en lugar de inventarse un nombre y una direccion falsos, se sirvio de una persona real. Podia escoger entre crear una ficcion en la cual tal vez nosotros pudieramos ir tirando del hilo o que pudiera haber llamado la atencion de alguien, y una confusion que diera lugar a un embrollo, y en mi opinion escogio sabiamente. Y ademas eligio a un hombre que se parecia fisicamente a el. ?Que opinas? ?Crees que vio a Isaacson en alguna reunion o en una cinta de video? ?Paseando por la playa o en una sinagoga? ?En un supermercado o en un restaurante? ?Crees que lo selecciono entre muchos sin que el tuviera la menor idea?
– En alguna parte tuvo que ser, ya. A lo
– Acuerdate de quien lo entreno. ?Donde cabe encontrar una burocracia mas minuciosa que en la Alemania nazi?
– A lo mejor aqui mismo, en Miami Beach -repuso Robinson con amargura, al tiempo que empujaba al azar unos impresos que tenia en la mesa-. No, no es verdad. Pero veo adonde quieres llegar. Ese cabron es muy inteligente, ?verdad?
– Si. Y ?sabes que? Toda esta preparacion me dice algo mas.
El inspector asintio con la cabeza, no para escuchar la respuesta sino para darsela el mismo:
– Que la Sombra cuenta con una puerta de salida ya abierta, y que una vez la transponga…
– Desaparecera.
– Ya lo habia pensado. -Robinson se reclino en la silla-. He hecho una llamada para comprobar una cosa mientras traiamos a los Isaacson hasta aqui. Llame a Los Angeles y pedi por el director del Centro del Holocausto de alli. ?Te acuerdas de la carta que tenia Esther Weiss, firmada por un subdirector?
– No era tal, ?acierto?
– Aciertas. Sin embargo, el membrete era autentico.
– Eso es muy facil. No hay mas que escribirles una carta solicitando cualquier cosa. Cuando recibes su respuesta, fotocopias el membrete y ya esta. Hasta podria sacarse de una carta de las que envian para recaudar fondos.
– Eso mismo he pensado yo.
– Entonces -dijo Simon-, ?adonde nos conduce todo esto?
Robinson reflexiono unos instantes.
– Puede que esos ancianos nos aporten algo. O puede que el intente algo contra ellos. Hoy mismo, el telefono del rabino no paraba de sonar. Es posible que el anuncio sirva de algo, aparte de haber hecho cundir el panico. Por lo demas, en fin, no estamos exactamente al principio, pero la verdad es que no se donde cono estamos.
Winter asintio. Aferro al vuelo un punado de aire.
– Parece que lo tenemos cerca, y al momento siguiente nos encontramos sin nada -dijo-. Tendremos que ser mas rapidos que hasta ahora.
– Antes tenemos que encontrar a alguien a quien atrapar. -Se reclino de nuevo en su silla-. Esta bien, Simon. Manana tu y yo empezaremos otra vez con el retrato robot. -Sonrio-. En vez de irnos de pesca; esa seguira siendo nuestra asignatura pendiente. ?Que te parece?
– Que patearse la ciudad nunca viene mal para resolver un caso -respondio el viejo policia, aunque dudaba que tuviera la energia necesaria.
– Bien, vamonos a casa -propuso Robinson-. Te acerco con el coche. Y manana no lleves ese revolver, ?de acuerdo? Me fio de que en alguna parte tienes una licencia como Dios manda, pero estoy seguro que no tienes permiso para llevar encima un arma oculta.
Simon articulo una debil sonrisa y se puso en pie. La idea de dormir no le resultaba atractiva, y alli, en la comisaria, toda sensacion de urgencia se disipaba ligeramente conforme la fatiga le iba nublando la mente.
Haciendo un esfuerzo no muy diferente del de un nadador al lanzarse desde un trampolin, Robinson se irguio y se levanto de la silla.
– Vamonos antes de que salga el sol -dijo.
