– Ninguna, por desgracia. Un atropello comun y corriente. Cada dia son mas frecuentes. El conductor arrolla al peaton y se da a la fuga. Una callejuela tranquila, altas horas de la noche, ni un testigo. Los vecinos de las casas mas proximas no han visto nada y tampoco han oido el chirrido de los frenos. En la calzada no se han podido detectar huellas de la frenada aunque con el tiempo de perros que hace no las encontrariamos incluso si existieran: hay como dos dedos de agua sobre el asfalto. Sobre la ropa de la victima, Kosar, se han encontrado particulas de la pintura del automovil. Al parecer, el coche fue pintado en dos ocasiones, al principio era azul, luego marron chocolate y ahora es gris marengo, color asfalto mojado, como le llaman. Esto es todo lo que hay. Los expertos sostienen que la altura del impacto prueba que seguramente el coche es de fabricacion nacional y no de importacion. No se sabe nada mas.

– ?Y el propio Kosar? ?Que sabemos de el?

– Valentin Petrovich Kosar, cuarenta y dos anos, diplomado universitario, curso estudios de medicina pero solo trabajo como medico durante cuatro anos, luego se incorporo a la editorial Medicina como redactor. A partir de entonces trabajaba en ese sector, ocupo algun puesto en la revista La Salud, durante los ultimos anos se dedicaba a negocios, organizo la publicacion de folletos divulgativos sobre las hierbas medicinales, el curanderismo, la percepcion extrasensorial. Su ultimo cargo fue el de adjunto del director jefe de la revista La senora de su casa, destinada a jubiladas y amas de casa. Recetas, consejos, chismes, novelas policiacas, programacion pormenorizada de la television y cosas por el estilo. Casado, con dos hijos.

– Que pena -suspiro Nastia-. Pobre hombre. Tendremos que restablecer la sucesion de los hechos a partir de las declaraciones de Kartashov y del medico.

– ?Crees que nos llevara a alguna parte?

– Quien sabe. Pero debemos intentarlo. Kartashov tuvo que darle a Kosar alguna razon para explicarle por que necesitaba consultar con un psiquiatra. Kosar, a su vez, al llamar al medico pudo perfectamente mencionarle el problema de su amigo. ?Y si a Kartashov, cuando hablaba con Kosar, se le escapo algo, aunque solo fuera una palabra, que contradice lo que luego ha contado de la enfermedad de Vica? Esta tarde, a las 5.30, tengo cita con ese psiquiatra.

El pastor aleman que atendia por Kiril, satisfecho con el paseo, se acerco a su dueno y se sento educadamente a sus pies, la cabeza apoyada con delicadeza en sus rodillas.

– Que enorme es este animal -dijo Nastia con respeto-. Darle de comer debe de salirte por un ojo de la cara.

– Asi es -confirmo Andrei rascando al perro detras de la oreja-. Alimentarlo correctamente cuesta un rinon.

– ?Como te las arreglas?

– Con mucha dificultad. ?No ves como voy vestido? -respondio senalando con la mano sus tejanos viejos, la trenca, que habia conocido tiempos mejores, y los zapatos desgastados aunque de una limpieza impecable-. No bebo, no fumo, no frecuento restaurantes, no meriendo en la cafeteria, me traigo los bocadillos de casa. ?Regimen de economia rigurosa! -se rio-. La verdad sea dicha, mi Irina gana el doble que yo. Me viste y me da de comer, y yo me encargo del coche y de Kiril.

– Has tenido suerte. ?Y que haria uno que no tuviera una Irina como la tuya? Con nuestro sueldo uno no puede permitirse ni un coche ni un perro grande. Vivimos y nos moriremos en la pobreza mas vergonzante. Bueno, vamos a trabajar.

El encuentro con el psiquiatra al que Boris Kartashov habia acudido para solicitar su opinion sobre Vica no aporto practicamente ninguna novedad, excepto que Nastia pudo comprobar una vez mas la negligencia de su companero Volodya Lartsev. Ya al leer por primera vez el protocolo del interrogatorio del doctor en psiquiatria Maslennikov, le llamo la atencion la rotundidad con que el medico habia diagnosticado la enfermedad sin ver a la paciente. Por lo que ella sabia, los medicos no solian hacerlo, y menos los psiquiatras. De creer al protocolo, el doctor Maslennikov no tenia la menor duda de la gravedad del trastorno de Yeriomina y de que debia ser ingresada con suma urgencia.

