firme en cada pagina. ?Me permite hacer una llamada?

– Por supuesto -respondio el medico acercandole el telefono-. Marque el nueve.

Nastia llamo a Olshanski.

– Soy Kamenskaya, buenas tardes. ?Tiene alguna cosa para mi?

– Si -resono en el auricular la voz atiplada del juez de instruccion-. Han llegado los resultados del examen perital de la cinta.

– ?Y que dicen? -A Nastia le dio un vuelco el corazon y empezo a latirle aceleradamente.

– El mensaje de la cinta numero uno habia sido borrado. Entre otros mensajes de esa cinta ninguna voz pertenece a Yeriomina. ?Satisfecha?

– No lo se. Tengo que pensarlo.

– Pues piensa, piensa. Manana estare todo el dia fuera, voy a asistir a una reconstruccion de hechos. Si se presentara alguna emergencia, llama a la comisaria Otradnoye del distrito Norte.

Al salir de la clinica psiquiatrica numero 15, donde trabajaba el doctor Maslennikov, Nastia se dirigio a su casa, situada en la carretera de Schelkovo. El camino era largo y le dio tiempo para reafirmarse en su impresion de que las sospechas relacionadas con Boris Kartashov no estaban del todo infundadas. Si no hubiera sido Kartashov sino alguien mas quien deseaba destruir el mensaje grabado en la dichosa cinta, la habria borrado o simplemente robado. Pero Boris, que conservaba las casetes usadas por si acaso, jamas lo habria hecho. Concordaba con su estilo personal borrar un solo mensaje, justamente el que amenazaba con poner en evidencia su implicacion en el asesinato de Vica Yeriomina, y conservar todos los demas «por si las moscas». Nastia estaba casi segura de que el mensaje borrado arrojaba luz sobre la desaparicion de la joven.

Nastia entrego a Gordeyev la hoja de papel con la descripcion de una nueva tarea para Misha Dotsenko y se encerro en su despacho. Habia decidido pasar esta jornada sentada delante de su mesa de trabajo en vez de corriendo por las calles. Tenia que poner en orden sus ideas y organizar la informacion recabada en una especie de sistema.

Enchufo el infiernillo, encontro en un cajon de la mesa un bote de cafe instantaneo y una caja de terrones de azucar, acerco el cenicero, coloco delante de si unas cuantas cuartillas en blanco, encabezo cada una con un titular que nadie mas que ella sabria descifrar y se sumergio en el trabajo.

El tiempo pasaba, el cenicero se llenaba de colillas, las cuartillas, de frases, palabras sueltas, cuadraditos, circulitos y flechas… Cuando llamaron a la puerta, Nastia decidio no abrir. Si el jefe la necesitara, la llamaria por el telefono interior. En cuanto a los companeros, le daba cierto reparo hablar con ellos. Queria evitar esa situacion que la obligase a mirar a su interlocutor en los ojos, sonreirle amablemente y para sus adentros pensar: «?No seras tu aquel a quien se referia el Bunuelo?»

Pero quienquiera que estuviera al otro lado de la puerta no se iba sino que seguia llamando con insistencia. Nastia se acerco e hizo girar la llave en la cerradura. En el umbral aparecio Volodya Lartsev.

– Perdona, Aska, me urge hacer una llamada pero en nuestro despacho Korotkov se ha colgado del telefono.

Los ojos de Lartsev parecian mas pequenos, en el ultimo ano habia perdido mucho peso, su cara tenia un color ceniciento. Cuando empezo a marcar, Nastia advirtio que le temblaban las manos.

– ?Nadia? ?Donde has estado?… Hoy teneis cinco clases, debias estar en casa a la una y media… Ah, bueno, vale… ?Has comido?… ?Por que?… ?Acabas de entrar?… ?Que notas traes?… Buena chica… Bien hecho… ?Como que suspenso en geografia? ?No tenias los mapas mudos?… Bueno, mi pequena, sobreviviremos, intentare comprarlos, te lo prometo… ?A casa de que amiga?… ?Que Yula es esa? ?De tu grupo?… ?De la casa de al lado? ?Y de que la conoces?… ?En el patio? ?Cuando fue?… Nadiusa, quiza sea mejor que venga ella a nuestra casa, ?eh? Alli jugareis… Ah, ya, que son juegos de ordenador… Entonces, claro que si. ?Tiene telefono tu Yula?… ?No sabes el numero?… ?Como se apellida?… Tampoco lo sabes… Pero la direccion, el numero del apartamento, algo… ?Nada? Bueno, quedemos asi. Ahora come algo, volvere a llamarte dentro de media hora y entonces decidiremos que hacer con Yula. No se te olvide, la compota esta en la olla, junto a la ventana. ?Hasta ahora!

Lartsev colgo y miro a Nastia compungido.

– ?Puedo hacer otra llamada?

