conocian y sabian su nombre y apellido.

Ellas hablaban entre si en voz baja en un idioma bello y sonoro. Era conocido de todos que Guianeya poseia un oido extraordinariamente agudo, incomparable con el de las personas de la Tierra.

Y no solo era el oido. Todos los organos de los sentidos estaban mucho mas desarrollados en la forastera del otro mundo. Veia lo que el hombre de la Tierra no podia ver sin prismaticos, olfateaba el olor que no podria sentir ni un perro policia especialmente entrenado. Los finos y sensibles dedos de Guianeya eran capaces de percibir sensaciones que no podian captar los dedos de las personas terrestres.

Las facultades de la enigmatica huesped ya hacia tiempo que habian llamado la atencion de los cientificos. Poseia una voz maravillosa, cuyo diapason abarcaba casi todas las octavas del piano terrestre. Dibujaba admirablemente bien, con gran facilidad modelaba retratos en arcilla y esculpia en marmol. Y lo hacia de tal forma como si toda su vida hubiera sido cantante, pintora o escultora. Su cuerpo era capaz de realizar los ejercicios gimnasticos mas inverosimiles. Guianeya superaba en mucho a las personas en todas las clases de atletismo. Solo los deportistas varones, campeones en su especialidad, podian competir con ella sin el riesgo de resultar forzosamente derrotados.

Se habia observado que lo que mas le gustaba a Guianeya era la natacion. Y nadaba el crawl clasico con un estilo refinado, lo que demostraba, en primer lugar, que esta clase de deporte estaba muy difundida en su patria, y segundo, que no era una prerrogativa de la Tierra el invento del estilo de natacion mas rapido.

— Fisicamente — decian los cientificos —, Guianeya es la persona del futuro. Como ella tienen que ser y seran sin duda todas las personas de la Tierra. La evolucion del organismo humano conduce, segun leyes, a que todos los que ahora llamamos hombre de talento, debido a sus capacidades y aptitudes, sean en el futuro una cosa corriente.

Sin embargo, los cientificos no decian ni una palabra sobre las capacidades mentales de Guianeya. Sencillamente porque no las conocian. Solo por sintomas indirectos se podia suponer que tenia un cerebro altamente desarrollado.

Durante el ano y medio que habia pasado desde el momento de la aparicion en la Tierra de esta muchacha de otro mundo no habia sido posible encontrar un idioma para llegar a conseguir una completa comprension mutua. Guianeya no habia expresado el menor deseo de estudiar el idioma de la Tierra, dejando la iniciativa a las personas de la Tierra. Ante el grupo de cientificos linguistas que se dedicaban al estudio del idioma de Guianeya se planteaba una tarea no facil, no solo por lo dificil del idioma, sino fundamentalmente porque ella manifestaba claramente que no deseaba ayudar a las personas. Con muy poca gana «daba clases», limitandose a las mas sencillas palabras y nociones, sin las cuales ella no podia pasar en la Tierra. El menor intento de querer ampliar el conocimiento de su lengua, con el objeto de tocar las cuestiones cientificas, chocaba con una invariable resistencia tacita. Daba la impresion de que Guianeya habia decidido firmemente no ofrecer, por nada del mundo, la menor posibilidad de hacerle preguntas de caracter cientifico o tecnico.

?Era posible que Guianeya no conociera la ciencia de su mundo? Las circunstancias de su aparicion en la Tierra rechazaban categoricamente esta suposicion. Indudablemente ella sabia muchas cosas. Pero ?este «mucho» seria mayor de lo que se sabia en la Tierra?

Los cientificos no habian perdido las esperanzas de obtener al fin respuesta a las cuestiones que les interesaban. Pues Guianeya no podia guardar silencio eternamente. Si alguna vez ella quisiera regresar a su patria solo lo podria hacer con la ayuda de las personas de la Tierra, con la ayuda de la tecnica terrestre.

Recientemente se reforzo esta esperanza de romper la incomprensible terquedad de Guianeya. Por primera vez la huesped hablo del pasado.

— Yo abandone mi patria casi en contra de mi voluntad — dijo ella a la unica persona hacia la que sentia manifiestamente una inclinacion, a Marina Muratova, linguista leningradense, la misma que la acompanaba ahora en el tren —. Pero no se por que no siento nostalgia. Y llegue a la Tierra, completamente en contra de mi voluntad. Esta expedicion fue particularmente desafortunada para mi. Pero quedarme con ustedes para siempre… — ella se extremecio.

