– ?Personas o cuerpos?

– Cuerpos. Parece seguro que fueron cortados post mortem, con una sierra. Cinco hombres y cuatro mujeres, todos adultos.

Danglard hizo una pausa, pero la mirada de alga de Adamsberg esperaba con intensidad el resto.

– Esas operaciones fueron realizadas seguramente en los cadaveres antes de ser inhumados. Radstock apunta: «?En morgues? ?En las camaras frias de los establecimientos de pompas funebres?». Y segun el estilo de los zapatos, detalle que queda por afinar, esto se habria producido hace diez o veinte anos y a lo largo de un periodo prolongado. En resumen, un hombre que cortaba un par de pies por aqui, un par por alla, con el paso del tiempo.

– Hasta que se canso de su coleccion.

– ?Quien dice que se haya cansado?

– El suceso mismo. Imaginese, Danglard. Ese hombre acumula trofeos durante diez o veinte anos, y es un trabajo diabolicamente dificil. Los almacena con pasion en un congelador. ?Dice algo de eso Stock?

– Si. Hubo sucesivas congelaciones y descongelaciones.

– O sea que el Cortapies los sacaba de tanto en cuando para mirarlos o para Dios sabe que. O para trasladarlos.

Adamsberg se recosto en el asiento, y Danglard echo una ojeada al techo. Dentro de unos minutos, saldrian de esa charca.

– Y una noche -prosiguio Adamsberg-, a pesar de lo que le costo reunir toda esa coleccion, el Cortapies abandona su preciado tesoro. Asi, sin mas, en plena via publica. Lo deja todo, como si ya no le interesara. O, y eso seria todavia mas inquietante, como si ya no le bastara. Al igual que los coleccionistas que se deshacen de su botin para lanzarse a una nueva empresa, pasando a un estadio superior y mas perfecto de su busqueda. El Cortapies pasa a otra cosa. A otra cosa mejor.

– O sea peor.

– Si, se adentra aun mas en su tunel. Stock tiene razones para estar preocupado. Si logra seguir la pista, pasara por etapas impresionantes.

– ?Hasta donde? -pregunto Estalere, sin dejar de escudrinar el efecto del champan en Danglard.

– Hasta el suceso insoportable, cruel, devorador, que desencadena toda la historia para acabar en aberraciones que se alojan en zapatos o en armarios. Luego se abre el tunel negro, con sus escalones y sus meandros. Y Stock bajara para meterse en el.

Adamsberg cerro los ojos, pasando sin transicion real al aparente estado de sueno o de evasion.

– No puede afirmarse que el Cortapies este pasando un nivel -se apresuro a replicar Danglard antes de que Adamsberg se le escapara del todo-. Ni que se este deshaciendo de su coleccion. Lo unico que se sabe es que la ha depositado en Highgate. Y maldita sea, no es ninguna tonteria. Puede decirse que ha hecho una ofrenda.

El tren salio en una exhalacion al aire libre, y la frente de Danglard se relajo. Su sonrisa animo a Estalere.

– Comandante -murmuro este-, ?que paso en Highgate?

Como solia pasar, y siempre sin querer, Estalere ponia el dedo en el lugar crucial.

5

– No se si es bueno contar Highgate -dijo Danglard, que habia pedido otra copa de champan para el cabo y se la bebia en su lugar-. Quiza sea mejor no volver a contarlo. Es uno de esos grandes tuneles que cava el ser humano, ?verdad, comisario? Y ese tunel es muy viejo, esta olvidado. Quiza sea mejor dejar que se hunda solo. Porque lo malo de que un loco de atar abra un tunel es que otros pueden tomarlo despues, como dijo Radstock a su manera. Eso es lo que ha pasado con Highgate.

