– ?Por que dices «sobre todo esta noche», ma mere? No te refieres a Ricardo, pues el no sufrio ningun dano. ?Por que estas tan nerviosa?

Ella los miro a ambos, sin responder de inmediato.

– Eres perspicaz, Eduardo -dijo al fin-. No queria contaroslo hasta manana. Mientras ambos buscabais a Ricardo, nos llegaron noticias de mi hermano.

Los dos jovenes se miraron. Su tio, el conde de Salisbury, debia llegar a Ludlow esa semana, al mando de una fuerza armada del norte, para unirse a los hombres de su padre y los que pronto llegarian de Calais al mando de su primo, el conde de Warwick, hijo de Salisbury.

– El ejercito de la reina lo embosco en un sitio llamado Blore Heath, al norte de Shrewsbury. Vuestros primos Tomas y Juan fueron capturados, pero mi hermano y otros pudieron escapar. Envio un mensaje para avisarnos, y deberia llegar a Ludlow manana por la noche.

Hubo un largo silencio.

– Si la reina se propone guerrear -dijo al fin Eduardo-, no mantendra el ejercito real en Coventry por largo tiempo. Marchara sobre Ludlow, ma mere, y pronto.

La duquesa de York asintio.

– Si, Eduardo, tienes razon -dijo lentamente-. Avanzara sobre Ludlow. Me temo que no hay duda sobre ello.

Capitulo 2

Ludlow

Octubre de 1459

La muerte aguardaba en la oscuridad. Ricardo sentia su presencia, sabia que estaba alli. La muerte no le era desconocida, a pesar de que habia cumplido siete anos diez dias atras. La muerte siempre habia formado parte de su mundo, le habia arrebatado a una hermanita de la cuna, se habia llevado a primos y amigos, y en los primeros anos de su vida tambien habia amenazado con llevarselo a el, mas de una vez. Ahora habia regresado y, como el, aguardaba el despuntar del dia. Tirito y se arrebujo en la manta de piel de zorro, subiendola hasta la barbilla. A su lado, su hermano se movio en suenos y le dio un codazo en las costillas.

– Deja de moverte -murmuro, y extendio la mano para aduenarse de la almohada de Ricardo.

Ricardo hizo un desganado intento de recobrar su propiedad, pero una vez mas los tres anos de ventaja de Jorge fueron decisivos y el nino mayor pronto estaba dormido, con ambas almohadas contra el pecho. Ricardo se apoyo la cabeza en el brazo, mirando con envidia a su hermano en reposo. En sus siete anos, nunca habia estado despierto a esas horas. Pero en sus siete anos nunca habia sentido tanto miedo.

Pensaba en el nuevo dia con espanto. Se libraria una batalla. Moririan hombres por motivos que el no entendia del todo. Pero entendia con escalofriante claridad que en el ocaso su padre, Ned y Edmundo podrian contarse entre los muertos.

La funda de la almohada de su hermano se habia deslizado; vio la punta de una pluma que sobresalia. Se acerco y la extrajo, vigilando a Jorge. Pero Jorge roncaba suavemente y pronto hubo una pila de plumas entre ambos. El comenzo a separarla en dos campos que identifico mentalmente como «York» y «Lancaster». Las plumosas fuerzas de York eran encabezadas por su padre, el duque de York, y las de Lancaster por el rey, Enrique de Lancaster, y la francesa que era su reina.

Continuo arrancando plumas metodicamente de la almohada de Jorge y alineandolas en campos enfrentados, pero no sirvio de nada. No pudo olvidar su miedo. ?Y si perecia su padre? ?O Ned? Ned y Edmundo ya eran hombres. Tenian edad suficiente para combatir. Y para morir.

Acrecento las fuerzas del ejercito de York hasta que supero en numero al de Lancaster. Sabia que su padre no queria luchar contra el rey y no creia que el rey deseara luchar contra su padre. Una y otra vez habia oido decir que el rey era reacio a derramar sangre.

