psicodelico. Henning levanto el rostro hacia el cielo y abrio los ojos de par en par a la espera del estallido, la rotura.
Desaparecio.
Se esfumo como si hubieran apagado un interruptor.
El dolor de cabeza ceso de golpe, el enjambre enmudecio subitamente y todo volvio a la normalidad. Henning quiso abrir la boca para emitir algun sonido, una expresion de agradecimiento, quiza, pero tenia las mandibulas encajadas y le dolian los musculos despues de haber permanecido en tension tanto tiempo.
Silencio. Oscuridad. Y entonces algo bajo del cielo. Henning lo vio justo antes de que cayera, muy cerca de su cabeza. Se trataba de algo pequeno, un insecto. El respiro repetidamente por la nariz, disfrutando del olor a tierra seca. Tenia la parte posterior de la cabeza apoyada sobre algo duro y fresco. Se giro a un lado para refrescar la mejilla tambien.
Estaba echado sobre una losa de marmol. Noto algo raro debajo la mejilla. Eran letras. Levanto la cabeza y leyo el texto de la lapida:
Carl
4/12/1918-18/7/1987
Greta
16/9/1925 -16/6/2002
Encima habia mas nombres, pues se trataba de un panteon familiar. Greta habia estado casada con Carl, pero habia quedado viuda los ultimos quince anos. Bueno, bueno. Se la imagino como una ancianita de cabellos grises que necesitaba un andador para salir de un enorme edificio de techos altos del centro de la ciudad. La disputa por la
Algo se movio sobre la lapida de marmol y Henning entorno los ojos. Era una larva blanca como la leche del tamano del filtro de un cigarrillo. Parecia angustiada y se retorcia sobre la piedra negra. Se apiado de ella y le dio un empujoncito con el dedo para echarla a la hierba, pero la larva estaba pegada.
«?Que esta pasando aqui…?».
Henning acerco la cara a la larva y le dio otro golpecito. Parecia clavada en la piedra. Saco un mechero del bolsillo y lo encendio para verla mejor. La larva se encogio. La observo tan de cerca que casi la rozaba con la nariz, y el encendedor le quemo algunos pelos. No. No era que la larva encogiera. Si cada vez se veia menos de ella era porque se estaba incrustando en la piedra.
«Pero…».
Henning golpeo la piedra con los nudillos y se aseguro de que realmente fuera tal. Marmol macizo, del caro. Se echo a reir y dijo en voz alta:
– Pero, oye. Oye, tu, larva…
En ese momento la larva ya casi habia desaparecido del todo. Solo quedaba un diminuto extremo blanco agitandose, y mientras el lo observaba se hundio dentro de la piedra sin dejar rastro. Paso el dedo por donde habia desaparecido. No habia agujero ni resquicio alguno por donde se habia introducido la larva. Habia caido, y ahora habia desaparecido. Henning dio unas palmaditas sobre la piedra y dijo:
– Bien. Esta bien. Buen trabajo.
Despues recogio el vino y se fue hacia arriba en direccion a la capilla para sentarse a beber en las escaleras.
Nadie salvo el vio aquello.
13DE AGOSTO
Los muertos trotan hacia sus antiguas moradas
poco a poco, poco a poco…
Gunnar Ekelof,
Cuando consiguen escapar.
«La Muerte…».
David alzo la mirada del escritorio y contemplo la foto enmarcada de la escultura de plastico de Duane Hanson,
Una voluminosa mujer con sueter rosa y falda azul turquesa empujaba un carro de la compra lleno. Llevaba rulos en el pelo y sostenia un cigarrillo en la comisura de los labios. Su calzado apenas cubria sus doloridos pies hinchados. Tenia la mirada vacia. En los antebrazos desnudos podian distinguirse variaciones de color violeta, cardenales. Quiza su marido le pegara.
Pero el carro iba lleno, lleno a rebosar.
Botes, cajas, bolsas. Comida precocinada lista para el microondas. Su cuerpo era una masa de carne, embutida en la piel, y esta a su vez estaba embutida en la falda estrecha y el sueter ajustado. Tenia la mirada vacia, los labios apretaban firmemente el cigarrillo, dejando entrever los dientes, y sujetaba con fuerza la barra del carrito.
Y el carro iba lleno, lleno a rebosar.
David tomo aire por la nariz: pudo casi sentir el olor a perfume barato mezclado con el olor a sudor del supermercado.
«La Muerte…».
Cuando no se le ocurria ninguna idea, o le asaltaban las dudas, siempre contemplaba esa representacion de la Muerte, aquello contra lo que hay que luchar. Todas las tendencias dentro de la sociedad que apuntaban hacia esa imagen eran perniciosas; todo cuanto apuntaba en direccion contraria era… mejor.
Se abrio la puerta del cuarto de Magnus y este aparecio con una carta de Pokemon en la mano. Desde la habitacion llegaba la voz chillona de la rana Boll:
– ?Nooo, oye, eh!
El nino le enseno la carta.
– Papa, ?Dark Golduck es dragon o agua?
– Agua. Carino, tendremos que dejarlo…
– Pero es que ha recibido el ataque de un dragon.
– Si, pero… Magnus, ahora no. Ire a tu cuarto cuando haya terminado, ?de acuerdo?
El pequeno se fijo en el periodico que David tenia abierto delante de el.
– ?Que
– Magnus, por favor. Estoy trabajando. Luego voy.
– Se vende vodka… sueco con porno. ?Que es vodka?
David cerro el periodico y cogio a su hijo de los hombros. El nino se resistio e