– ?De veras? -pregunto Shaw con una expresion muy animada en el rostro-. ?Para que?
– Para recogerme a mi y a otro hombre. Cuanto menos sepa usted, tanto mejor para todos, pero es importante. ?Puede causarle problemas algo de todo esto?
– Santo cielo, no. Encantado de ayudar, viejo. – Fruncio el ceno ligeramente y pregunto-: Supongo que no es usted aleman, ?verdad?
– Irlandes -contesto Devlin-. Pero estamos del mismo lado. Werner Keitel les entrego una radio. ?La tiene todavia?
– Ah, bueno, ahi me ha pillado, viejo, pero me temo que ya no la tenemos. Mire, en el cuarenta y uno el gobierno promulgo una regulacion estupida y yo estuve en prision unos pocos meses.
– Ya lo se.
– El caso es que mi hermana Lavinia…, bueno, ya sabe como son las mujeres. Sintio panico. Penso que la policia podia llegar en cualquier momento para revolver la casa de arriba abajo. Por donde nosotros vivimos hay muchas marismas, algunas de ellas muy profundas, asi que arrojo la radio en una. -Le miro con una expresion de ansiedad-. ?Representa eso un problema, viejo?
– Solo de naturaleza temporal. ?Regresa hoy mismo a su casa?
– En efecto.
– Bien. Estare en contacto. Manana, o al dia siguiente. -Devlin arrojo su cigarrillo al suelo-. ?Jesus, que lluvia! Asi es Londres…, nunca cambia.
Y tras decir esto se alejo a buen paso.
Al girar hacia la terraza situada en el costado de la casa, en Cable Wharf, la lluvia se desplazaba al otro lado del rio. Habia un toldo extendido desde el cable de la barca a motor hasta la cabina. Mary Ryan estaba sentada debajo, a cubierto de la lluvia, leyendo un libro.
– ?Esta disfrutando mucho ahi abajo? -pregunto Devlin.
– Si, si, mucho. Tio Michael esta en la cocina. ?Quiere que le traiga algo?
– No, estoy bien por el momento.
Al entrar, vio a Ryan sentado ante la mesa de la cocina, que habia cubierto con periodicos. Estaba limpiando una pistola Luger, y tenia los dedos manchados de aceite.
– Que Dios me ayude, Liam, ya casi se me ha olvidado como se hace esto.
– Dame un minuto para cambiarme y yo me ocupare -le dijo Devlin.
Regreso cinco minutos mas tarde, llevando unos pantalones oscuros y un sueter negro de cuello alto. Tomo las partes componentes de la Luger y empezo a engrasarlas. Despues, monto el arma completa con movimientos expertos.
– ?Fue todo bien? -pregunto Ryan.
– Si consideras ir bien al hecho de conocer a un loco de remate, entonces si -contesto Devlin-, Michael, estoy tratando con un aristocrata ingles tan totalmente fuera de si que sigue esperando avidamente una invasion alemana, y eso solo cuando esta sobrio.
Le hablo a Ryan de Shaw Place, del propio Shaw i de su hermana. Cuando hubo terminado, Ryan dijo:
– Parecen estar locos los dos.
– Si, pero el problema consiste en que necesito una radio y ellos no la tienen.
– ?Que vas a hacer, entonces? k-Estaba pensando en los viejos tiempos, cuando vine por aqui para encargarme de aquella unidad de servicio activo. Ellos conseguian armas, y hasta explosivos, de fuentes de los bajos fondos. ?Estoy en lo cierto?
– Si, eso es cierto -asintio Ryan.: _ -Y, por lo que recuerdo, tu, Michael, eras el hombre encargado de los contactos.
. -Pero eso fue hace ya mucho tiempo.
– Vamos, Michael. Estamos en guerra y el mercado negro funciona para todo, desde gasolina hasta cigarrillos. Lo mismo sucede en Berlin. No me digas que no andas metido en eso hasta el cuello conduciendo un taxi londinense, como conduces.
– Esta bien -admitio Ryan levantando una mano, a la defensiva-. Quieres una radio, pero de la clase que la quieres, tendra que ser equipo del ejercito.