Pero la reina no tenia esos escrupulos. Ricardo sabia que ella odiaba a su padre con toda la pasion que le faltaba al rey. Ansiaba la muerte de su padre; Ricardo se lo habia oido decir a su primo Warwick ese mismo dia. No sabia por que la reina odiaba tanto a su padre, pero habia oido decir que su padre tenia mas derecho a la corona inglesa que el rey, y sospechaba que esto tenia algo que ver con la pertinaz hostilidad de la reina. Aun asi, resultaba confuso para Ricardo, pues su padre habia jurado una y otra vez que el rey era su soberano y el era su vasallo. No comprendia por que su padre no podia garantizar a la reina que era leal al rey Enrique. Si ella lo comprendiera, quiza no odiara tanto a su padre. Quiza no se requiriese ninguna batalla… Se puso rigido y se irguio en la cama, despertando bruscamente a Jorge. Su hermano aparto las mantas con un juramento robado a Eduardo, y el fastidio se transformo en colera cuando inhalo un punado de plumas.

– Maldito seas, Dickon -mascullo, estirando el brazo hacia el menor. Ricardo era bastante diestro para evadir la venganza de Jorge pero esta vez no intento escapar y Jorge pronto lo inmovilizo contra el colchon, un poco sorprendido de su facil victoria.

– ?Jorge, escucha! ?No oyes? ?Escucha!

Pegandole con la almohada, con mas euforia que furia, Jorge al fin escucho las sofocadas protestas de Ricardo y ladeo la cabeza para escuchar.

– Hombres gritando -dijo con desazon.

Se vistieron deprisa en la oscuridad, salieron del dormitorio y se dirigieron a la torre de Pendower. Ludlow estaba sumida en sombras hostiles y se habia convertido en siniestro refugio para todos los espiritus malignos que pudiera invocar la imaginacion febril de dos ninos atemorizados. Cuando llegaron a la puerta este del salon, se tropezaban entre si en su afan de buscar la proteccion de la luz de las antorchas y las voces conocidas.

El salon tenia sesenta pies de longitud y treinta de anchura, y estaba atestado de hombres a los que habian despertado bruscamente, hombres que se sujetaban precipitadamente la vestimenta, se cenian la espada en la cadera y el muslo, pateando con impaciencia a los alborotados perros que los rodeaban. Al principio Ricardo vio solo las espadas, un bosque de hojas desnudas altas como hombres y capaces de tronchar la cabeza del cuerpo de un solo tajo. Poco a poco distinguio rostros familiares. El hermano de su madre, Ricardo Neville, conde de Salisbury. El hijo y tocayo de Salisbury, Ricardo Neville, conde de Warwick. William Hastings, joven amigo de su padre. Y junto al hogar de piedra, Ned y Edmundo.

Tardo un rato, sin embargo, en encontrar a sus padres. El duque de York y su duquesa estaban apartados de los demas. Su madre acaricio los labios de su esposo. El le asio la mano. Ricardo contuvo el aliento. Su madre siempre le habia parecido inmaculada, perfecta en su persona y su porte. Esta mujer palida, aureolada por rizos de cabello desmelenado, era una desconocida.

– Procura que no nos vean, Ricardo -le susurro Jorge al oido, pero Ricardo se zafo de la mano del hermano y rodeo la tarima para entrar en el salon. Aunque necesitaba desesperadamente que lo tranquilizaran, no oso acercarse a sus padres. En cambio, se abrio paso en la multitud para llegar a sus hermanos.

– ?Por que debes ir con nuestro tio Salisbury y nuestro primo Warwick, en vez de ir con nuestro padre y conmigo, Ned?

Cuando Eduardo se disponia a responder, una sombra silenciosa aparecio junto a el, tan subitamente que sus nervios tensos lo traicionaron.

– Por amor de Dios, Dickon -exclamo-. ?Que haces aqui? ?Por que no estas en la cama?

Pero al ver los ojos oscuros y desencajados del nino, se aplaco, alzo a Ricardo en brazos y, seguido por Edmundo, se dirigio hacia la mampara del extremo sudoeste del recinto.

Mientras apoyaba a Ricardo en el suelo, sonaron pasos a sus espaldas y Jorge se zambullo sin aliento detras de la mampara. Se hizo un largo silencio.

– Cuentanos, Ned por favor -susurro Ricardo.

Eduardo miro de soslayo a Edmundo, que se encogio de hombros. Volvio a mirar a Ricardo y Jorge.

– Ya, es mejor que lo sepais. Hemos sufrido una traicion. Observad el salon. Hay alguien que no vereis aqui, aunque cometimos la tonteria de confiar en el. Andrew Trollope se ha pasado al bando de Lancaster, con su guarnicion de Calais. Mas aun, tiene pleno conocimiento de lo que nuestros capitanes planeaban hacer

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