Angeles Mastretta, Claudia Amengual, Angela Pradelli, Maria Fasce, Marta Nos, Susana Silvestre, Cecilia Absatz, Rosa Montero, Susanna Tamaro, Liliana Heker, Gioconda Belli, Ana Maria Shua, Luisa Valenzuela, Liliana Heer, Marcela Serrano

La vida te despeina: Historias de mujeres en busca de la felicidad

La amistad, enamorarse, viajar

salir, divertirse, el amor,

reirse, ser madre, crecer,

romper con la rutina, jugarse, bailar…

Todas las cosas buenas de la vida despeinan.

Y eso te queda muy bien.

Sedal

Angeles Mastretta

De viaje

ANGELES MASTRETTA nacio en Puebla, Mexico, en 1949. Es narradora y periodista; asidua colaboradora en diarios y revistas, tales como La Jornada y Nexos. Publico los libros Arrancame la vida, Mujeres de ojos grandes, Puerto libre, Ninguna eternidad como la mia y El cielo de los leones. “De viaje” es un relato inedito.

***

?Quien sabe que sonaria el marido de Clemencia cuando en la media tarde de un domingo se durmio como en la paz de un convento? ?Que premura de que piernas, de que lio, de que risa y que platicas, cuando en la madrugada lo veia ella dormir y lo adivinaba sonando? ?Quien sabe que misterios, que pasion irredenta se meteria bajo sus ojos, mientras Clemencia lo miraba durmiendo como quien adivina un viaje al que no fue invitada?

Ella no habia querido nunca pensar en esas cosas que para efectos de razon le parecian triviales, como juicios de moral creia necios y como causa de la sinrazon consideraba de peligro. Temia de tal modo caer en semejante delirio que jamas tuvo la ocurrencia de indagar en la vida secreta de aquel hombre con quien tan bien llevaba los intensos acuerdos de su casa, su mesa y su cama, y al que sin mas y por mucho queria desde el tiempo remoto en que la palabra democracia era un anhelo y no un fandango.

Que los caminos del deseo son varios y complicados le parecio siempre una sentencia logica, que ella debiera enterarse de los vericuetos que tales veredas podrian tener en el alma de su marido no estaba en la lista de sus asignaturas pendientes. En esa lista bien tenia ella otras y bien guardadas las queria.

Por eso no regalo sus oidos a las preguntas indecisas sobre la condicion de su matrimonio, mucho menos a la euforia con que alguien tuvo a bien comunicarle cuanto se apreciaba entre sus conocidos lo moderno, inteligente y ejemplar que parecia su pacto. Preferia no enterarse de la riesgosa informacion que podian esconder semejantes elogios, mejor no dar a otros el gusto de sacudir su curiosidad al son de un comentario soltado al paso como un clavel.

No sabia Clemencia que mundos podia el guarecer bajo una gota de sueno, pero bien adivinaba cuantos pueden cruzar por un instante: su misma vida era una multitud de fantasias y desorden dejandose caer por todo tipo de precipicios. Por eso sintio miedo y una suerte de compasion por el y sus secretos. Por eso lo miraba preguntandose de buenas a primeras quien mas podia caber dentro de aquel hombre que sonaba junto a ella cuando tan bien dormian con las piernas entrelazadas una noche y la otra. ?A donde iba de viaje su entrecejo? ?En que visita guiada hacia que ojos estaria sumergido?

Nunca, en todo lo largo de los mil anos de su vida juntos, sintio Clemencia aquel brinco ridiculo que provocan los celos comiendose la boca del estomago, jamas sino hasta que la punta de una hebra le cayo tan cerca que con solo jalarla desbarato de golpe una madeja de vinos y voces, viajes y besos, cartas y cosas, palique y poemas que le dejo de golpe todas las dudas y todas las certezas de las que ella no hubiera querido saber.

Ella, que libre se creia de ataduras tales como el resentimiento, el espionaje, la inseguridad y los celos, tuvo a mal enterarse de que su impredecible marido era capaz no solo de tener varias empresas y multiples negocios, sino varias mujeres complacientes y al parecer complacidas, varias mujeres a cual mas entregadas o deshechas en lagrimas y risas. Asi las cosas, todo el asunto le parecio tan increible como probable resultaba.

