Sture asintio en silencio y David se sintio vagamente idiotizado por utilizar el idioma
El neurologo con el que el habia hablado le dijo que la tension electrica en el cerebro de Eva aumentaba de forma paralela al desarrollo de sus funciones conceptuales e idiomaticas. Parecia como si las celulas muertas del cerebro resucitaran; otro imposible.
El neurologo, sin embargo, habia vacilado cuando Zetterberg le hizo la misma pregunta que Sture:
– ?Cuando podra volver a casa?
– Es muy pronto para poder decirlo -habia respondido-. Hay aun ciertos… problemas de los que sera mejor que hablemos manana. Cuando se hayan visto. Es dificil describirlos ahora.
– ?Que clase de problemas?
– Si, bueno, como le digo… es dificil de comprender si no se ha… visto. Estare manana en Heden. Entonces hablaremos de ello.
Habia quedado en reunirse por la manana temprano. Heden se abriria a las doce y David queria llegar alli con tiempo.
De nuevo volvieron a llamar a la puerta con cuidado, y David salio a abrir y dejo pasar a su madre con la jaula para el conejo. Ella, para sorpresa de David, se habia tomado la noticia del accidente de Eva con relativa calma, sin convertirse en una carga llevando la compasion a la exageracion, que era lo que David se habia temido.
La jaula tenia buen aspecto, pero no habia serrin. Sture dijo que el papel de periodico cumplia las mismas funciones y encima salia mas barato. Los dos ancianos prepararon juntos la jaula mientras David permanecia de pie con el conejo en las manos.
Eva y el habian bromeado muchas veces con que deberian azuzar a sus respectivos padres, dos personas que vivian solas, para que se juntaran. No tenia ninguna duda de que resultaria imposible; eran demasiado distintos y estaban anclados cada uno en su vida. No le parecio tan descabellado mientras los veia rasgar las paginas de un periodico con el mayor sigilo posible y poner agua en un cuenco. Durante un instante se invirtieron los papeles: ellos eran una pareja, el estaba solo.
«Pero no estoy solo. Eva se pondra bien».
Le vino a la mente el gran agujero abierto en el pecho de Eva…
Cerro los ojos con fuerza, los abrio y se concentro en el animalillo, que le mordisqueaba un boton de la camisa. No habria habido ningun conejo de no haber sido por el accidente de su esposa. Tanto Eva como el se negaban a tener animales en la ciudad, en jaulas, pero ahora…
Magnus debia tener alguna alegria. Al menos el dia de su cumpleanos.
David trago saliva para deshacer el nudo de la garganta cuando entraron en la habitacion de Magnus.
El nino no estaba acurrucado durmiendo o fingiendo que dormia. Estaba sentado en la cama con las manos en el estomago; los miro con rostro muy serio, y David penso que estaban haciendo teatro ante un publico que se negaba a participar.
– Feliz cumpleanos, corazon.
La madre de David fue la primera en acercarse y en los ojos de Magnus se suavizo el recelo cuando pusieron los paquetes a los pies de la cama. Parecio olvidarlo todo por un momento. Alli habia cartas de Pokemon, Lego y varias peliculas. Reservaron la jaula para el final.
Si David habia temido que Magnus decidiera no seguirles el juego, no quedo ninguna duda de que la alegria de su hijo era grande y autentica cuando cogio al conejo y lo puso en su cama, le acaricio la cabeza y le beso el hocico. Lo primero que dijo despues de permanecer asi un rato fue:
– ?Puedo llevarmelo para ensenarselo a mama?
David sonrio y asintio. Despues del dia siguiente al del accidente, Magnus apenas habia nombrado a Eva, y cuando David habia intentado sondearle se habia dado cuenta de que Magnus estaba resentido con ella porque habia desaparecido. Aunque el propio Magnus fuera consciente de que era una postura absurda y se avergonzara de ella, se negaba totalmente a hablar de su madre.
Por lo tanto, si queria llevar el conejo, pues que lo llevara.
Sture acaricio a Magnus en la cabeza y le pregunto:
– ?Como crees tu que se llama?
– Baltasar -se apresuro a contestar el pequeno.
– ?Ah, si? De acuerdo -dijo Sture-. Menos mal que es macho.
Sacaron la tarta. David habia comprado una de mazapan en la pasteleria, pero Magnus no dijo nada. Se sirvieron cafe y leche con cacao. Habria sido insoportable saborear el dulce, soportar el silencio entre los bocados de no haber sido por Baltasar. El conejo saltaba por la cama de Magnus, olisqueo la tarta y se mancho el hocico de nata.
En vez de hablar de Eva, lo cual les resultaba imposible, hablaron de Baltasar. Baltasar era el quinto ser vivo; Baltasar sustituyo a Eva. Se rieron de sus brincos, conversaron acerca de los inconvenientes y las satisfacciones de tener conejos.
Cuando se fue a casa la madre de David, este y Magnus jugaron un par de partidas de Pokemon para que el chico pudiera estrenar las cartas nuevas. Sture seguia el juego con interes, pero cuando su nieto trato de explicarle las reglas, tan complicadas, Sture sacudio la cabeza:
– No. Creo que no esta hecho para mi. Me quedo con el poquer y el tute.
Magnus gano las dos partidas y se fue a su habitacion a jugar con Baltasar. Eran las 9:30. No podian seguir tomando cafe sin riesgo de que les produjera acidez de estomago, y debian matar dos horas antes de ponerse en camino. David estuvo a punto de proponer una partida de tute, pero iba a parecer algo rebuscado. En vez de eso se sento a la mesa de la cocina enfrente de Sture, sin saber que decir.
– He visto que vas a actuar esta noche -comento Sture.
– ?Que? ?Esta noche?
– Si, al menos eso ponia en el periodico.
David saco su agenda y lo comprobo. «17 de agosto. NB 21:00». Sture tenia razon. Ademas, para su horror, vio que tenia un trabajo para una fiesta de empresa en Uppsala el 19. Trabajo: hacer chistes, gastar bromas, hacer reir a la gente. Se paso las manos por la cara.
– Tendre que llamar y decir que no voy.
Sture entorno los ojos, como si estuviera mirando al sol.
– ?Vas a hacer eso, entonces?
– Si, ya sabes, estar alli… haciendo bromas de mal gusto. No puede ser.
– Tal vez fuera bueno para alejarse un poco.
– Si, pero los textos… Me van a salir de la boca como piedras. No.
A esto habia que anadir que una parte del publico probablemente ya sabia lo que le habia pasado, tras la emision del reportaje de TV4. Actuaba el marido de la mujer muerta. Seguramente Leo habia suspendido ya su actuacion, pero habia olvidado retirar el anuncio.
Sture entrelazo los dedos encima de la mesa.
– Yo puedo quedarme con el nino, si quieres.
– Gracias -dijo David-. Ya veremos. Pero no lo creo.