?Por fin se manifestaba en Guianeya un sentimiento humano! Durante ano y medio se mantuvo desde el primer momento con una tranquilidad aparente.

— ?Su patria es mejor que nuestra Tierra? — le pregunto Marina completamente convencida de que obtendria una respuesta afirmativa.

Y se equivoco.

— No — contesto Guianeya —. Su Tierra es mucho mas bella. Pero para mi son muy queridos los recuerdos de la infancia y de la juventud.

Y esta fue toda la respuesta. De nuevo Guianeya se encerro en si misma sin contestar a las numerosas preguntas que le hizo Marina intentando continuar la conversacion.

Sin embargo, esto fue un destello. A Guianeya la rodearon todavia de mas atenciones y cuidados. Se decidio no forzar los acontecimientos, esperar a que ella misma quisiera hablar. Ya que habia hablado de su pasado, tarde o temprano, volveria de nuevo a hablar de el.

Marina se convirtio en la acompanante y traductora permanente de Guianeya. Poco a poco fue creciendo la amistad entre las dos muchachas. Era posible que la esto hubiera coadyuvado un parecido exterior, no muy grande pero indudable.

?Donde se encontraba la patria de Guianeya? ?De donde aparecio de una forma tan rara y enigmatica en el Sistema solar? ?Y como pudo ser «en contra de su voluntad»? A estas preguntas solo podia contestar la misma Guianeya. Pero ella callaba, callaba ya ano y medio.

Alguna vez tendria que hablar y este momento lo esperaban con impaciencia las personas de la Tierra.

Y ahora, la forastera misteriosa se encontraba, en un caluroso mediodia de julio, en el paso a nivel de la linea del sharex, en medio de una llanura verde, en el centro de la tierra ucraniana.

?Que la habia traido aqui? Ni la misma Marina lo sabia. Guianeya habia manifestado este deseo, y esto era suficiente para esforzarse en cumplirlo sin discutir. Solo se podia suponer que la traia a Poltava el futuro aterrizaje en el cohetodromo de la Sexta expedicion lunar. Otra causa era dificil de pensar.

Pero habia un «pero» en esta cuestion, y los cientificos de la Tierra hubieran dado todo por saber si le interesaba o no la Luna a Guianeya. El aclarar esta cuestion podria verter luz sobre muchas cosas que hasta ahora eran secretas.

Provoco duda el hecho de que nadie habia hablado a Guianeya del regreso de la Sexta expedicion. ?De donde podia saberlo?

Pero sea por lo que sea, Guianeya manifesto que queria ir a Poltava, senalando esta ciudad en el mapa.

Guianeya en sus viajes por la Tierra, bastante frecuentes y duraderos, utilizaba insistentemente el transporte terrestre y maritimo, pero no queria utilizar el aereo. Y esta vez prefirio ir en vechebus aunque sabia que este viaje era mas largo y agotador.

?Podia ser que Guianeya quisiera ver de cerca la naturaleza de la Tierra?

Quedaba poco tiempo. Para el sharex, que iba a toda velocidad, cien kilometros eran diez minutos. El grupo de pasajeros se dirigio hacia una pequena elevacion que se encontraba a unos cuarenta metros de la pista. No era tan interesante mirar desde abajo el paso del expreso.

Guianeya fue la primera que llego a la pequena colina. Eran rasgos caracteristicos de esta muchacha la movilidad, la preferencia clara a la carrera en vez de la marcha, el movimiento impetuoso. Corrio ligeramente por una pendiente bastante inclinada, salvando los ultimos metros de un salto.

Se dibujaba con precision su silueta esbelta, sus hombros perfectamente torneados y la posicion altiva de su cabeza en el fondo del cielo azul. A la luz solar, que hacia desaparecer desde lejos el matiz verdoso de su cuerpo, Guianeya se asemejaba a una estatua de color de bronce con un vestido corto, cegadoramente blanco.

— ?Muy bella! — dijo uno de los pasajeros del vechebus.

Marina era una buena deportista, pero en la subida a la colina se quedo unos diez metros atras de su acompanada. Al encontrarse junto a ella involuntariamente presto atencion a la respiracion tranquila y ritmica de Guianeya. La subida veloz, evidentemente, ni la habia cansado, ni le habia alterado el ritmo de los latidos del corazon.

— Oigo un zumbido continuo — dijo Guianeya, extendiendo el brazo hacia aquella parte de donde debia aparecer el expreso.

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