En fin, no eran dos amigos intimos que se hubiesen extranado. Se besaron en la mejilla y se admiraron mutuamente.
– Estas preciosa. Mirandote, me pregunto como he pasado todos estos meses sin ti. No fuiste generosa conmigo.
– Deja ya. Nos hemos encontrado en la forma mas casual y fantastica, ?te parece poco?
Alli estaba, alto como lo recordaba, con el pelo casi gris, unas bonitas canas en las sienes, esos ojos claros tan transparentes, esa sonrisa facil y acogedora, bien vestido en tweeds y lanas azul piedra y sus manos grandes.
Caminaron un rato por el barrio, fueron a la calle Jaen -la mas bonita de La Paz -, entraron a la casa de Murillo, gozaron con esa arquitectura colonial que les recordo Mexico y Sevilla. El espiritu era liviano como si se hubiesen conocido la vida entera. Luego el la llevo, siempre caminando, al restaurante del Hotel Plaza, un buen lugar de ceviches y pejerreyes.
Cuando se hubieron sentado con la cerveza helada en la mano, comenzo la conversacion propiamente tal. Hablaron largo de Chile, de la falta de perspectivas para salir de la dictadura, del drama de la unidad que no se daba, de las primeras banderas frente al tema de las elecciones libres, del desgaste politico del ano anterior -el ochenta y seis- que no resulto ser “el ano decisivo”, de la remota posibilidad de plebiscito para fines del proximo ano. Pregunto con mucho carino por Magda y Jose Miguel.
– Estan tan, pero tan renovados, que poco les falta para ser derechistas.
El rio pero no dejo de precisar:
– La verdadera renovacion, si se entiende como es debido, poco tiene que ver con la moderacion.
Y cambio de tema en forma radical.
– Ya hemos despachado los temas objetivos. Ahora dime, ?y tu marido?
– Ya no es mi marido.
La pregunta esperada. El no se mostro asombrado.
– Lo supe esa noche en Cachagua. Supe que tu matrimonio tenia los dias contados.
– Yo tambien lo sabia.
– Y si lo sabias, ?por que hemos perdido tanto tiempo?
Los hombres no entienden nada, penso Maria. No saco nada con explicarle el miedo que tuve, que el solo podia acelerar la ruptura y yo no queria romper. Que el no podia estar de por medio. Tenia que ser limpio entre Rafael y yo. No estaba preparada entonces. ?Entenderia el que ha sido necesario vivirlo asi, meterme en esta soledad, sufrir todo lo que he sufrido?
– Ha sido duro, Ignacio. No lo festines.
El le acaricio espontaneamente el pelo, tocandola por primera vez.
– Supongo que lo ha sido. Perdona, es que la unica vez que yo me separe no fue duro. El alivio fue tal que habria festejado dias y dias.
– Es un poco frivolo lo que dices. Siempre duele separarse, y si que lo se. Es un golpe duro y solo viviendolo a fondo puedes salir bien.
Le explico su teoria que los romances surgidos de inmediato despues de una separacion estaban desahuciados, que si no pasa un tiempo determinado de elaboracion, no se limpia el corazon y la nueva pareja paga los costos de ello.
– Parece que los hombres viven las relaciones y son las mujeres las que las piensan.
Una sonrisa ironica de Maria:
– ?Recien te enteras?
– Bueno, todo esta bien, entonces. Tu ya has cumplido esa etapa. Me parece, pequena Maria, que la vida nos sonrie.
De nuevo le cambio el tema. Paso a explicarle sus planes.