Con la expresion distendida de quien se dispone a oir una historia agradable, Estalere esperaba que siguiera. Danglard miraba su rostro sereno, sin tener claro que era lo que debia hacer. Llevar a Estalere al tunel de Highgate era correr el riesgo de alterar su ingenuidad. En la Brigada se habia convenido tacitamente hablar de la «ingenuidad» de Estalere mas que de su estupidez Cada dos por tres, Estalere metia la pata. Pero su candidez generaba a veces los beneficios insospechados de la suerte del principiante. Sucedia en ocasiones que sus desaciertos abrieran pistas, tan banales que a nadie se le habian ocurrido. No obstante, por lo general las preguntas de Estalere frenaban el ritmo. Todos intentaban responderlas con paciencia, a la vez porque le tenian aprecio y porque Adamsberg afirmaba que, algun dia, su caso se arreglaria. Trataban de creerlo, se habian acostumbrado a ese esfuerzo colectivo. En realidad, a Danglard le gustaba hablar a Estalere cuando tenia tiempo. Porque asi podia desplegar grandes cantidades de conocimientos sin que el joven se impacientara jamas. Lanzo una ojeada a Adamsberg, que tenia los ojos cerrados. Sabia que el comisario no dormia y que lo oia perfectamente.

– ?Por que quieres saberlo? -reanudo-. Esos pies pertenecen a Radstock. Se han quedado al otro lado del mar.

– Usted dijo que podrian ser una ofrenda. ?A quien? ?Highgate tiene propietario?

– En cierto modo. Tiene un amo.

– ?Como se llama?

– El Ente -contesto Danglard con media sonrisa.

– ?Desde cuando?

– La parte antigua del cementerio, la parte oeste, delante de la que estuviste anteayer, se abrio en 1839. Pero, como comprenderas, el amo podia residir alli desde mucho antes.

– Si.

– Muchos dicen que es precisamente porque el Ente vivia ya alli, en la antigua capilla de la colina de Hampstead, por lo que el lugar fue irresistiblemente elegido para crear un cementerio.

– ?Es una mujer?

– Es un hombre. Mas o menos. Y su fuerza es lo que habria atraido hacia el los muertos y el cementerio. ?Entiendes?

– Si.

– Hace ya tiempo que no se entierra en el oeste, se ha convertido en un lugar historico, celebre. Hay monumentos prodigiosos, rarezas de todo tipo, difuntos famosos. Charles Dickens o Marx, por ejemplo.

Una inquietud atraveso el rostro del cabo. Estalere nunca trataba de ocultar su ignorancia, ni la grandisima preocupacion que le causaba.

– Karl Marx -preciso Danglard-. Escribio un libro importante. Sobre la lucha de las clases sociales, la economia y todas esas cosas. Lo cual tuvo como resultado el comunismo.

– Si -registro Estalere-. Pero ?tiene eso que ver con el propietario de Hampstead?

– Di mas bien «el amo», es la costumbre. No, Marx no tiene nada que ver con el. Lo digo solo para que veas que Highgate Oeste fue famoso en el mundo entero. Y muy temido.

– Si, puesto que Radstock tenia miedo. ?Por que?

Danglard vacilo. ?Por donde empezar esa historia? Y ?era necesario empezarla?

– Una noche -dijo-, hace casi cuarenta anos, en 1970, dos chicas volvian del instituto y tomaron un atajo a traves del cementerio. Llegaron a su casa corriendo, conmocionadas: habian sido perseguidas por una silueta negra, habian visto muertos salir de sus tumbas. Una de ellas enfermo y sufrio sonambulismo. En sus crisis, iba al cementerio y se dirigia siempre hacia el sepulcro del Amo, se dijo entonces, del Amo que la llamaba. La esperaron, la siguieron, y encontraron en ese lugar decenas de cadaveres de animales vaciados de sangre. El vecindario empezo a asustarse, los rumores crecieron, los periodicos se aduenaron del fenomeno y todo se embalo. Un reverendo exorcista, con otros iluminados, fue alli para aniquilar al «amo de Highgate». Entraron en el sepulcro y encontraron un ataud sin nombre colocado en una posicion distinta de la de los demas. Lo abrieron. Ya te imaginas el resto.

– Pues no.

– Habia un cuerpo en el ataud. Pero un cuerpo que no era el de un vivo ni el de un muerto. Estaba alli tendido, perfectamente conservado. Era un hombre y era un desconocido sin nombre. El Iluminado vacilo en

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