direccion a la avenida Buckingham. Celeste alzo la mano con la que sostenia la bolsa de Michael, y el taxi se detuvo ante ella. Celeste penso que bien podia permitirse el lujo de gastarse los seis dolares que le iba a costar el trayecto hasta el motel. Estaba dispuesta a gastarse cien dolares, si con ello conseguia salir de alli, e irse lo bastante lejos para reflexionar sin tener que estar pendiente del pomo de la puerta y de si regresaba el hombre que ya habia decidido que ella era una vampira, merecedora tan solo de que le clavaran una estaca en el corazon y una decapitacion rapida para asegurarse.
– ?Adonde se dirige? -pregunto el taxista mientras Celeste dejaba as bolsas en el asiento y se sentaba junto a ellas con Michael en el hombro.
«A cualquier parte -le queria decir-. A cualquier parte menos aqui.»
IV. ABURGUESAMIENTO
22. EL PEZ CAZADOR
– ?Que te has llevado su coche! -exclamo Sean.
– Solo ordene que lo hicieran -respondio Whitey-. No es lo mismo.
Mientras se alejaban del trafico de la hora punta de la manana y se dirigian hacia la rampa de salida de East Buckingham, Sean le pregunto:
– ?Con que pretexto?
– Con el de que estaba abandonado -contesto Whitey, silbando alegremente mientras doblaba la esquina de la calle Roseclair.
– ?Donde? -pregunto Sean-. ?Delante de su casa?
– ?No! -exclamo Whitey-. Encontraron el coche en la alameda de Rome Basin. Por suerte, dicha alameda se encuentra bajo jurisdiccion estatal, ?no es verdad? Segun parece, alguien lo robo, fue a dar una vuelta, y luego lo abandono. Esas cosas pasan muy a menudo, ?sabes?
Esa manana, Sean se habia despertado de un sueno en el que sostenia a su hija en brazos y habia pronunciado su nombre, a pesar de que no lo sabia, y no podia recordar lo que habia dicho en el sueno; por lo tanto, aun se sentia un poco confuso.
– Hemos encontrado sangre -declaro Whitey.
– ?Donde?
– En el asiento delantero del coche de Boyle.
– ?Cuanta?
Whitey, separando un poco el dedo pulgar del indice, contesto:
– Un poco, pero hemos encontrado mas en el maletero.
– En el maletero -repitio Sean.
– En efecto, ahi hemos encontrado mucha.
– ?Y bien?
– Pues que esta en el laboratorio.
– No -replico Sean-, lo que te quiero decir es que pasa si han encontrado sangre en el maletero. A Katie Marcus nunca la pusieron en ningun maletero.
– Si, claro, eso dificulta las cosas.
– Sargento, le reprenderan por haber examinado el coche.
– No.
– ?No?
– El coche fue robado y abandonado bajo jurisdiccion estatal. Lo hice puramente por motivos del seguro y, ademas, podria anadir que, para mayor beneficio del propietario…
– Ha llevado a cabo una investigacion y ha redactado un informe.
– ?Que rapido eres, chico!
Aparcaron delante de la casa de Dave Boyle. Whitey apago el motor y dijo:
– Tengo suficientes pruebas para llevarlo a comisaria e interrogarlo. En este momento es lo unico que quiero.
Sean asintio con la cabeza, a sabiendas que era inutil tratar de discutir con el. Whitey se habia convertido en sargento del Departamento de Homicidios a causa de su incansable tenacidad con respecto a sus corazonadas. Uno no tenia mas remedio que soportarlas.
– ?Que han dicho los de Balistica? -pregunto Sean.
– Los resultados tambien son un tanto extranos -contesto Whitey mientras observaban la casa de Dave desde el coche, ya que el sargento no parecia tener ninguna prisa en salir de alli-. La pistola era una Smith del 38, tal y como nos habiamos imaginado. Era parte del armamento que le robaron a un traficante de armas de New Hampshire en el ochenta y uno. La misma pistola que mato a Katherine Marcus fue utilizada en un atraco que se produjo en una tienda de licores en el ochenta y dos. Aqui mismo en Buckingham.
– ?En las marismas?
Whitey nego con la cabeza y anadio:
– En Roman Basin, en un lugar llamado Looney Liquors. Lo atracaron dos hombres y ambos llevaban caretas de goma. Entraron por la puerta trasera despues de que el propietario cerrara las puertas de delante, y el primer tipo que entro disparo una bala de aviso que atraveso una botella de whisky de centeno y quedo incrustada en la pared. El robo se produjo sin ningun otro altercado, pero recuperaron la bala. Los de Balistica han verificado que procedia de la misma pistola que mato a Katie Marcus.
– Eso cambia el rumbo de la investigacion, ?no crees? -insinuo Sean-. En el ochenta y dos Dave tenia diecisiete anos y acababa de empezar a trabajar para Raytheon. No creo que por aquel entonces se dedicara a atracar tiendas.
– Eso no implica que la pistola hubiera podido caer en sus manos. ?Joder, tio, ya sabes con que facilidad pasa de un lado a otro! -Whitey no parecia tan seguro como la noche anterior-. ?Vamos a por el! -abrio la puerta del coche de golpe.
Sean salio del coche y ambos se encaminaron hacia la casa de Dave; Whitey manoseaba las esposas que le colgaban de la cadera como si albergara la esperanza de encontrar una excusa para poder usarlas.
Jimmy aparco el coche y atraveso el aparcamiento de alquitran descascarillado con una bandeja de carton repleta de tazas de cafe y una bolsa de donuts, en direccion al rio Mystic. Los coches pasaban a toda velocidad entre las arcadas metalicas del puente Tobin. Katie estaba arrodillada junto a la orilla con Ray Harris, y los dos observaban el rio de cerca. Dave Boyle tambien estaba alli, con la mano tan hinchada que parecia un guante de boxeo. Dave estaba sentado en una tumbona junto a Celeste y Annabeth. Celeste tenia una especie de cremallera en la boca y Annabeth fumaba dos cigarrillos a la vez. Los tres llevaban gafas de sol negras y ninguno miraba a Jimmy. Miraban fijamente la cara inferior del puente, y despedian cierto aire que parecia indicar que preferirian que nadie les molestara y que les dejaran solos en las tumbonas.
Jimmy dejo el cafe y los donuts junto a Katie y se arrodillo entre ella y Ray Harris. Miro el agua y vio su reflejo, y tambien el de Katie y el de Ray mientras se volvian hacia el. Ray sujetaba un gran pez rojo, todavia vivo, entre los dientes.
– Se me ha caido el vestido al rio -dijo Katie.
– Pues no lo veo -repuso Jimmy.
El pez se solto de los dientes de Ray Harris y cayo al agua; se veia alejarse sobre la superficie del agua.
– El lo cogera. Es un pez cazador -afirmo Katie.
– Tenia sabor a pollo -anadio Ray.
Jimmy sintio la calida mano de Katie en su espalda, y luego sintio la de Ray en la nuca.
– ?Por que no vas a buscarlo, papa? -le sugirio Katie.
Le empujaron hasta el agua y Jimmy vio como el agua negra y el pez se alzaban para darle la bienvenida; Jimmy sabia que iba a ahogarse. Abrio la boca para gritar y el pez se le metio dentro, impidiendole respirar, y cuando su rostro se sumergio en el agua, esta le parecio pintura negra.
Abrio los ojos, volvio la cabeza y vio que el reloj marcaba las siete y dieciseis minutos; ni siquiera recordaba