haberse metido en la cama. Sin embargo, debia de haberlo hecho, porque ahi estaba el, con Annabeth durmiendo a su lado. Se desperto pensando en el nuevo dia y en que tenia que pasar a recoger una lapida en menos de una hora, mientras Ray Harris y el rio Mystic seguian llamando a su puerta.

La clave de un buen interrogatorio estaba en conseguir el maximo de tiempo antes de que el sospechoso solicitara la presencia de su abogado. En los casos dificiles (los de traficantes, violadores, motoristas y mafiosos), siempre pedian un abogado sin deliberacion. Podias hacerles algunas preguntas, intentar ponerles nerviosos antes de que se presentara el abogado, pero por lo general, tenias que basarte en pruebas para poder llevar el caso. Sean casi nunca habia sacado nada de llevarse a uno de esos tipos duros a la comisaria.

En cambio, cuando tratabas con ciudadanos normales y corrientes o con delincuentes aficionados, siempre acababas por resolver los casos durante el interrogatorio. El caso de «violencia en la carretera», hasta entonces el mas importante de Sean, se habia resuelto de aquel modo. En las afueras de Middlesex, un tipo regresaba a casa una noche, y el neumatico delantero de la derecha salio disparado de su coche deportivo cuando iba a ciento treinta kilometros por hora. El neumatico se solto y siguio rodando por la autopista. El deportivo dio nueve o diez vueltas de campana y el tipo, Edwin Hurka, murio en el acto.

Resulto que las tuercas de los neumaticos delanteros estaban sueltas. Creian que se trataba de un caso de homicidio involuntario, ya que casi todo el mundo pensaba que habia sido un error del mecanico; Sean y su companero, Adolph, averiguaron que la victima se habia hecho cambiar los neumaticos unas cuantas semanas antes del accidente. Sin embargo, Sean habia encontrado un trozo de papel en la guantera del coche que le preocupaba. Era el numero de una matricula apuntado con prisas, y cuando Sean lo verifico en el ordenador del Registro de Vehiculos, vio que pertenecia a un tal Alan Barnes. Sean se habia presentado en casa de Barnes, y le habia preguntado al tipo que habia abierto la puerta si el era Alan Barnes. El hombre, que estaba muy nervioso, le habia preguntado: «Si, ?por que?». Y Sean, sintiendo su nerviosismo, le habia dicho: «Me gustaria hablar con usted sobre unas tuercas».

Barnes se desmorono alli mismo. Conto a Sean que solo tenia la intencion de hacer un pequeno estropicio en el coche, que lo unico que queria era asustarle; una semana antes habian discutido en el carril que conducia al tunel del aeropuerto, y Barnes estaba tan enfadado al final de la discusion que se habia quedado atras, habia faltado a su cita, y habia seguido a Edwin Hurka hasta su casa, y antes de manipular los neumaticos, habia esperado a que Hurka hubiera apagado todas las luces de su casa.

La gente era estupida. Se mataba por las cosas mas tontas, esperaban a que los pillaran, y se declaraban inocentes en el tribunal despues de entregar a la policia una confesion firmada de cuatro paginas. La mejor arma de la policia era saber hasta que punto eran estupidos. Dejarles hablar. Siempre. Dejar que se explicaran. Dejarles confesar su culpa mientras uno les iba ofreciendo tazas de cafe y las bobinas de la grabadora seguian girando.

Cuando pedian un abogado (el ciudadano medio casi siempre lo pedia), uno fruncia el entrecejo y les preguntaba si estaban seguros de que si era aquello lo que querian en realidad; luego uno dejaba que las vibraciones negativas llenaran la sala hasta que decidieran que querian ser todos amigos; con eso quiza hablaran un poco mas antes de que llegara el abogado y estropeara la disposicion de animo.

Sin embargo, Dave no solicito la presencia de un abogado. Ni una sola vez. Se sento en una silla que chirriaba cada vez que se inclinaba hacia atras. Parecia tener resaca, y estar enfadado y molesto, especialmente con Sean, aunque no parecia ni asustado ni nervioso; Sean se daba cuenta de que Whitey empezaba a ponerse tenso.

