no pregunte -dijo Biddie con vehemencia-. Me entere de que fue a ver al viejo Jetsam, el prestamista, y que se las hizo pasar canutas. Le dio una paliza de miedo. Aun tiene cicatrices, para que se haga una idea. Tampoco es que antes fuera muy agradable a la vista, pero es que ahora ni su madre le abriria la puerta. -Se termino la cerveza con fruicion-. No me importaria que me invitara a otra -comento.

Monk envio a Scuff a la barra con el vaso vacio y tres peniques. Respiro hondo. No tenia escapatoria, fuera cual fuese la verdad.

– ?Me esta diciendo que Durban pego al prestamista? -Biddie tenia que estar mintiendo. ?Por que iba a creerle si contradecia todo lo que sabia sobre Durban? Y sin embargo no podia dejarlo correr. En su propio pasado la gente le habia temido. ?El tambien era violento? Perder los estribos era muy facil-. ?Quien se lo conto? -pregunto Monk.

– Lo vi -dijo Biddie simplemente-. Se lo he dicho. Un aspecto horrible.

– ?Pero como sabe que fue Durban quien lo golpeo, o si fue un acto deliberado? A lo mejor Jetsam pego primero.

Biddie le miro incredula.

– ?El viejo Jetsam? Vamos, hombre. Jetsam es el mayor cobarde que haya nacido jamas. No pegaria a un policia ni borracho como una cuba. Miente mas que habla, le estafaria seis peniques a su propia madre, pero nunca pegaria a nadie cara a cara.

A Monk se le hizo un nudo en el estomago y tuvo un escalofrio.

– ?Por que iba a pegarle Durban?

– Seguramente perdio los estribos porque Jetsam le mintio -contesto Biddie con sensatez.

– Si Jetsam es tan mentiroso, ?como sabe que no fue un cliente estafado quien lo golpeo?

Scuff regreso con la cerveza y se la dio a Biddie, y el cambio a Monk, que le dio las gracias.

– Mire -dijo Biddie pacientemente-. Usted ha sido generoso conmigo y yo no le voy a mentir. El poli del barrio que estaba de guardia tuvo que separarlos. Iba a acusar a Durban porque el viejo Jetsam salio muy mal parado. Falto poco para que le rompiera la crisma. Me imagino que Durban habria tenido que apechugar con los cargos si no hubiese sido policia y no le hubiese apretado las tuercas al otro.

– Eso no deberia importar -dijo Monk, y no bien lo hubo dicho se dio cuenta de su error. Vio desden en los ojos de Biddie. Supo lo que iba a decirle antes de que abriera la boca y, sin embargo, sus palabras le hirieron en lo mas vivo.

Biddie puso los ojos en blanco.

– ?Ah, no? Bueno, el poli que lo pillo no era mas que un agente del barrio, y Durban era comandante de la Policia Fluvial. No creo que sea usted tan idiota como para no verlo. El agente se podria haber quejado pero no hizo nada, y el viejo Jetsam tampoco. Si alguno de nosotros hubiese sabido quien era Mary Webber, se lo habriamos dicho.

Monk no insistio mas. El dia tocaba a su fin. Era demasiado tarde para ver si podia corroborar algo de aquello.

Anduvo en silencio con Scuff hacia la escalinata mas cercana que tuviera luz, donde podrian tomar un transbordador que los llevara a Rotherhithe. Con la bajamar, el largo trecho de cieno y adoquines relucia con el brillo amarillo de las farolas. A su manera, era a un tiempo siniestro y hermoso. La tersa superficie del rio apenas se movia. Incluso las naves ancladas permanecian quietas. Sus palos, con los bultos de las velas arriadas, no bailaban bajo el firmamento estival. Una masa de humo flotaba en lo alto: chimeneas encendidas en fabricas donde la industria nunca dormia.

?Creia a Biddie? ?Quien era Mary Webber? Nada de lo que habia averiguado sobre Phillips hacia alusion a una mujer. ?Por que tanto encono? ?Quien era esa mujer para que Durban perdiera los papeles y contra todo pronostico acometiera a un hombre para arrancarle informacion a golpes? Y quiza peor aun, ?al parecer luego habia coaccionado a un subordinado para que faltara a su deber e hiciera la vista gorda!

Monk no se imaginaba a Durban haciendo ninguna de esas dos cosas. Ahora bien, ?en que medida habia llegado a conocerlo de verdad? Le habia caido bien. Habian compartido comida, abrigo y agotamiento fisico y mental en la implacable busqueda de unos hombres que sin saberlo podian asolar medio mundo. Los habian encontrado. Aun revivia el horror en sus suenos.

Pero al final todo ello pudo mas que el propio Durban. Habia aceptado ir noblemente, por voluntad propia, a una muerte segura a fin de salvar a los demas, negandose a que Monk compartiera su sino. Le habia arrojado por la popa a las aguas bullentes de la estela para que no pereciera quemado con el. Durban sabia que Orme detendria la lancha para recoger a Monk y que asi perderia la ultima oportunidad de desembarcarle antes de que la santabarbara explotara.

?Que clase de amistad o lealtad puedes darle a alguien tan sumamente valiente y no obstante tan gravemente equivocado? ?Que le debes a las promesas hechas o sobreentendidas? ?Que ocurre cuando el otro ha fallecido, no pueden pedirse ni darse explicaciones, y aun asi tienes que actuar y creer en algo?

Scuff lo miraba, aguardando a ver que hacia despues de aquella ultima revelacion, y Monk era plenamente consciente de ello.

– ?A lo mejor podria haber mandado a Phillips a prision? -dijo Scuff esperanzado-. ?Piensa que por eso andaban tras ella? ?O cree que Phillips tambien se la cargo y por eso nadie la encontro?

Monk tenia que contestarle.

– No, no creo.

– Pero es posible. -Scuff levanto la voz para sonar mas convencido, tratando incluso de mostrarse alegre. Monk se dio cuenta que lo hacia por el-. Se habra escondido porque Phillips la tiene muerta de miedo. A lo mejor vio lo que paso. A lo mejor es la madre de otro chico al que Phillips mato.

– Tal vez -concedio Monk, aunque no lo creia-. El senor Durban no la menciono ni una sola vez en sus notas, y seguramente lo habria hecho si fuese quien dices.

Scuff penso en ello un buen rato. Habian parado un transbordador y se encontraban a mas de media travesia del rio, serpenteando entre los grandes buques fondeados, antes de que diera con una solucion.

– A lo mejor lo hizo para mantenerla a salvo…, si habia visto algo por lo que Phillips la mataria en cuanto se enterase -sugirio Scuff.

– ?Como iba el a saber lo que habia en las notas de Durban? -pregunto Monk, pues no queria tratar a Scuff con condescendencia, fingiendo creer lo que luego tendria que negar.

En la oscuridad del rio no veia la cara de Scuff, pero si el gesto de encorvar los escualidos hombros y la postura que adoptaba cuando se sentia herido.

Los remos chapaleaban. El piloto llevaba un buen ritmo, fruto de muchos anos de practica.

– Y como usted dice -respondio Scuff con tristeza-, hay caballeros que estan metidos en esto hasta el cuello. Caballeros que tienen suficiente dinero para pagar a su amigo el abogado que hablo en defensa de Phillips. Y usted no sabe quienes son porque no van por ahi contando a la gente que tienen trato con el.

– Tienes razon, Scuff -dijo Monk resueltamente-. Tendria que haberseme ocurrido antes. Claro que tienes razon.

Vio la sonrisa de Scuff, incluso a oscuras.

* * *

Una vez hecha la cama para Scuff y con el chico durmiendo como un tronco, Hester y Monk se sentaron en la cocina a tomar una cena tardia; en realidad poco mas que un gran trozo de tarta de frutas y dos tazas de te.

– No puedo dejar que se vaya hasta que Phillips este detenido y entre rejas -dijo Monk preocupado, mirandola

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