– Asi es.
– No sirve de nada acudir a algun comerciante poco escrupuloso de una calle secundaria.
Hubo un silencio entre ellos. Devlin volvio a desmontar la Luger y limpio todas las piezas con un pano.
– Entonces, ?a quien tengo que acudir?
– Hay un tipo llamado Carver – contesto Ryan-. Jack Carver. Tiene un hermano que se llama Eric.
– ?Que son, estraperlistas?
– Mucho mas que eso. Jack Carver es probablemente el gangster mas poderoso de Londres en estos tiempos. De todo lo que se obtiene en los bajos fondos, absolutamente de todo, Carver recibe un tanto, y no solo del mercado negro, sino tambien de la prostitucion, el juego, la proteccion…, de lo que quieras imaginar.
– Yo conoci a un tipo en Dublin que hacia esa misma clase de trabajo -dijo Devlin-. No era tan malo.
– Jack Carver es un bastardo original, y el joven Eric es un sapo. Todas las chicas de la calle le tienen panico.
– ?De veras? -dijo Devlin-. Me sorprende que eso no se haya puesto en practica aqui hasta ahora.
– No fueron los gangsters de Nueva York los que inventaron el procedimiento de enterrar a los muertos en bloques de cemento utilizados despues para construir las nuevas autopistas -dijo Ryan-. Esa idea la patento Jack Carver. Era el quien suministraba las armas y explosivos a esa unidad de servicio activo, en el treinta y seis. Si tuviera abuela, seria capaz de vendersela a los alemanes si creyera que con eso ganaria dinero.
– Estoy terriblemente asustado -dijo Devlin con una sonrisa-. Bien, Carver es la clase de hombre capaz de echarle mano a cualquier cosa, de modo que si quiero una radio…
Exactamente.
– Estupendo, ?donde puedo encontrarle?
– A unos tres kilometros de aqui, en Limehouse, hay una sala de baile. Se llama el Astoria. Es propiedad de Carver. En el piso de arriba dispone de up gran apartamento. Le gusta. Es conveniente para que su hermano se lleve a sus chicas.
– Y supongo que tambien para el, ?no?
– Supones mal, Liam. Las mujeres no le interesan lo mas minimo.
– Entiendo por donde vas -asintio Devlin.
De repente, sus manos se movieron con una destreza increible y monto la Luger en un santiamen. Termino el trabajo en muy pocos segundos e introdujo un cargador por la culata.
– Santo Dios, pareces como la muerte misma cuando haces eso -dijo Ryan.
– No es mas que un truco que cualquiera puede aprender, Michael. -Devlin recogio los periodicos manchados de aceite y los dejo en el cubo de la basura, debajo del fregadero-. Y ahora creo que vamos a dar un pequeno paseo rio abajo. Me gustaria conocer tu opinion sobre algo.
Bajo la escalera hasta el bote y encontro a Mary todavia leyendo. El agua goteaba de los bordes del toldo y sobre el rio se habia extendido una ligera neblina. Devlin llevaba puesta la trinchera militar que habia robado del Club del Ejercito y la Marina. Se apoyo contra la barandilla de hierro, con las manos metidas en los bolsillos.
– ?Que estas leyendo?
– Yo tambien he empezado a leer algo.
– Vamos a tener niebla en los proximos dias -dijo ella, levantandose-. Una niebla bastante densa.
– ?Como lo sabes?
– No estoy segura, pero casi siempre tengo razon. Creo que lo primero que reconozco es el olor.
– ?Y a ti te gusta eso?
– Oh, si. Una se encuentra como a solas, encerrada en su propio mundo intimo.
– ?Y no es eso lo que todos andamos buscando? -pregunto el tomandola por el brazo-. Tu tio Michael y yo vamos a dar un pequeno paseo bajo la lluvia, por el rio. ?Por que no vienes con nosotros? Si no tienes nada mejor que hacer, claro.
Fueron hasta el priorato de St. Mary en el taxi de Ryan. Aparco a un lado de la carretera y permanecieron sentados en el interior del vehiculo, mirando la entrada. En el exterior habia aparcado un Morris de color verde