habia visto nunca en el patio. Oskar dio un paso en direccion a la escalera. La chica no se movio. Se quedo alli arriba mirandole.
Dio otro paso y de pronto sintio miedo. ?De que? De si mismo. Con el cuchillo fuertemente agarrado avanzaba hacia la chica para clavarselo.
Bueno, no era
Oskar se detuvo, metio el cuchillo en la funda y lo guardo dentro de la cazadora.
– Hola.
La chica no contesto. Oskar estaba ya tan cerca de ella que podia ver que tenia el pelo oscuro, la cara pequena, los ojos grandes. Unos ojos abiertos de par en par que lo miraban tranquilos. Sus manos descansaban blancas en una barra de la escalera.
– He dicho hola.
– Lo he oido.
– ?Y entonces por que no has contestado?
La chica se encogio de hombros. Su voz no era tan clara como el habia pensado que seria. Sonaba como alguien de su misma edad.
Parecia rara. Media melena negra. Cara redonda, nariz pequena. Como una de esas munecas recortables que salen en las paginas infantiles de la revista
La chica senalo con la cabeza el arbol en el que Oskar habia clavado el cuchillo.
– ?Que haces?
Oskar se sonrojo, pero en la oscuridad no se notaria.
– Estoy practicando.
– ?Para que?
– Por si viniera el asesino.
– ?Que asesino?
– El de Vallingby. El que acuchillo a ese chico. La chica lanzo un suspiro y miro a la luna. Luego se inclino hacia delante.
– ?Tienes miedo?
– No, pero un asesino, claro esta, es… es, bueno, si uno puede… defenderse. ?Vives aqui?
– Si.
– ?Donde?
– Alli -la chica senalaba el portal que estaba al lado del de Oskar-. Al lado del tuyo.
– ?Y tu como sabes donde vivo yo?
– Te vi antes, por la ventana.
A Oskar se le encendieron las mejillas. Mientras trataba de encontrar algo que decir, la chica salto de la escalera y aterrizo delante de el. Un salto de mas de dos metros.
Era casi exactamente igual de alta que el pero mucho mas delgada. El jersey de color rosa se cenia sobre su cuerpo delgado, sin asomo de pechos. Sus ojos eran negros, enormes, en aquella cara pequena y palida. Levanto una mano delante de el, como si estuviera parando algo que se acercaba. Tenia los dedos largos, finos como ramitas.
– No puedo hacerme amiga tuya. Para que lo sepas.
Oskar se cruzo de brazos. Sintio los bordes de la funda del cuchillo bajo la mano a traves de la cazadora.
– ?Y eso por que?
Una de las comisuras de los labios de la muchacha se contrajo en una especie de sonrisa.
– ?Hace falta alguna razon
– Si, si.
La chica se dio media vuelta y, alejandose de Oskar, camino hacia su portal. Cuando habia dado ya algunos pasos, Oskar dijo:
– ?Y crees que yo quiero
La chica se paro. Permanecio quieta un instante. Se dio media vuelta y fue otra vez donde estaba Oskar, se detuvo frente a el. Entrelazo los dedos y dejo caer los brazos.
– ?Que has dicho?
Oskar cruzo los brazos aun mas fuerte sobre el pecho, apreto la mano contra la empunadura del cuchillo y miro al suelo.
– Que eres tonta… si dices eso.
– ?De verdad?
– Si.
– Perdona entonces. Pero es asi.
Permanecieron quietos, a medio metro el uno del otro. Oskar continuo mirando al suelo. Le llego un olor extrano que venia de la chica.
Hacia un ano que Bobby, su perro, habia tenido una infeccion en las patas y al final tuvieron que sacrificarlo. El ultimo dia Oskar no habia ido a la escuela, se habia quedado en casa echado durante varias horas al lado del perro enfermo, despidiendose de el. Bobby le habia olido entonces como la chica ahora. Oskar arrugo la nariz.
– ?Eres tu la que huele tan raro?
– Puede ser.
Oskar levanto la vista del suelo. Se arrepentia de lo que habia dicho. Parecia tan… fragil con ese jersey tan fino. Quito los brazos del pecho e hizo un gesto hacia ella.
– ?No tienes frio?
– No.
– ?Por que no?
La muchacha alzo las cejas, arrugo la cara y parecio por un momento mucho, mucho mas mayor de lo que era. Como una mujer vieja a punto de echarse a llorar.
– Habre olvidado como se hace.
La chica se dio rapidamente la vuelta y fue hacia su portal. Oskar se quedo alli mirandola. Cuando llego delante de la pesada puerta, Oskar penso que tendria que empujar con las dos manos para poder abrirla. Pero ocurrio lo contrario: cogio el picaporte con una mano y la abrio con tanta fuerza que golpeo contra el tope que habia en el suelo, reboto y se cerro tras ella.
Oskar se metio las manos en los bolsillos y se puso triste. Pensaba en Bobby. En el aspecto que tenia en la caja que su padre le habia construido. En la cruz que el habia hecho en la clase de trabajos manuales y que se rompio cuando la iban a clavar en el suelo helado.
Deberia hacer una nueva.
Viernes 23 de octubre
Hakan estaba sentado en el metro otra vez, en direccion al centro. Con