– Adelante. Oye, Volodka, eres un verdadero cancerbero. ?Por que no dejas que tu hija vaya a casa de su amiga a jugar con el ordenador?

– Porque necesito saber con toda exactitud adonde va y para que, y como va a volver a casa. A las cinco ya habra anochecido. ?Oiga? ?Yekaterina Alexeyevna? Hola, buenos dias, soy el padre de Nadia Lartseva. Disculpe la molestia, ?no conoce por casualidad a una familia que vive en su escalera, tienen una hija, Yula, de unos once anos mas o menos? ?Los Obraztsov? ?Que clase de gente son?… ?No tendra su telefono?, ?sabe en que piso viven?… Gracias, muchisimas gracias, Yekaterina Alexeyevna. Una pregunta mas: en aquella familia, ?suele haber algun adulto en casa por la tarde?… ?La abuela? ?Como se llama?… Una vez mas, muchisimas gracias. Es un verdadero angel de la guarda, ?no se que haria yo sin usted! ?Que le vaya bien!

– ?Vivir para ver! -se admiro Nastia-. Con estas dotes de detective, si un dia las pusieras al servicio de la sociedad…

Y se corto. No tenia la menor intencion de discutir con Lartsev la calidad de su trabajo, sobre todo, el del ultimo mes. Habia dado su palabra a Olshanski de que se abstendria de reganar a Volodya. Ademas, tal reganina les llevaria a hablar de detalles de la investigacion del asesinato de Yeriomina, cosa que Gordeyev le habia prohibido terminantemente. Pero Lartsev no parecio ni siquiera haber oido las palabras que ella habia dejado escapar tan imprudentemente.

– Cuando tengas una hija de once anos, lo comprenderas. Cada dia que amanece la machaco con lo de los desconocidos que ofrecen caramelos a las ninas y aun asi, si al terminar las clases se retrasa tan solo diez minutos, me muero de miedo. No me canso de repetirle: «No salgas corriendo a la calzada, cruza la calle solo alla donde hay semaforos, mira primero a la izquierda, luego a la derecha, si hay un autobus parado, pasa detras de el, si es un tranvia, ve por delante.» Y cada dia de Dios estoy con el alma pendiente de un hilo, cuando me la imagino bajo las ruedas… Ay, Aska -la voz le temblo y los ojos le brillaron traicioneramente-, pide a Dios que te ahorre conocer ese tormento de cada dia. Tengo suficiente con haber perdido a la mujer y al pequeno, no soportaria otro golpe… ?Puedo utilizar el telefono?

– ?Deja ya de preguntar! Claro que puedes.

Tras presentarse por telefono a la abuela de la pequena Yula que tenia ordenador propio y arrancarle el juramento solemne de que Nadiusa Lartseva seria enviada a casa antes de que oscureciera o, si no, que uno de los adultos la acompanaria hasta la puerta de su piso, Volodya llamo a su hija para dispensar su paternal bendicion a la visita a su nueva amiga. Nastia le miraba y pensaba que reprocharle la negligencia en el trabajo era no tener corazon. No, Olshanski no tendria coraje para llamarle la atencion a Lartsev. Y ella tampoco.

Al reconocer desde lejos la familiar cabellera rojiza, Nastia se sorprendio. Probablemente, iba a ser la primera vez que Liosa Chistiakov era puntual. Habian quedado en encontrarse en el metro para ir juntos a casa del padrastro de Nastia. Leonid Petrovich, cumpliendo lo prometido, iba a presentarle a la mujer que le ayudaba a soportar su provisional viudedad.

La propia Nastia nunca habia llegado tarde a una sola cita. Era perezosa y flematica, no le gustaba caminar de prisa y jamas se le ocurriria correr detras de un autobus. No gozaba de buena salud y, en ocasiones, el barullo de gente y la falta de aire fresco le resultaban insoportables y la obligaban a bajar del autobus o del vagon del metro antes de llegar a su parada y sentarse a descansar en un banco, olisqueando una ampolla de amoniaco que siempre llevaba en el bolso. Consciente de sus achaques, Nastia planificaba sus itinerarios con un margen amplio de tiempo, por lo que lo normal era que se adelantara a la hora estipulada. Su amigo Liosa Chistiakov, en cambio, se caracterizaba por todo lo contrario. Matematico de talento que se habia doctorado en Ciencias a los treinta anos, encarnaba el topico de profesor despistado y olvidadizo, y a menudo exasperaba a Nastia, al confundir el martes con el dia dos, y Bibiriovo con Biriulov.

– Estoy anonadada -dijo Nastia dandole un beso en la mejilla-. ?Como es que no vienes tarde, como seria natural?

– Un accidente. No volvera a suceder.

Chistiakov, burlon, le dio un tiron de oreja, la cogio del brazo y la condujo a paso ligero hacia la escalera mecanica.

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