Los dos bajaron en el ascensor hasta la planta baja rodeados por el silencio de aquellas horas de la noche, cada cual sumido en sus propios pensamientos. Cuando salieron al exterior del refugio que representaba el edificio de la policia, un calor humedo parecio derramarse sobre ambos, como si cerca de alli una tormenta tropical hubiera inundado la zona pero los hubiera perdonado a ellos. Fueron andando hasta el coche del inspector y subieron, tan solo a un paso del agotamiento. Robinson acciono el contacto y arranco el motor acelerando, como si eso pudiera vigorizarlo tambien a el. Por la radio se oian las comunicaciones de la policia con interferencias, y Robinson fue a apagar aquellos irritantes chirridos, pero Winter le retuvo el antebrazo.
Winter habia abierto mucho los ojos, y Robinson sintio una descarga de adrenalina que le recorrio todo el cuerpo disipando de un plumazo toda su frustracion y cansancio y sumiendolo abruptamente en un estado de alerta total.
El anciano hablo con voz afilada pero casi sin aliento:
– ?Acaban de nombrar la direccion del rabino, maldita sea! Han dicho la direccion del rabino. ?Lo he oido! ?Han enviado una brigada de bomberos al edificio del rabino!
Robinson metio la marcha y piso el acelerador.
– ?Quien esta alli? ?Maldita sea! ?Quien esta en el piso? -se desespero Winter como si no se acordase.
El inspector no respondio. Sabia muy bien quienes estaban alli: dos ancianos, un joven policia probablemente inexperto y Espy Martinez.
Y otra persona mas.
Espy se habia quedado dormida en el sofa de la sala poco despues de que los dos ancianos se fueran a sus dormitorios respectivos. El policia encargado de su proteccion se habia trasladado a la cocina, donde se tomo un cafe e intento leer una novela que le habia recomendado el rabino, y se habia quedado medio adormilado mientras contaba los minutos que faltaban para el cambio de turno que le liberaria de aquella tarea de ninera que lo aburria mortalmente.
Cuando de repente la alarma de incendios del edificio rasgo el silencio, estaba a punto de quedarse dormido. Se puso en pie de un brinco, tambaleandose y maldiciendo a causa de la sorpresa.
Espy tambien se levanto con
En la habitacion de invitados se encontraba Frieda Kroner, durmiendo un sueno inquieto que rayaba en la pesadilla, en el que se veia a si misma en un lugar desconocido que parecia hacerse cada vez mas pequeno a su alrededor. Cada vez que intentaba encontrar la puerta de salida, esta cambiaba de posicion. La ruidosa alarma perforo aquel sueno banado en sudor y ella se desperto gritando en aleman: «?Ataque aereo! ?Ataque aereo! ?A los refugios!», hasta que transcurrieron unos segundos y recordo donde estaba y que ano era.
El rabino tambien desperto bruscamente, temblando como si tuviera frio, sintiendo la alarma como una lluvia de dardos disparados por un cazabombardero. Cogio la bata y salio presuroso del dormitorio.
Los cuatro se reunieron en la sala, sorprendidos y al borde del panico.
El policia fue el que hablo primero, con voz aguda y apremiante, como acompasada con su desbocado corazon.
– Que todo el mundo conserve la calma, tranquilos. -Esto fue lo que dijo, pero su tono implicaba lo contrario-. Muy bien, no se separen, vamos a salir de aqui ahora mismo…
Espy dio un paso en direccion a la puerta, pero Frieda la agarro del brazo.
– ?No! -exclamo-. ?Es el! ?Esta aqui!
Los demas se giraron hacia ella.
– Es la alarma de incendios -dijo el policia-. Hay que permanecer juntos y salir de aqui enseguida.
La anciana dio un taconazo en el suelo.
– ?Le digo que es el! ?Viene a por nosotros!
El policia la miro como si estuviera loca.
– ?Es un incendio, maldita sea! ?Vamos, en marcha!
Entonces hablo el rabino, con voz temblorosa pero calma:
– Frieda esta en lo cierto. Es el. Esta aqui. -Y se volvio hacia Espy-. No se mueva, senorita Martinez.