— ?Numero uno! — dijo Szabo —. ?Transfiero la direccion! ?Segunda prueba!
— Segunda prueba — repitio con indiferencia la esfera, invisible en la pantalla.
Muratov recordo la explicacion de Veresov. Los dos robots-»personas» se transferian al mando del cerebro electronico que se encontraba en la esfera, e iban a cumplir tan solo sus ordenes. La esfera estaba mas proxima al lugar de accion y tenia enlace «visual»
directo con los ejecutores. Tenia suficiente «reflexion» para en cualquier sorpresa tomar una decision acertada, mucho mas rapidamente que el cerebro del hombre.
Los robots se apartaron uno del otro. Uno se dirigio hacia el satelite proximo y el otro hacia el rombo.
La base no reaccionaba. Se creaba la impresion de que no tenia ninguna instalacion de defensa contra la invasion de cuerpos extranos. Pero se sabia perfectamente que los satelites la poseian.
?Por que no actuaba?
Muratov miro a Guianeya. Ella observaba con visible interes todo lo que ocurria. En su rostro no habia ninguna senal de alarma.
?En que pensaba ahora? ?Que sentia?
Las personas de la Tierra estaban a punto de descubrir el secreto que los compatriotas de Guianeya les querian ocultar. Ella no podia permanecer indiferente ante esto pero aparentemente era asi.
De repente el robot numero tres se detuvo y, volviendose, retrocedio hacia la esfera.
— Por lo visto ha decidido que es necesario realizar las investigaciones por turno — dijo Stone refiriendose al cerebro electronico —. Teme equivocar las informaciones simultaneas.
— Por lo visto es asi — estuvo de acuerdo Szabo.
El robot numero dos se acerco sin obstaculos al rombo.
Se encendio la lampara verde de senales en el tablero del receptor, con un murmullo suave se deslizo la cinta de grabar detras del cristal de la estrecha mirilla.
El robot comenzo a trabajar.
Funcionaba segun un orden establecido, con la minuciosidad de una maquina. Dio las dimensiones del rombo, indico que su mayor parte estaba incrustada en la roca, y comenzo a examinar el material de que estaba hecha la superficie exterior.
Al comienzo todo iba como una seda. En la cinta se grababan rapidamente los simbolos de los elementos quimicos: hierro, aluminio, manganeso, calcio.
Y de repente aparecio un signo de interrogacion. Esto significaba que el robot habia encontrado un elemento desconocido o la aleacion de varios que el no podia descifrar.
?Y despues aparecio la segunda interrogacion, la tercera…!
— ?Malo! — dijo Szabo —. La construccion no se ha pensado hasta el fin. El aparato no puede realizar analisis desconocidos.
— Nada de eso — resono una voz de otro todoterreno —. Tiene el programa de cualquier analisis de los que se realizan y han realizado en la Tierra. Como es natural no puede realizar lo que no han podido o no pueden hacer hasta ahora las personas.
— No necesitan abogado — dijo bromeando Szabo —. Esta profesion hace tiempo que ha desaparecido.
— ?Arrancara un trozo del rombo para analizarlo en la Tierra? — pregunto Stone.
Szabo no tuvo que contestar a esta pregunta, por el contesto la esfera.
Vieron como el robot cogia un instrumento, que era, por lo visto, un cortador, y empezaron a saltar chispas.
— El material resiste — informo friamente el cerebro electronico —. Envien otro aparato.
— Mas perfecto no lo tenemos — cortesto Szabo.
— Mando cesar el trabajo — dijo la esfera.
Y al instante el robot numero dos retiro el cortador electrico.
Muratov nunca habia visto estas maquinas. Le parecio algo raro escuchar el intercambio de frases y ver que hablaban no dos personas, sino una persona con una maquina.
— ?Malo! — repitio Szabo —. Precisamente en lo que no pueden comprender nuestros exploradores esta el secreto de la invisibilidad.
— ?Probemos a cortar un trozo de la cupula? — propuso Stone.
El cerebro electronico de la esfera dio esta misma solucion. El robot se dirigio a la cupula mas proxima.
Aqui tampoco hubo ningun resultado. Se resistia tambien el material de que estaban hechos los aparatos de la base.
El robot regreso hacia el rombo.
Levanto las manos y las coloco en la superficie.
De nuevo no sucedio nada.
Bruscamente cambio el color de la pantalla, adquiriendo un matiz verdoso. El rombo y el robot que estaba cerca de el se aproximaron y ocuparon toda la pantalla.
Despues todos vieron como perdia el brillo, engrosaba la superficie del rombo y como se distinguieron unos cables, palancas, cabezas agudas de aparatos desconocidos.
Se habia descubierto el interior del rombo.
— Si es el cerebro electronico de la base — dijo Tokarev — ?para que estas palancas?
— Es posible que no sean palancas — replico Szabo — sino algo parecido. No se olvide que ante usted hay una obra no terrestre.
— De ninguna forma puede uno olvidarse de esto.
El robot seguia inmovil. La cinta del receptor continuaba moviendose lo que indicaba que funcionaba el «pensamiento» en la «cabeza» de cristal del aparato cibernetico.
— El esquema no se puede descifrar, mande otro — resono la voz metalica de la esfera.
— Mas perfecto no lo tenemos — contesto Szabo con las mismas palabras de antes.
Pero ahora no resono la palabra «ceso». Por lo visto la esfera no perdia la esperanza de que su ayudante pudiera entender el esquema del cerebro electronico de la base, al parecer mas complicado que el de el.
La vision del interior del rombo se mantenia igual en la pantalla del televisor.
En la pantalla visual se observo que el robot numero tres se dirigia de nuevo hacia el satelite. La esfera no queria perder tiempo. Debido a que el robot numero dos dejo de transmitir temporalmente la informacion, ordeno al numero tres comenzar el trabajo.
— Parece que a pesar de todo podremos examinar la base y conocer a fondo sus aparatos — dijo Stone —. ?Donde se encuentra el peligro de que nos hablo Guianeya?
Oyo su nombre y miro interrogativamente a Muratov.
Le tradujo las palabras del jefe de la expedicion, procurando que no se ofendiera al ver que parecia dudar de ella.
Guianeya, al escucharlo, se encogio de hombros.
— Yo no se en que consiste el peligro — dijo ella — pero recuerdo perfectamente las palabras de Riyagueya. Dijo, que si las personas de la Tierra intentaran acercarse a la base, esto provocaria una catastrofe. Esto es todo. Yo considero como mi deber el advertirles a ustedes. Sus palabras turbaron a todos.
— Es posible… — comenzo a hablar Tokarev, pero Stone le corto.
— Guianeya ha podido no comprender bien a Riyagueya o no sospechar que sus palabras pudieran tener otro sentido — dijo Stone —. No se puede, por un temor no fundamentado en nada, perder la unica posibilidad.
— ?No fundamentado en nada? — dijo Tokarev —. ?Acaso se puede hablar asi?
— ?Da lo mismo! — Stone hizo con la mano un gesto de despecho. Estaba claramente muy enfadado.
«No sera porque siente no tener razon», penso Muratov.
— Estoy de acuerdo con Stone — dijo Szabo —. Ya que hemos empezado es necesario continuar.
Los demas guardaron silencio. Mientras transcurria esta conversacion el robot numero tres se arrimo al satelite.
— ?Miren, camaradas! — exclamo Muratov, indicando la pantalla de television.
Pero todos lo habian visto al mismo tiempo que el.