intento abrir de nuevo el periodico.
– ?Magnus! Va en serio. Si no me dejas trabajar ahora, no tendre tiempo para estar contigo luego. Vete a tu cuarto y cierra la puerta. Enseguida voy.
– Jo, ?por que tienes que estar
David lanzo un suspiro.
– Si tu supieras lo poco que trabajo en comparacion con otros padres… Pero, por favor, ahora dejame trabajar un poco en paz.
– Si, si,
Magnus se solto y volvio a su habitacion. La puerta se cerro de nuevo. David dio una vuelta por el cuarto, se seco las axilas con una toalla y volvio a sentarse frente al escritorio. Las ventanas con vistas a la orilla de Kungholmen estaban abiertas de par en par, pero apenas corria el aire y el sudaba aunque iba desnudo de cintura para arriba.
Abrio de nuevo el periodico. Algo divertido debia salir de aquello.
Se vende vodka sueco con porno.
Dos mujeres del Partido Centrista arrojaban vodka sobre un numero de
Aquello era tan grotesco que resultaba dificil hacer algo divertido de ello. David paseo la vista por el periodico abierto, trataba de encontrar un punto de inflexion.
Foto: Putte Merkert.
«Ahi estaba».
Putte. Merkert. David se recosto en la silla, miro al techo y empezo a formularlo. Al cabo de dos minutos tenia el esquema del texto y se puso a escribirlo a mano. Volvio a observar a las mujeres. Ahora sus miradas amenazantes se volvieron contra el.
– ?Piensas burlarte de nosotras y de nuestra actitud? -le dijeron-. ?Y que es lo que haces tu?
– Si, si -contesto David en voz alta al periodico-. Yo, a diferencia de vosotras, por lo menos soy consciente de ser un payaso.
Siguio escribiendo con el zumbido de un incipiente dolor de cabeza que el achaco a los remordimientos. Despues de veinte minutos tenia un texto aceptable, incluso divertido, si le iba cogiendo las vueltas. Miro de reojo a la
Eran las 16:30. Quedaban cuatro horas y media hasta que tuviera que salir a escena, y los nervios empezaban a atenazarle el estomago.
Tomo una taza de cafe, fumo un cigarrillo y fue al cuarto de Magnus, dedico media hora a hablar de los Pokemon, a ayudar a su hijo a clasificar las cartas y a traducir los textos de estas.
– Papa -le pregunto el pequeno-, ?en que consiste realmente tu trabajo?
– Ya lo sabes. Estuviste una vez en Norra Brunn. Cuento cosas y la gente se rie y… si, me pagan por eso.
– ?Por que se rien?
David miro a Magnus a los ojos, los ojos serios de un nino de ocho anos, y el mismo se echo a reir. Le acaricio la cabeza con la mano y respondio:
– La verdad es que no lo se. Ahora voy a por un poco de cafe.
– ?Ah!
David se levanto del suelo cubierto de cartas esparcidas. Al llegar a la puerta se volvio y miro a su hijo, que estaba enfrascado en la lectura de una carta y movia los labios conforme deletreaba las palabras.
– Creo -aventuro David- que la gente se rie porque
– No lo entiendo -contesto el nino, sacudiendo la cabeza.
– No -admitio David-. Yo tampoco.
Eva volvio del trabajo a las 17:30 y su esposo salio a recibirla a la entrada.
– Hola, querido -le saludo ella-. ?Que tal?
– La muerte, la muerte, la muerte -respondio David, llevandose la mano al estomago. La beso. Su labio superior sabia a sal por el sudor-. ?Y tu?
– Bien. Me duele un poco la cabeza, pero por lo demas bien. ?Has podido escribir algo?
– Bah, eso… -David hizo un gesto en direccion a la mesa del escritorio-. Si, pero no es muy bueno.
Eva asintio.
– No, ya, ya. ?Puedo escucharlo luego?
– Si quieres…
Ella fue al cuarto de Magnus y David entro en el aseo, dejo que fluyera de el una parte del nerviosismo. Permanecio un rato sentado en el retrete, observando el dibujo formado por los peces blancos de las cortinas de la ducha. Queria leerle el texto a Eva, si, debia leerselo. Era divertido, pero se avergonzaba de el y temia que ella fuera a decir algo sobre… su contenido. O sobre la ausencia de el.
Tiro de la cadena y se refresco la cara con agua fria. «Soy un comico. Nada mas». Si. Claro.
Preparo una comida ligera -tortilla con champinones en salsa-, mientras Magnus y Eva sacaban el Monopoli en la sala de estar. El sudor le caia a chorros por debajo de las axilas mientras permanecia junto al fuego friendo los champinones.
«Este tiempo no es normal».
Se le cruzo por la cabeza una imagen: el efecto invernadero. Si. La tierra como un invernadero gigante. Unos seres procedentes del espacio nos plantaron aqui hace millones de anos. Pronto vendrian a recoger la cosecha.
Volco las tortillas en los platos y anuncio a voz en grito que la cena estaba lista. La idea era buena, pero ?era divertida? No. Ahora bien, si se cogia a alguna persona lo bastante conocida, como por ejemplo el periodista Staffan Heimersson, y se decia que el era el jefe disfrazado de esos seres espaciales… Eso era como decir que Staffan Heimersson era el unico responsable del efecto invernadero.
– ?En que estas pensando?
– No, nada… En que Staffan Heimersson tiene la culpa de que haga tanto calor.
– ?Y eso…?
Eva se quedo expectante. El se encogio los hombros.
– No, solo eso. A grandes rasgos.
– Mama… -El nino habia terminado de retirar los trozos de tomate de su ensalada-. Robin dice que si empieza a hacer mas calor los dinosaurios volveran a vivir en la tierra, ?es eso verdad?
El dolor de cabeza se volvio mas intenso mientras jugaban la partida de Monopoli, y todos se irritaban a lo tonto cuando perdian dinero. Despues de media hora hicieron una pausa en el juego para ver