– ?Por el amor de Dios, que dice! -dijo el psiquiatra agitando las manos cuando Nastia se lo pregunto-. Habria sido un error garrafal. Sabe usted, cuando se nos coloca en semejante aprieto, nos defendemos como gatos panza arriba, anadimos a cada palabra «puede ser», «en algunos casos», «tiene cierta similitud», «a veces puede ocurrir», etcetera; hacemos lo imposible con tal de no decir nada definitivo. Para hacer un diagnostico necesitamos observar al paciente un mes como minimo y, a poder ser, hospitalizado, y aun asi, en ocasiones sucede que no podemos sacar ninguna conclusion definitiva. En cuanto a decidir algo sin ver al paciente, nunca, ni hablar. Ningun profesional de la medicina que se precie lo haria jamas.

– ?Es suya esta firma?

Nastia tendio a Maslennikov el protocolo redactado por Lartsev.

– Mia. ?Hay algun problema?

– ?Habia leido el protocolo antes de firmarlo?

– A decir verdad, no. No tenia motivos para desconfiar de su companero. ?Que es lo que ocurre?

– Hagame el favor, lea el protocolo y digame si esta de acuerdo con todo lo que pone.

Maslennikov empezo a leer el protocolo escrito con la letra menuda y dificil de entender de Volodya Lartsev. Al llegar a la mitad de la segunda pagina, arrojo los papeles sobre la mesa furioso.

– ?De donde ha salido esto? -pregunto con asco-. No guarda el menor parecido con lo que yo dije. Mire, aqui pone: «Su amiga debe ser ingresada de inmediato ya que se encuentra al borde de sucumbir a una grave enfermedad psiquiatrica.» Supuestamente, yo le dije eso a Kartashov, cuando lo que en realidad le dije a Boris fue que era imprescindible que un medico viera a su amiga. No se podia descartar que estuviese enferma, y le incumbia al medico decidir si necesitaba tratamiento. Pero tenia que estar preparado porque, si el medico llegaba a la conclusion de que aquello era el principio de un trastorno psiquico grave, se le ofreceria ingresar en una clinica con toda urgencia. ?Nota la diferencia? Su companero ha suprimido de mi declaracion todos los reparos y, ademas, la tergiverso de pies a cabeza. ?Y esto que es? «El estado de su amiga indica que padece del sindrome de Kandinsky-Clerambault.» ?Como puedo saber cual es exactamente su estado? ?Si no la he visto en mi vida! Recuerdo haberle dicho: «Los sintomas que me ha descrito pueden corresponder al sindrome…» No, ?me niego categoricamente a comprender como ha sido posible trastrocar mis palabras hasta este punto!

Maslennikov se habia enfadado en serio. Nastia, que volvia a encontrarse haciendo de cabeza de turco, de diana de las iras de todo el mundo, sintio que le asaltaba la rabia contra Lartsev. Uno podia tener prisa y resumir algunas cosas pero ?no se debia falsear los testimonios!

– Vamos a anotar su declaracion de nuevo -dijo en tono reconciliador-. Tratare de apuntarlo todo palabra por palabra y luego leera lo que he escrito. ?Como empezo todo?

– En octubre me llamo mi companero de promocion Valentin Kosar para pedirme cita con un amigo suyo, Boris Kartashov. Kosar me conto que Boris estaba preocupado por el estado de salud de su novia, que habia desarrollado ideas fijas sobre sus suenos. Segun ella, alguien espiaba sus suenos y ahora trataba de influir sobre su comportamiento por medio de la radio.

Nastia tomo nota de la declaracion de Maslennikov meticulosamente, pensando con angustia que habia dado otro golpe en falso. No habia conseguido encontrar la menor discrepancia entre la declaracion de Kartashov y la de Maslennikov. Lo cual no dejaba al pintor libre de toda sospecha, pero el hilo al que Nastia queria agarrarse para desmadejar el ovillo volvia a escurrirsele de los dedos. ?Ay, Lartsev, Lartsev! ?Por que no habras dedicado una hora mas a hablar con Kolobova? ?Por que has pasado por alto la existencia de un contestador automatico en el piso de Kartashov? ?Por que no has averiguado como dio Kartashov con el doctor Maslennikov? Habian perdido un mes entero. La hipotesis sobre el trastorno mental, que provoco la perdida de orientacion y, como consecuencia, fue la causa de la desaparicion de Victoria Yeriomina, habia exigido esfuerzos improbos para su verificacion. «Y todo porque a ti, Lartsev, esta hipotesis te habia hecho tilin y redactaste los protocolos a medida, prescindiendo de detalles que en tu opinion importaban poco y para los que simplemente no tenias tiempo. Por supuesto, no se podia descartar que fuera esa hipotesis la que mas se acercaba a la verdad pero tenias que haber comprobado otras tambien, aquellas que no pudieron ser formuladas justamente porque falto la informacion que habias desechado. Eres un ser humano, se te parte el alma al saber que tu hija esta sola en casa y a punto de desmandarse, y no obstante…»

Nastia termino de redactar el protocolo y se lo tendio a Maslennikov.

– Lealo con atencion. Si encuentra una sola palabra con la que no esta conforme, la corregiremos. Despues,

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