– A las seis me desocupo. Te ire a buscar en un auto del gobierno y te llevare a pasear. Podemos recorrer Calacoto, La Florida, ir al Valle de la Luna y si aun nos queda tiempo vamos a San Francisco para que veas el mercado artesanal, o a la Zagarnaga para darte un amuleto del amor o uno de la fertilidad y veas los fetos de llama embalsamados. Luego te invitare a comer al mejor restaurante de la ciudad, el ultimo piso de nuestro hotel. ?No lo conoces? Es redondo y transparente y podras ver todas las luces del alto de la ciudad. Alli podremos tomar un buen Casillero del Diablo… no te asombres, los vinos chilenos estan en todos lados, para celebrar nuestro encuentro y nuestra despedida.
– ?Como? -la desilusion en la cara de Maria no se hizo esperar.
– Tomo el avion al alba manana. Pero ya tengo todo arreglado. Me dijiste que partias el sabado, ?verdad?
– Si.
Entonces, con mirada maliciosa, le extendio un sobre. Maria lo abrio. Era un pasaje aereo La Paz-Cuzco para el dia sabado, a su nombre. Lo miro sorprendida.
– Pero, Ignacio, ?en que momento…?
– Las secretarias en este pais son muy eficientes. He pensado en todo. Yo parto a Lima manana. Debo dar dos conferencias, una el jueves y otra el viernes. Yo me ire de Lima al Cuzco y nos encontraremos alli el sabado. Mi vuelo es muy temprano, el tuyo no tanto. Estare en condiciones de esperarte alla y hacerme cargo de ti.
Como Maria lo miraba embelesada, sin habla, el concluyo, levantandose de su silla para retirarse:
– El Illimani estaba despejado hoy. Como eso es muy raro, dicen que algo extraordinario sucede cuando se ve su cumbre.
Hicieron todo lo planificado y terminaron la noche en el restaurante redondo de cristales. La conversacion fue fluida y a medianoche ya eran amigos. Se levantaron de la comida tarde y contentos, y Maria sentia ya el cosquilleo de lo que le esperaba, creyendo que esta magnifica comida era solo la antesala de la noche en si. Pero para su sorpresa, el la dejo en su habitacion y alli se despidio. Le dio un largo beso, “rico, humedo, apretado” lo describiria ella mas tarde.
– Te espero en el Cuzco.
Ignacio camino por el pasillo hacia el ascensor. Maria quedo ahi, parada a la puerta de la habitacion, inmovilizada por el desconcierto. ?Que significaba que se fuera asi? ?Por que no se quedaba con ella? ?Que habia hecho mal? ?Es que no la deseaba? ?O todo su donjuanismo era pura exterioridad? Ella nunca imagino que la noche pudiera tener ese final. Temblo un poco.
– ?Ignacio!
El ya estaba frente al ascensor y este abria sus puertas. Ella no sabia que decirle, su llamado era un impulso de la rabia. Le balbuceo incoherencias y el la detuvo.
– Seamos directos. ?Te ofende que no pase la noche contigo?
– Si, creo que si. No lo entiendo…
– Esta no es una mas de tus historias faciles, pequena -le dijo ironico. Luego agrego, serio-: No te inquietes ni te pongas sospechosa de ti misma o de mi. No quiero dormir contigo hoy. No nos apresuremos, Maria. Tenemos la vida entera por delante para hacer el amor.
Volvio a besarla y se fue, sin que ella osase detenerlo esta vez. Estaba furiosa. Era una punalada la que le clavaba y decidio resistir estoicamente.
Y aunque dudo mil veces y tuvo mil discusiones consigo misma, se subio al avion ese dia sabado y partio al Cuzco. Como si la propia fuerza de gravedad la llevara, sin que su voluntad pudiese intervenir.
Cuando ya estuvo instalada a su lado en ese hotel azul y blanco frente a la plaza, en la ciudad mas hermosa del continente, cuando ya se hubieron besado, tocado, acariciado y amado hasta doler, ella partio al correo y puso un cable a la oficina:
“No me esperen en la fecha acordada. ?Recuerdan el cuento de la tia de Sara? Gane la loteria y estoy gozando mi suerte. Las quiere, Maria.”
Angeles Mastretta