Trato de no saberlo y no pensarlo y se hizo con mil razones un ensalmo: “eso es asunto de cada quien y yo no soy quien para juzgar a quien” repitio durante horas, durante dias, durante meses. Llego a tal grado su despliegue de imperturbable serenidad que incluso consiguio enganarse hasta pensar que no pasaba nada, y que si algo pasaba en otra parte a ella nada le pasaba. La libertad que se prometieron una tarde de luz naranja, entre las sabanas de un hostal para estudiantes, no merecia tocarse con reproches.

Un ano se fue asi, como si no se hubiera ido, hasta que el viento la encontro mirando a su hombre dormir una siesta con tal abandono bajo los parpados y tal sosiego en las manos, que de solo pensarlo durmiendo asi en otro lugar ella hizo a un lado la serenidad y, sin remedio, quiso imaginar los laberintos entre los cuales podia esconderse el minotauro que ordenaba la vida secreta de su conyuge. Porque de todas sus impensables conjeturas: una morena y una rubia bailandole el ombligo, una chilena y una sueca alabandolo con la poesia de un danes dibujada en tinta china, una sociologa pelirroja y una timida economista dandole besos en los oidos, una sicologa en cuyas manos no estaria a salvo ni el doctor Freud, una bruta con rizos y camison de encaje, una lista de falda sastre y mocasines Ferragamo. Una rezandole a Sarita Montiel y la otra haciendo el analisis de adivinar que estadisticas, una que se sabia poner borracha y otra que se sabia venir aprisa. Todas juntas y bizcas, haciendole el amor en mitad de un parque, no eran la peor de sus alegorias, porque de todas esas, y otras mas, la unica que le dolia raro y justo abajo del alma era pensar que podria haber en el mundo alguien frente a la cual seria posible que el durmiera una siesta abandonado asi, como en su casa.

Cosas por el estilo rumio durante varios meses hasta que de tanto darle cuerda a ese reloj de dudas tuvo urgencia de un pleito, tres aclaraciones, dos indagatorias y un lio infinito que de solo figurarse la avergonzaba.

?Quien sabe cuantas veces se habia jurado no armar un tango donde habia un bolero y no volver ni prosa, ni panfleto lo que debia ser un poema? Asi que en nombre de todos aquellos juramentos y de su decidida gana de cumplirlos, quiso salir corriendo de la inocencia con que dormia su marido aquel domingo y les pidio a dos hermanas que tiene por amigas, tan intimas cuanto las mantiene al corriente de sus enigmas, que la llevaran a su muy comentado viaje por Italia y Espana.

Las hermanas, que empenadas estaban en viajar como una de las bellas artes, se alegraron de llevarla consigo. Clemencia es una artista con varios dones: sabe hablar hasta mas alla de la medianoche y recuerda con precision de pitonisa lo mejor de las vidas publicas y privadas de la ciudad en que las tres nacieron. Sabe de musica y pintura, de buenos vinos y buenos modos, de como se saluda en Espana con dos besos, en Francia con tres y en Italia con los que el humor del saludado tenga en gana. Sabe, segun el caso, salpicar de ingles la orden del desayuno o hablar en italiano, mal pero con estilo, lo mismo con un gondolero que con el Dante. Sabe de los varios significados que tienen en Espana palabras como “vale”, “polvo” y “cono”. Sabe de andar por horas, de leer cartografias, de ejercitar la paciencia con quienes en Europa prestan algun servicio como si lo regalaran y lo cobran como si les debiera uno intereses. Clemencia tiene pies pequenos y lagrimas faciles, tiene los ojos de un pajaro en alerta y la voz de una comadre dichosa. Clemencia reconoce la calidad de los hoteles con solo oir su nombre, y esta dispuesta a cambiarse de cuarto y hasta de ayuntamiento cuantas veces sea necesario si se trata

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