– Mire, senor Boyle -apunto Whitey-, sabemos que se marcho del McGills antes de lo que nos dijo. Sabemos que media hora mas tarde se encontraba en el aparcamiento del Last Drop, a la misma hora en que se marcho Katie Marcus. Y estamos totalmente seguros de que no se lastimo la mano contra una pared mientras jugaba una partida de billar.

Dave solto un gemido y les sugirio:

– ?Por que no me traen un Sprite o algo asi?

– Enseguida -respondio Whitey por cuarta vez en la media hora que llevaban alli-. Cuentenos lo que sucedio aquella noche, senor Boyle.

– Ya lo he hecho.

– Nos ha mentido.

Dave se encogio de hombros y exclamo:

– ?Si es eso lo que creen!

– No -replico Whitey-. Son los hechos. No nos dijo la verdad respecto a la hora en que se marcho del McGills. El maldito reloj dejo de funcionar cinco minutos antes de la hora que nos dijo que se habia marchado, senor Boyle.

– ?Cinco minutos enteros?

– ?Cree que esto es divertido?

Dave se reclino en la silla y Sean espero oir el crujido que emitia antes de doblarse, pero no lo oyo, ya que Dave no se apoyo del todo.

– No, sargento, no me parece divertido. Estoy cansado y tengo resaca. Ademas de robarme el coche, ahora me dice que no piensa devolvermelo. Esta empenado en que me fui del McGills cinco minutos antes de lo que dije.

– Como minimo.

– De acuerdo, lo reconozco. Tal vez lo hiciera. No miro el reloj con tanta frecuencia como ustedes. Asi pues, si dicen que me marche del McGills a la una menos diez en vez de a la una menos cinco, pues muy bien. Quiza tengan razon. Eso es todo, porque despues regrese directamente a casa. No fui a ningun otro bar.

– Le vieron en el aparcamiento del…

– No -replico Dave-, vieron un Honda con la parte delantera abollada. ?De acuerdo? ?Sabe cuantos Hondas hay en esta ciudad? ?Venga, hombre!

– Sin embargo, ?cuantos debe de haber que tengan una abolladura en el mismo sitio que el suyo, senor Boyle?

Dave se encogio de hombros y contesto:

– Supongo que un monton.

Whitey se volvio hacia Sean y este se dio cuenta de que estaban perdiendo la batalla. Dave tenia razon: seguramente podrian encontrar veinte Hondas con una abolladura en la parte delantera. Veinte, como minimo. Y si Dave ya era capaz de rebatirles su teoria, no habia duda de que su abogado lo haria mejor.

Whitey se coloco detras de la silla de Dave y le sugirio:

– Cuentenos como llego esa sangre a su coche.

– ?Que sangre?

– La sangre que encontramos en el asiento delantero. Empecemos por ahi.

– ?Que pasa con mi Sprite, Sean? -pregunto Dave.

– Ahora te lo traigo -contesto Sean.

Dave sonrio y anadio:

– Veo que eres un poli bueno. De paso, ?por que no me traes un bocadillo de albondigas?

Sean, que ya estaba levantandose, se sento de nuevo y dijo:

– No soy tu criada, Dave. Parece que tendras que esperarte un poco.

– Pero si que eres la criada de alguien, ?no es verdad, Sean? -Lo dijo con una mirada maliciosa y un tono de superioridad.

Sean empezo a pensar que quiza Whitey tuviera razon. Sean se pregunto si su padre, al ver a ese Dave Boyle, tendria la misma opinion de el que la noche anterior.

– La sangre del asiento delantero -repitio Sean-. Haz el favor de responder al sargento.

Dave alzo la mirada hacia el sargento y dijo:

– Tenemos una valla de tela metalica en el patio trasero de casa. Sabe de que le hablo, ?no? Esas cuya parte superior se dobla hacia dentro. El otro dia estaba arreglando el patio, ya que mi casero es muy mayor, y si me ocupo del mantenimiento no me sube el precio del alquiler. Asi pues, estaba cortando esos tallos parecidos al bambu…

Whitey suspiro, pero Dave no parecio darse cuenta.

– … y resbale. Sostenia unas tijeras de podar en la mano y no queria soltarlas, asi que al resbalar, me cai encima de la valla de tela metalica y me corte -se paso la mano por el pecho-. Aqui mismo. No fue nada grave,

Вы читаете Rio Mistico
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату