– Algo parecido -repuso Anna-. ?Por que crees realmente que nosotros estamos haciendo lo correcto y que todos los demas se equivocan?

Mahler dejo de mirar al frente un par de segundos para poder volver la cabeza y observar a Anna; se lo estaba preguntando en serio.

– No se si estamos actuando correctamente -dijo Mahler-, pero se que ellos tampoco lo saben. En mi trabajo… te sorprenderias si supieras con cuanta frecuencia las autoridades actuan sin saber por que, sin conocer las consecuencias… solo para que parezca que hacen algo. -Ahora que ya estaban en camino el tambien se atrevio a preguntar-. ?Crees que no estamos actuando correctamente?

Ella permanecio en silencio un momento. Gustav vio por el espejo retrovisor que estaba mirando a Elias y que una mueca atravesaba su rostro.

– ?No puedes abrir un poco mas la ventanilla?

Mahler la bajo cuanto pudo. Anna se echo hacia atras todo lo posible, se apoyo en el reposacabezas y hablando hacia el techo dijo:

– ?Por que no deja de oler?

Su padre volvio a mirar hacia atras. La cara de Elias, de color verde oscuro y con manchas negras, sobresalia de la sabana, lo que le hacia parecer aun mas como una momia amortajada.

– No quiero abandonarle -dijo Anna-. Eso es todo.

* * *

La vegetacion alrededor de la casita estaba demasiado alta y agostada. La impresionante madreselva que trepaba alrededor del porche habia crecido mucho antes del verano, pero ahora solo era una barda, como si el porche hubiera sido envuelto en ramas secas.

Mahler detuvo el coche a diez metros de la puerta y apago el motor.

– Bueno -anuncio, mirando la hierba seca-. Pues al fin hemos llegado.

La casa estaba al final del camino a cuyos flancos se alineaban las casas de veraneo de Koholma. Era preciso caminar doscientos metros a traves del bosque para llegar al agua, pero nada mas bajar del vehiculo Mahler ya noto como mejoraba la calidad del aire por la proximidad del mar. Respiro profundamente y una promesa de libertad le lleno los pulmones.

Ahora entendia cual habia sido su razonamiento.

Aquella casa le habia parecido mas segura que el apartamento. Evidentemente era el mar el que habia hecho que tuviera esa sensacion. El amplio oceano azul de ahi afuera. Si ellos venian, siempre quedaba la posibilidad de… escapar hacia las islas.

La razon de que Mahler hubiera podido comprar aquella casa quince anos antes se hizo ahora presente: un ruido sordo cruzo el bosque e hizo vibrar ligeramente la chapa del coche. El suspiro.

El puerto de Kapellskar se hallaba quinientos metros al sur. Con el auge, quince o veinte anos antes, de los viajes turisticos con destino a Finlandia y Aland, que se convirtieron en algo al alcance de todos, el trafico de barcos, cada vez mas grandes, fue en aumento y el valor de los inmuebles de la zona proxima a las terminales del puerto cayo a la mitad. No estaba tan mal como vivir en las inmediaciones de un aeropuerto, pero casi. Los barcos salian a todas las horas del dia y de la noche y se necesitaban un par de semanas para acostumbrarse al ruido que hacian.

Empezaron a bajar el equipaje.

Mahler saco a Elias del coche y lo llevo hasta la casita, busco la llave en el canalon y abrio la puerta. La casa olia a cerrado. Gustav llevo a Elias a su habitacion, donde los tesoros de veranos pasados, en forma de plumas, piedras y trozos de madera, yacian sobre la repisa de la ventana y en las estanterias.

Dejo al nino en la cama y abrio la ventana. El aire mezclado con sal se arremolino dentro de la estancia, invitando a bailar al polvo.

Si. Habian hecho bien en venir aqui. Aqui habia espacio y tiempo. Todo lo que ellos necesitaban.

TabyKyrkby, 12:30

Tras la llamada de Flora de madrugada, Elvy no pudo volverse a dormir y cogio otro rato la obra de Grimberg. Por si fuera poco, se llegaba precisamente a la muerte de Gustavo Adolfo II. El relato de la extravagante relacion de la reina viuda Maria Leonor con el cadaver de su difunto esposo la mantuvo pegada al libro.

Maria Leonor se habia negado a desprenderse de el. Una y otra vez debia ver el cuerpo sin vida y hacerle compania durante todo el viaje desde Alemania. Cuando finalmente la fueron apartando de el, consiguio apoderarse del corazon (a Elvy le irritaba que Grimberg no contara en ningun sitio como consiguio ella hacerse con el corazon), y chantajeo con el para conseguir que le dejaran ver otra vez el cadaver…

Esto escribio un diplomatico sueco durante el viaje de traslado del cuerpo:

Lo que contempla suscita en ella alabanzas y caricias, sin ver que ya es mucho lo que ennegrece y se descompone, que nada queda ya que reconocer.

Elvy habia bajado el libro y se habia quedado pensando en la diferencia entre las reacciones. Si el rey se hubiera levantado de su ataud, la reina probablemente habria dado gritos de alegria mientras abrazaba aquel cuerpo podrido. ?Por que era tan distinto? ?Era Elvy la despiadada?

Unas paginas mas adelante, Elvy encontro una especie de explicacion. Maria Leonor habia encargado un feretro doble, con espacio para el difunto rey y para ella misma. La justificacion era que «habia gozado muy poco» del rey en vida. Ahora que estaba muerto queria aprovechar.

Elvy no tenia ese problema. Ella habia podido «gozar» de Tore en vida mas que suficiente. Cuando su esposo expiro, Elvy habia vivido mucho tiempo con aquel hombre diez anos mayor que se habia desposado por misericordia con una histerica con el fin de cuidarla y guiarla en la vida, sin llegar nunca a comprenderla. No le guardaba ningun rencor -el hizo lo que pudo-, pero ella habia tenido suficiente.

Confortada con este pensamiento, dejo el libro e intento dormirse, pero el sueno no queria aparecer. A las 4:30 tuvo que levantarse y permanecer sentada en el retrete media hora, y cuando se acosto de nuevo ya entraba la luz del dia en el dormitorio. Bajo las persianas, se tomo un par de valerianas y al final consiguio adormecerse. Estuvo sumida en un duermevela hasta algo mas de las once, entonces se desperto del todo, animada y llena de esperanza.

Hasta que miro las noticias.

No dijeron ni media palabra de lo esencial. Era como si no existiera. De vez en cuando salia hablando algun sacerdote u obispo, y ?de que hablaban?

De los familiares impacientes, del telefono de asistencia de la iglesia y de la angustia de muchas personas en una situacion como esta. Bla, bla, bla.

Elvy no sentia ninguna angustia. Estaba enfadada.

Difundieron estadisticas e imagenes de las exhumaciones de la noche anterior. A esas horas ya habian abierto casi todas las tumbas recientes y algunas mas (en efecto, las personas que llevaban muertas mas de dos meses seguian muertas), y el numero de redivivos se acercaba ya a los 2.000.

El primer ministro habia aterrizado hacia un momento y ya en el aeropuerto de Arlanda fue acosado por los periodistas. Para destacar la gravedad de la situacion, se quito las gafas y, mirando directamente a las camaras, dijo:

– Nuestro pais se encuentra conmocionado. Espero la ayuda de todos para que la situacion no empeore.

»Yo y mi gobierno vamos a hacer cuanto este en nuestras manos para dar a

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