diez billetes de mil coronas enrollados y atados con una goma en el bolsillo del pantalon. Con ellos iba a hacer algo bueno. Salvaria una vida.
Diez mil coronas era mucho dinero, y teniendo en cuenta las campanas de
Uno no podia ir alegremente dando el dinero al primer drogadicto que se encontrase y esperar que… no. Y tendria que ser una persona joven. Sabia que era una tonteria, pero lo ideal seria uno de esos ninos con lagrimas en los ojos como en los cuadros. Un nino que con lagrimas en los ojos cogiera el dinero y… ?Y que?
Se bajo en la estacion de Odenplan sin saber por que; camino hacia la biblioteca publica. Mientras vivia en Karlstad, cuando trabajaba como profesor de sueco en los cursos superiores de la ensenanza obligatoria y todavia tenia una casa donde vivir, era de sobra conocido en el ambiente que la biblioteca publica de Estocolmo era un… buen sitio.
Hasta que no vio el gran cilindro de la biblioteca, conocido por las fotografias en libros y revistas, no supo que era por eso por lo que se habia bajado aqui. Porque era un buen sitio. Alguien del ambiente, probablemente Gert, habia contado lo que habia que hacer para comprar sexo aqui.
El no lo habia hecho nunca. Lo de comprar sexo.
Una vez Gert, Torgny y Ove habian encontrado un chico cuya madre, una de las conocidas de Ove, habia traido de Vietnam. El chico tendria unos doce anos y sabia lo que se esperaba de el, le pagaban bien por ello. Sin embargo, Hakan no fue capaz. Habia bebido un poco de su Bacardi con cola, disfrutando del cuerpo desnudo del chico dando vueltas por la habitacion en la que se habian reunido. Pero luego se acabo.
A los otros, el chico se la habia mamado de uno en uno, pero cuando le toco el turno a Hakan se le hizo un nudo en el estomago. Toda la situacion era demasiado asquerosa. La habitacion olia a excitacion, alcohol y semen. Una gota de esperma de Ove brillaba en la mejilla del chaval. Hakan aparto la cabeza del muchacho cuando se inclinaba sobre su entrepierna.
Los otros lo habian insultado; al final, puras amenazas. El habia sido testigo, tenia que ser complice. Lo ridiculizaron por sus escrupulos, pero ese no era el problema. Solo que era tan feo, todo. El apartamento de Ake, de una sola habitacion, donde el solia pasar las noches; los cuatro sillones desiguales especialmente dispuestos para la ocasion, la musica de baile que salia por el estereo.
Pago su parte de la juerga y no volvio a ver a los otros. El tenia sus revistas y fotografias, sus peliculas. Era suficiente. Era posible que ademas sintiera escrupulos, que solo en aquella ocasion se habian manifestado como una intensa aversion ante la situacion.
Entonces,
Podria coger un libro. El fuego de hacia tres anos habia devorado toda su vida, y con ella sus libros. Si.
Estaba todo muy tranquilo en la biblioteca a esas horas de la manana. Senores mayores y estudiantes, la mayoria. Enseguida encontro el libro que buscaba, leyo las primeras palabras.
Lo volvio a dejar en la estanteria. Malas sensaciones. Le recordaba su vida anterior.
Habia amado aquel libro, lo habia usado en la ensenanza. Leer las primeras palabras le habia hecho anorar un sillon de lectura. Y un sillon de lectura tenia que estar en una casa que fuera suya, una casa llena de libros, y tendria que tener un trabajo de nuevo y tendria que… y queria. Pero habia encontrado el amor, y el era el que imponia las condiciones ahora. Nada de sillones.
Se froto las manos como para borrar las huellas del libro que habian sujetado y entro en una sala que habia al lado.
Una mesa alargada con personas leyendo. Palabras, palabras, palabras. Al fondo de la sala se sentaba un chico joven con cazadora de cuero columpiandose en la silla mientras hojeaba sin mayor interes un libro con ilustraciones. Hakan se dirigio hacia alli e hizo como que examinaba los libros de geologia mirando de reojo al muchacho de vez en cuando. Finalmente, el chico alzo la mirada y ambas se cruzaron; el chaval arqueo las cejas como preguntando:
– ?Quieres?
No, claro que no queria. El chico tenia unos quince anos, con la cara aplanada de los europeos del este, espinillas y los ojos rasgados y profundos. Hakan se encogio de hombros y salio de la sala.
Fuera ya de la entrada principal el muchacho lo alcanzo, hizo un gesto con el dedo y pregunto:
Hakan nego con la cabeza.
El chico saco un encendedor de plastico, encendio un cigarrillo, le miro con los ojos entornados a traves del humo.
– No, I…
Se aparto del muchacho, alejandose de la entrada principal donde cualquiera podia verle. Necesitaba pensar. No habia imaginado que esto fuera tan sencillo. Habia sido una especie de juego, comprobar si era cierto lo que habia dicho Gert.
El chico lo siguio, se puso a su lado junto al muro de piedra.
– ?NO!
Parecia tan endiabladamente perverso. Un pensamiento tonto. Ni Ove ni Torgny habian tenido un aspecto… especial, en lo mas minimo. Hombres normales con trabajos normales. El unico, Gert, que vivia de la inmensa herencia que le habia dejado su padre y podia permitirse cualquier cosa
El chico se callo cuando Hakan alzo la voz, observandolo a traves de aquellas hendiduras que tenia por ojos. Dio otra calada al cigarrillo, lo tiro al suelo y lo piso, extendio los brazos.
El muchacho se le acerco un poco.