John Ajvide Lindqvist

Descansa En Paz

Titulo original: Hanteringen av ododa

© John Ajvide Lindqvist, 2005

© de la traduccion: Gemma Pecharroman Miguel, 2010

Para Fritiof. ?Mah-fjou!

PROLOGO

Cuando la corriente revierte su curso

La muerte es solo la aguja

que abre el ojo para que por

fin puedas ver la luz donde

vivimos.

Eva-Stina Byggmastar,

Den harhjartade manniskan

(El espiritu temeroso).

Calle de Sveavagen, 13de agosto, 22:49

– ?Salud, comandante[1]!

Henning levanto el envase de Gato Negro e hizo un gesto de brindis en direccion a la placa metalica del empedrado. Solo habia una rosa marchita en el lugar donde 16 anos antes habian asesinado a Olof Palme. Henning se acuclillo y paso el dedo sobre las letras en relieve.

– ?Joder! -exclamo-. Esto va mal, Olof. Va de mal en peor.

La cabeza estaba a punto de estallarle de dolor, y no era por el vino. Los viandantes de la calle de Sveavagen caminaban con la vista fija en el suelo y algunos se apretaban las sienes con las palmas de las manos.

Por la tarde, solo se habia dejado sentir en el aire la tormenta en ciernes, pero la tension electrica habia aumentado poco a poco, de forma imperceptible, y, ahora, rayaba lo insoportable a pesar de no haber ni una nube en el cielo nocturno, ni un trueno en la lejania, ni esperanza alguna de que descargara el temporal. El impreciso campo electrico era inaprensible, pero se sentia y se notaba.

Era como un apagon electrico al reves: desde las nueve aproximadamente no podia apagarse una sola bombilla ni desconectar ningun aparato electrico. Si uno intentaba tirar del enchufe se producia un chisporroteo terrible y saltaban chispas entre la toma de contacto y el enchufe, impidiendo que se interrumpiera el circuito.

Y el campo electrico incluso aumento su potencia.

Henning se sentia como si le hubieran enrollado alrededor de la frente un cable electrico que lanzaba dolorosas descargas, y era una verdadera tortura.

Paso por alli una ambulancia con las sirenas ululando, bien porque se tratara de una urgencia o, sencillamente, porque no habia manera de apagarlas. Un par de coches aparcados tenian el motor en marcha.

– ?Salud, comandante!

Alzo el envase de vino a la altura del rostro, echo la cabeza hacia atras y lo abrio. El chorro de vino cayo sobre la barbilla y se le deslizo por el cuello antes de que consiguiera apuntar bien para que le entrara en la boca. Cerro los ojos y bebio dos buenos tragos, mientras que la bebida derramada le corria por el pecho, se mezclaba con el sudor y continuaba hacia abajo.

Y luego estaba el calor; encima, el calor.

A lo largo de las dos ultimas semanas todos los mapas del tiempo habian mostrado grandes soles alegres por todo el pais. Los adoquines del empedrado y los edificios soltaban el fuego acumulado durante el diay, aunque ya eran casi las once, la temperatura rondaba los 30°.

Henning se despidio del primer ministro con una inclinacion de cabeza y siguio el camino del asesino, hacia la calle de Tunnelgatan. El asa del envase de vino se le habia roto cuando lo cogio de un coche con la ventanilla abierta, por lo que debia llevarlo bajo el brazo. Sentia la cabeza mas grande de lo normal, abotargada, y se paso los dedos por la frente.

La cabeza parecia tener el volumen de siempre; los dedos, sin embargo, estaban hinchados por el calor y el alcohol.

«Mierda de tiempo. Esto no es normal».

Se apoyo en la barandilla y subio despacio las escaleras. Cada uno de sus inseguros pasos le provocaba una punzada de dolor en el cerebro. Las ventanas de ambos lados estaban abiertas e iluminadas, desde algunas se oia musica. Henning queria oscuridad, oscuridad y silencio. Deseaba seguir bebiendo vino hasta quedarse tranquilo y dormido.

Se detuvo unos segundos para descansar en lo alto de la escalera y la cosa empeoro. Resultaba imposible decir si era el el que estaba cada vez peor o si era el campo electrico, que aumentaba su potencia. Ya no sentia pulsaciones en la cabeza. Ahora se trataba de un dolor abrasador constante alrededor del cerebro.

No. No era solo el.

A su lado, atravesado sobre la acera, habia un vehiculo con el motor en marcha y la puerta del conductor abierta; el estereo reproducia a todo volumen Living doll. Junto al coche estaba el conductor, agachado en medio de la calle, con la cabeza entre las manos.

Henning apreto los parpados y volvio a abrirlos. ?Eran imaginaciones suyas o las luces de los apartamentos habian aumentado de potencia?

Algo va a pasar.

Despacio, paso a paso, cruzo la calle de Dobelnsgatan y se cobijo bajo la sombra de los castanos en el cementerio de San Juan, donde se derrumbo. No podia mas. Todo zumbaba a su alrededor; sonaba como si hubiera un enjambre en la copa del arbol que tenia encima de el. La tension del campo electrico aumentaba, su cabeza se comprimia como si estuviera bajo el agua a mucha profundidad, y podia oir los gritos de la gente a traves de las ventanas abiertas.

«Voy a morir».

Aquella migrana iba mas alla de lo razonable. ?Como era posible que cupiese tanto dolor en una superficie tan pequena? La cabeza podia explotarle en cualquier momento. La luz de las ventanas era cada vez mas cegadora, las sombras de las hojas proyectaban sobre su cuerpo un dibujo

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